Las casas campestres que dibuja Ben Grasso (1979) se desmiembran en el aire. Las tablas de madera pintada caen desde arriba como palillos de dientes. ¿El motivo? En la mayoría de los casos, desconocido.
En manos del pintor estadounidense las construcciones parecen hojas de papel. "Mi trabajo es una investigación del paisaje americano. No busco representar algo imposible o particular, sino algo que puede suceder o no: una visión reimaginada de lo que ya existe".
Trabaja en Brooklyn (Nueva York), pero nació en Cleveland (Ohio), un estado cuya zona norte destacaba por su industria pesada. Grasso reflexiona a menudo sobre la fragilidad de las construcciones y la corta vida activa que han tenido muchas de las casas de la zona en la que se crió.
La construcción y la destrucción del 'Cinturón de óxido'
En los años setenta y ochenta, el llamado Cinturón de Óxido (Rustbelt) sufrió una profunda crisis económica por la subida del precio del combustible, el cierre de fábricas para llevarlas a estados o países más baratos y la competencia extranjera.
Fue un destino similar al de la industria automovilística de Detroit, también incluida en este cinturón: "Hay barrios en los que vivían decenas de miles de personas y que ahora están casi vacíos. Visito a menudo esos lugares. Hay algo fascinante en la imagen de una casa vacía y en pie".
Los óleos de Grasso son también una puesta a prueba de la perspectiva. Las casas se ven a veces desde planos picados, en lo alto de unos árboles. Otras veces pegan al espectador al suelo y le hacen asistir a la destrucción en un plano contrapicados desde el suelo. "Quiero extender la línea en el espacio, pintar de tal modo que abrace y abuse al mismo tiempo de las leyes de la perspectiva".
En sus juegos de construcción y destrucción hay un fondo de nostalgia por un paisaje perdido y de preocupación por un capitalismo polarizado: "Pienso en el tiempo que llevó componer estos lugares y en lo rápido que han desaparecido. He leído que el acero de Ohio se recicla para construir puentes en China. Una gran economía fallida construye otra economía destinada también a fallar. El capitalismo global necesita este tipo de canibalismo para funcionar".
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