No hay quien pueda con él, no hay forma de meter mano a David Nalbandián, el tenista en mejor forma del mundo. Es inabordable, una vez recuperado de sus lesiones, reducidos sus kilos de más y aparcada su afición a la noche y a las compañías femeninas. Ha sentado su cabeza y su nuevo entrenador, Martín Jaite, está exprimiendo su inmensa calidad cuando coge una raqueta.

Hace dos semanas, en el Másters de Madrid, Nalbandián se deshizo de Djokovic, Nadal y Federer, números 3, 2 y 1 del mundo. Después viajó a la capital gala, para jugar el Másters de París-Bercy. Allí volvió a ventilarse a Federer en cuartos. Hoy, en la final, tenía a Rafa Nadal enfrente: le aplastó (6-4 y 6-0) en 69 minutos. Quizás fue una pequeña venganza por tantas derrotas frente al español a los mandos de la playstation.

"Espero que baje un poco el ritmo, porque así no hay manera", dijo al término del partido un resignado Nadal, que perdía su primer partido en la capital de Francia, donde siempre había ganado. El tenista mallorquín sólo pudo jugar durante el primer set, hasta que Nalbandián le rompió el servicio y se encaminó hacia la victoria en ése parcial.

Después, llegó el rosco del segundo set, con poco que explicar: Nadal lo intentó de mil maneras pero el punto siempre terminaba en el casillero de David. El curso enfila ya su último torneo, la Copa Másters de Shanghai. Los ocho mejores tenistas acudirán a China. Paradójicamente, Nalbandián, el 9 del ránking no estará. Espabiló tarde y pese a que la baja de Roddick podría darle el billete para la cita él lo tiene claro: "Como suplente no voy a ir".