Valentín Fuster, cardiólogo: "Los niños que nazcan ahora vivirán hasta los cien años"

Recibir cientos de e-mails diarios y tener que contestarlos  es un factor de riesgo cardiovascular. Así como la falta de ejercicio en los niños. El Doctor Valentín Fuster, que ha tratado a personalidades como Jaime de Marichalar o Sadam Hussein, lo sabe todo sobre el corazón.
Valentín Fuster Foto: Sergio González
Valentín Fuster Foto: Sergio González
Sergio González
Valentín Fuster Foto: Sergio González

Es la estrella indiscutible del corazón. Ha tratado a Jaime de Marichalar y Sadam Hussein, pero no le gusta hablar de ello. “Permítame que no hable de ese tema. Por una cuestión muy obvia no puedo hablar de mis pacientes”.

Hay más de treinta reporteros gráficos en el Colegio de Médicos de Madrid esperándole. La presentación de su libro,”La Ciencia de la Salud. Mis consejos para una vida sana”, editado por Planeta parece casi la presentación de un disco de Julio Iglesias…Ha acudido hasta “Aquí hay tomate”.

Valentín Fuster, director del Instituto Cardiovascular del hospital Mount Sinai de Nueva York tiene la agenda más endemoniada del mundo.

Vivimos en un mundo de locos ¿Quien puede abrir y contestar a 150 e-mails diarios ? Si no se puede, no se puede.

Pero para él , que ha hablado siempre del stress como desencadenante de muchas enfermedades coronarias, eso, afirma, no es un problema. “lo controlo y me auto controlo”. Según el doctor, el enfermo cardiaco muere más tarde que hace treinta años. “Cada década, la esperanza de vida aumenta en dos o tres años. No resultado arriesgado pronosticar que los individuos que nazcan ahora vivirán más de cien años”.

Valentín Fuster y Solana en la presentación del libro del Doctor
La única solución para el reto que se nos plantea, una población envejecida con un sistema de seguridad insostenible, afirma Fuster, es que los jubilados sanos, que serán un enorme porcentaje de la población, los que no padezcan enfermedad degenerativa cerebral,  puedan seguir aportando su trabajo a la sociedad. "A mí de hecho, si perdiera facultades como médico y condujera bien, no me importaría conducir una ambulancia", asegura.
La gran paradoja de la humanidad es que vivimos el exceso y el defecto
Para Valentín Fuster, presidente del Comité científico del Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares y de la Federación Mundial del Corazón el stress tiene tanta influencia como el colesterol en los problemas cardiacos. “Vivimos en un mundo loco. ¿Quién puede abrir el ordenador y encontrarse 150 e-mails al día y contestarlos. Pues si no se puede, no se puede. La gran paradoja de la humanidad es que vivimos el exceso y el defecto. No nos cuidamos, no hacemos ejercicio, no fumamos, nos hacemos más obesos”. Javier Solana es paciente de Valentín Fuster

Valentín Fuster se lleva las manos a la cabeza cuando habla de la población infantil. “Antes los niños corrían y jugaban. Ahora los ves con diez años enganchados a un móvil o a una maquinita electrónica”.

Hay dos grandes parámetros de comportamiento que inciden en nuestra salud, la primera, la cultura del dinero, lleva al stress y a la ansiedad, la segunda, a la obesidad y a la depresión”.

Antes los niños corrían y jugaban, ahora están enganchados al móvil y las maquinitas
Sobre las últimas investigaciones que apuntan a que no está demostrado que el Omega3 sea beneficioso para la salud y la eterna polémica sobre porque los científicos cambian tanto de criterio sobre lo que debemos comer, el doctor afirma: “Hablamos mucho de la debilidad humana, pero habría que hablar también de la debilidad científica. Simplificamos las cosas. Es beneficioso. Se pueden seguir tomando aceitunas y son buenas. Lo importante es la cantidad". Un corredor

Precisamente su libro “La Ciencia de la salud” aborda todos estos temas.

En  él incide especialmente en el ejercicio físico, como señala en uno de sus capítulos: “Los efectos de la actividad física son similares a los de un fármaco: actúa sobre el colesterol, sobre la insulina, sobre la tensión arterial…En realidad, si tuviéramos un fármaco que tuviera los mismos efectos que la actividad física, y que tuviera tan pocos efectos secundarios, se lo recetaríamos a todo el mundo. Pero recetaríamos una píldora al día, o como mucho cada dos días, para mantener una actividad constante sobre el colesterol, la tensión y la insulina a lo largo de la semana.

Dejar toda la actividad física para el fín de semana equivale a tomar dos píldoras, aunque sea en ración doble , concentradas en sábados y domingos. Puede que consigamos un gran beneficio el lunes o incluso el martes, pero seguro que a partir del miércoles los efectos son menores”.

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