Angela Trentin fabrica belleza artificial con damas hambrientas

  • La ilustradora italiana crea un mundo de seres "indolentes y hambrientos".
  • "Los primeros permanecen quietos y no van a ningún lado; los segundos ansían, desean, sueñan y corren".
  • Sus dibujos tienen influencias del 'Art Déco', el Modernismo y el Decadentismo.
Ilustración de Angela Trentin, diseñadora italiana
Ilustración de Angela Trentin, diseñadora italiana
Angela Trentin
Ilustración de Angela Trentin, diseñadora italiana

"La primera obligación en la vida es ser tan artificial como se pueda", decía Oscar Wilde. Llenos de serpientes con ojos ambarados, unicornios y medusas art déco, los dibujos de la italiana Angela Trentin recuerdan al decadentismo inglés en su perpétua búsqueda por la belleza aún a costa de la naturalidad. Los colores de inspiración modernista, débiles y desgastados, rematan motivos bellos aunque turbadores.

Bajo el nombre de la artista, en la escueta página web que presenta su trabajo, no hay presentaciones ni datos biográficos, sólo un enigmático título: "Este es un lugar hambriento".

"Un mundo dividido en dos grupos"

Así resume la diseñadora e ilustradora lo que quiere transmitir con su universo personal: "En estos últimos años he madurado la idea de un mundo con personas y animales que he dividido en dos grupos: los hambrientos y los indolentes. Los primeros desean, sueñan y corren; los segundos permanecen quietos y no van a ningún lado".

Confiesa estar obsesionada por lo que la feminidad representa: "Desde pequeña, mi pasión es pintar y dibujar mujeres". Son frías y observan al espectador de frente, fijando un objetivo en cada mirada, volviendo al discurso de hambrientos e indolentes. "Yo prefiero a los hambrientos. Me considero hambrienta", dice Trentin sin reparos.

De la comisura de los labios gruesos de sus protagonistas asoma una gota de sangre. "Es un símbolo de la pasión, de aquello que nos hace estar vivos".

Cuando diseña su "mundo hambriento" escucha en bucle una lista de canciones que a veces deja que se repita 30 veces. Entre los artistas no hay conexión. Se mezclan el Concierto para Piano número 2 de Rachmaninov, Beautiful Burnout, de Underworld, o L'amour est un oiseau rebelle (de la ópera Carmen de Bizet) interpretada por Maria Callas. Todas comparten la lujuria, el ansia y la palidez de las pinturas de Trentin.

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