Gran antología sobre los 'Viajes imaginarios' de Hugo Pratt, padre de Corto Maltés

  • La Pinacoteca de París expone casi 200 acuarelas y los 164 dibujos originales de 'La balada del mar salado', que inauguró en 1967 el género de la novela gráfica.
  • El lenguaje del cómic de Pratt es "más literario, más gráfico, menos industrial".
  • Descendía de una familia judía de Toledo, aprendió a dibujar en Etiopía y se fraguó como autor en Argentina.
El gran héroe de los comics de Pratt, el marinero idealista Corto Maltés, aparece aquí en la acuarela La jeunesse, de 1985.
El gran héroe de los comics de Pratt, el marinero idealista Corto Maltés, aparece aquí en la acuarela La jeunesse, de 1985.
Hugo Pratt / © Cong SA, Lausanne
El gran héroe de los comics de Pratt, el marinero idealista Corto Maltés, aparece aquí en la acuarela La jeunesse, de 1985.

"Cuando quiero relajarme, leo un ensayo de Engels. Cuando quiero algo serio, leo a Corto Maltés". El escritor italiano Umberto Eco no declara tamaña enormidad con ánimo de hacerse el esnób o dar un titular a los medios. El consejo es certero: nada mejor para saber de qué van la vida y el mundo que los álbumes del héroe de las historietas de Hugo Pratt (1927-1995).

Los viajes imaginarios de Hugo Pratt, una vasta antología de la obra del dibujante italiano, se exhibe (del 17 de marzo al 21 de agosto) en la Pinacoteca de París.

Consta de casi doscientas acuarelas, muchas de ellas muy poco conocidas, imágenes históricas y las 164 planchas originales  con los dibujos del libro más aclamado de Pratt, La balada del mar salado (1967), la obra que revolucionó el lenguaje del cómic moderno e inauguró un género, la novela gráfica.

De modo muy apropiado dado el radical cosmopolitismo de Pratt, una persona  que siempre despreció las fronteras y consideró a todo ser humano como patriota del mundo, la exposición no se vertebra por obras o fechas, sino por paisajes (hay apartados dedicados al desierto, las islas, las ciudades), el sexo (hombres,mujeres), la raza (indios de las praderas)...

Un héroe del cómic en las Brigadas Internacionales

Una sección más está dedicada a otra de las presencias constantes en la producción gráfica de Pratt, los soldados. Como su gran personaje, Corto Maltés (que desaparece tras alistarse en las Brigadas Internacionales de la Guerra Civil española), el dibujante idealizaba la condición del combatiente por motivos de conciencia.

Descendiente por vía materna de una familia judía maronita de Toledo (la madre de Pratt se llamaba Evelina Genero) y nacido por accidente (unas vacaciones familiares) en Rimini y criado en Venecia, Pratt vivió de los 10 a los 16 años en la entonces colonia italiana Etiopía, donde su padre era un técnico en carreteras que fue alistado como soldado en la II Guerra Mundial. Tras la muerte de éste en un campo de prisioneros, el hijo regresó a Italia, viajó por Europa y terminó emigrando a Argentina, donde fue contratado en una editorial.

"Aprendí a dibujar en Etiopía y a escribir en Argentina", solía decir cuando le preguntaban de dónde procedían sus cómics manchados, pesados, y las historias calientes y apasionadas que contaban.

Viajero impenitente, casi nómada, refractario a la idea del turista panzón, Pratt se integraba en una tribu de Tanzania o una aldea de Java, en un rancho de ovejas de la Patagonia o en un pueblo de Laponia. Llevaba hasta el extremo la idea de que lo importante no es el destino, sino el viaje, que tomó de su amado Robert Louis Stevenson, el autor de La isla del tesoro, que adaptó a cómic.

Quiso ser dibujante desde los 12 años

Si los referentes literarios del padre de Corto Maltés eran de altura (Jack London, Joseph Conrad, Herman Melville, Rudyard Kipling y, sobre todos ellos, justo tras Stevenson, Jorge Luis Borges), los gráficos no se quedaban atrás. Pratt quiso ser dibujante de cómics desde los 12 años, cuando descubrió la serie Terry y los Piratas, de Milton Caniff.

Pratt publicó su primera historieta en 1945 pero no despuntó con estilo propio hasta la década de los años sesenta. Cuando publicó La balada del mar salado se convirtió en un ídolo. En los ochenta se calculaba que se habían vendido ocho millones de ejemplares del libro.

En el catálogo de Los viajes imaginarios de Hugo Pratt, donde ningún experto duda en elevar al dibujante a la categoría de uno de los grandes artistas del siglo XX. El crítico Thierry Thomas ensalza el uso de la acuarela para “cancelar las formas” y el director de la Pinacoteca de París, Marc Restellini, situa al dibujante en un plano distinto al de los demás, más literario, más gráfico y menos industrial.

Al fallecer Pratt, Umberto Eco escribió en un ubituario titulado Hugo Prat ha fallecido, pero nos queda Corto. Decía: “Al menos dos generaciones de este siglo recordarán los grandes mitos creados por Pratt. Un formidable narrador además de dibujante (pero ¿hubiera sido tan gran narrador sin ser dibujante?)”.

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