Salen a la luz fotos inéditas del rodaje de la serie Twin Peaks

  • Fueron tomadas por uno de los actores, Richard Beymer.
  • Ponen copias a la venta a 37 dólares en una web de Estados Unidos.
  • Siguen celebrando los veinte años de la emisión de la serie (1990-1991).
Las actrices de Twin Peaks se convirtieron de inmediato en símbolos sexuales. Meses después del estreno de la serie, Sherilyn Fenn apareció en la portada de Playboy.
Las actrices de Twin Peaks se convirtieron de inmediato en símbolos sexuales. Meses después del estreno de la serie, Sherilyn Fenn apareció en la portada de Playboy.
Playboy, diciembre 1990
Las actrices de Twin Peaks se convirtieron de inmediato en símbolos sexuales. Meses después del estreno de la serie, Sherilyn Fenn apareció en la portada de Playboy.

Fue la primera teleserie con la que muchos nos morimos de miedo. También la primera con la que, a pesar de no entender buena parte de lo que sucedía o por qué sucedía, invitamos al salón de casa a Bob, un serial killer inmaterial, un parásito alimentándose de tu propio miedo.

Al apagar la tele sabías que Bob podría estar esperándote tras el espejo del cuarto de baño, a los pies de la cama del dormitorio, entre los pliegues de las sábanas, en los páramos del sueño...

Twin Peaks. El topónimo es tan potente como Guernica, Dallas o Fukushima. Lo escuchas y algo hace off por dentro. Entonces llega la voz, que es tu voz: “Fuego, camina conmigo”.

Hace 21 años que empezó a emitirse, en abril de 1990, y casi 20 que finalizó, en junio de 1991. Fueron 29 capítulos en dos temporadas. Primero en la ABC estadounidense. Después, en todo el mundo catódico.

A España la trajo Tele 5, casi recién nacida, la privada de Berlusconi, la Once y Chocolates Trapa -una combinación que ni Killer Bob entendería-. La emitían tarde, como si la vulgar dinámica de los relojes pudiese alejar a los monstruos.

Antes insertaron una campaña de prensa en los periódicos. Era una cuenta atrás diaria, persuasiva, difícil de evitar: "Laura Palmer ha sido asesinada"; "nadie sabe quien la mató"; "todo el mundo pregunta quién la mató"; "sólo hay una pista: sabemos dónde fue encontrado su cadáver. Descúbrelo mañana"; "Si no ves mañana Twin Peaks, pasado mañana no sabrás de que hablan todos”...

El cebo era tan sabroso que picamos muchos. Fuimos peakers -como se hacen llamar los yonquis de la serie- antes incluso de ver a la hermosa Laura pálida como un vaso de leche y envuelta en plástico.

El primer capítulo, el inolvidable episodio piloto, lo televisaron en España el 15 de noviembre de 1990. Arrasó con una audiencia de 3.338.000 espectadores y el 57,6% de share (y eso que Telecinco sólo emitía por entonces en Madrid, Barcelona, Valencia y Sevilla).

Cuando acabó la primera temporada sin que gran el misterio quedara resuelto, miles de espectadores colapsaron las líneas telefónicas de la cadena. Todos hacían la misma pregunta a las indefensas telefonistas: “¿Quién mató a Laura Palmer?”. Rappel lo predijo. Rappel, como siempre, se equivocó. Lo supimos en la segunda temporada y, aunque a uno le entran ganas de ponerse a repartir spoilers, tranquilos, no lo haré. Quiero que haya más peakers para, entre todos, enfrentarnos a Bob.

En enero de 1991, Twin Peaks ganó tres Globos de Oro: mejor serie dramática, mejor actor (Kyle McLachlan) y mejor actriz de reparto (Piper Laurie, la fanática madre de Carrie en la película de 1976).

"La serie que cambiará todas las series"

Pero los premios dicen poco, casi nada, sobre el impacto, la patada social (“¿quién demonios mató a Laura Palmer?” era la pregunta que te hacías varias veces al día, cada día) y el cambio permanente en el modo de escribir, producir y rodar teleseries que David Lynch y Robert Frost ejecutaron (mediante una compañía independiente para mitigar las presiones de las cadenas).

También fue el tiro de gracia a la vieja escuela de la soap opera plana y sin aristas (“la serie que cambiará todas las series”, predijo la crítica con más acierto que Rappel); la indagación en la vida oculta de todo conjunto social, de toda persona (el susurro permanente que recibe el espectador de Twin Peaks es: “eres limpio, pero escondes tu suciedad; eres bueno, pero te gusta la maldad”); la consideración del público televisivo como comunidad inteligente a la que también se puede entregar una historia con agujeros negros, locura y humor macabro...

Desde 2010 están celebrando el vigésimo cumpleaños de Twin Peaks, de Bob y su imaginario: la Señora del Leño, las tartas de cereza (que  Kyle McLachlan, por cierto, odiaba), los métodos deductivo-tibetanos del agente especial del FBI Dale Cooper, la banda sonora magistral y sedosa de Angelo Badalamenti (que fue número uno en ventas ¡en España! y que a estas alturas todos somos capaces de silvar), la forma en que la bomba sexual Sherilyn Fenn (apareció en las páginas centrales de Playboy con el título Fenn Fatale) se mete en la boca el rabito de una cereza y lo saca convertido en un lazo para atarte)...

Y hay más: el enano que habla al revés y baila como nadie, de la habitación roja, del motorista bueno y el camionero satánico, del puticlub más allá de la frontera, del policía que llora ante un cadáver, de las cintas que Cooper graba para la invisible Diane ( “espero que no te importe que grabe esto para ti aunque está claro que son para mí, pero es reconfortarte saber que alguien está en mi interior”), de las infinitas tazas de café que beben los personajes (“más negro que la medianoche en una noche sin luna”), de las chicas-Lynch, ante las cuales las de Almodóvar quedan como lo que son, carmelitas descalzas...

El año pasado organizaron en Los Angeles (EE UU) una convocatoria para que artistas plásticos rindiesen homenaje a la huella de Twin Peaks. En la muestra, titulada  In the Trees, participaron Glenn Barr, Tim Biskup, Scott Campbell, Amy Casey, Paul Chatem y otros. Todos son bastante avant-garde y, al igual que el creador de la serie, David Lynch, creen que la malignidad pura está flotando en el aire en el que también vuelan los gorriones.

Ahora el colectivo organizador de la celebración saca a la venta (a 37 dólares la copia) las casi inéditas fotos (sólo se habían difundido en circuitos limitados) que hizo durante el rodaje el actor Richard Beymer, que interpreta el papel del amoral hombre de negocios Benjamin Horne, padre del personaje de Sherilyn Fenn.

Mientras tanto, Lynch prosigue con su errática búsqueda de fortuna. Tras reconvertirse este año en productor-promotor de música online, editó su primer disco como solista, el vulgar Good Day Today, convocó un concurso internacional de videoclips (concurrieron 450 piezas y ganó, según decisión personal de Lynch, Arnold de Parscau) y la semana pasada dirigió la retransmisión por YouTube de un concierto de Duran Duran.

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