Cold Cave ilumina el Jack Daniel's Music Day

Cold Cave.
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Cold Cave.

Montar un festival por primera vez es como una partida de póker. Tienes que guardarte un as en la manga para cerrarlo en el cénit de la noche y dejar al público con ganas de seguir dándolo todo. Y así lo entendieron este sábado en Barcelona en el Jack Daniel's Music Day, un recién nacido en el circuito musical de la capital catalana que celebraba su primera edición. ¿El as en la manga? Cold Cave, una de esas bandas que son irresistibles a las tres de la mañana cuando al personal lo único que le interesa es darlo todo en la pista.

Y los neoyorquinos se dejaron en el tintero algunos de los grandes éxitos de su debut, Love comes close, que ya mostraron en el último Primavera Sound. Pero a cambio desgranaron con precisión lo mejor del Cherish the light years, un nuevo trabajo que suena rematadamente mejor en directo que vía Spotify. Pero antes del subidón hubo tiempo para catar un cartel variado, que comenzó con Chinarro a primera hora de la noche y que fue pasando del estilos tan variados como el country de los Arizona baby o el pop sesentero de Franki Rose & the outs que apareció con una formación diferente a la que paseó por el Primavera Club hace unos meses.

En el escenario grande, los peces gordos. Hacía tiempo que no se veía a We are scientists por nuestro país. Con escuchar el último disco se puede entender fácilmente el motivo. Aún así, el trío supo regar el setlist de los hits que les pusieron en boca de todos los modernos malasañeros, Nobody move, nobody get hurt es un buen ejemplo de esta línea. Ya entrada la noche, Nada Surf salieron a respaldar su cartel de cabezas de cartel. Repertorio sólido en el que no faltaron temas de su último disco de versiones, incluida una interesante revisión de Enjoy the silence.

Gracias al cambio climático la temporada festivalera comienza cada año con mayor antelación. Si hasta ahora era el SOS murciano el que hacía los honores, el liderato se lo ha arrebato este año el Jack Daniel', y con razón. Una noche espléndida acompañó durante una velada a la que hay que sumar una buena organización para una primera edición, ambiente lúdico pero sin el amontonamiento que sufrimos en el Primavera pero que, eso sí, acabó demasiado pronto. La idiosincrasia barcelonina; aunque montes un festival en mitad de una montaña apartado de cualquier signo de civilización hay que apagar el sonido antes de las seis, no se vayan a enfadar los vecinos.

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