Cuando se mudó a Londres tras la I Guerra Mundial, la pintora inglesa Laura Knight (1877-1970) comenzó a retratar con pasión el mundo del espectáculo, en especial el circo, el teatro y el ballet.

Los óleos aunque técnicamente disciplinados, destilan poética. Pintaba en los ensayos, en los camerinos de las bailarinas e incluso entre bastidores.

Se amigó con las primeras figuras del ballet clásico en Londres: Sergei Diaghilev (fundador del Ballet Ruso en 1909), la bella bailarina Tamara Karsavina, la exitosa primera figura del ballet Olga Spessivtseva...

En 1922 Knight se fracturó la muñeca y, aunque se recuperó, no pudo sujetar más la paleta y tuvo que pensar en una solución artística diferente al óleo: el grabado. Al mismo tiempo conoció a Bertram Mills -dueño de un famoso circo londinense- y al Gran Carmo, ilusionista e hipnotizador.

Animales salvajes adiestrados, payasos, malabaristas, equilibristas, carromatos de gitanos bailando... La Galería Nacional de Canadá, en Ontario, expone Theatre and the Circus in the Art of Laura Knight (El teatro y el circo en el arte de Laura Knight) una recopilación de los mejores grabados de la artista sobre el mundo del espectáculo.

La muestra permite recuperar la vida, casi anónima en la actualidad, de Laura Knight. Era una chica más de Long Eaton, una pequeña ciudad de Derbyshire, en el norte de Inglaterra: sonrisa tímida, abrigo largo, trabajitos para vivir... Pero sus primeras obras de escenas domésticas, retratos y chicas en playas de rocas con vestidos mecidos por el viento la descubren en la luminosidad de sus óleos como una pintora clave del impresionismo inglés.

Era de familia pobre. En la adolescencia se quedó huerfana y tuvo que empezar a ganar el dinero necesario para mantenerse. Ingresó en la escuela de arte de Nottingham a los 13 años: se dice que fue la alumna más joven de la historia del centro.

Se casó con Harold Knight (también pintor de éxito) y disfrutó de una vida  rodeada de pintores, escritores y músicos, tanto famosos como artesanos del espectáculo.

Las escenas circenses de la Galería Nacional de Canadá son un acercamiento a la humildad, a la condición sincera y humana de los que se juegan la vida en cada número.

La muestra cuenta con 70 obras y también incluye cuadros de artistas como Antoine Watteau y Marc Chagall que examinan el mundo desde la óptica del expectador que asiste atónito al rito ancestral del circo.