Todos los ciclistas profesionales deberán disponer el año próximo de un pasaporte biológico, en el que estarán registrados sus niveles sanguíneos y urinarios, lo que permitirá detectar cambios anormales en los mismos, indicio del uso de prácticas dopantes, anunció ayer la responsable antidopaje de la UCI, Anne Gripper. Este instrumento «permitirá establecer el perfil hematológico y de esteroides y vigilar más eficazmente si un corredor ha recurrido a manipulaciones dopantes», señaló Gripper. Con este nuevo sistema, la UCI espera poder acabar con el dopaje de las autotransfusiones de sangre, indetectables en la actualidad.
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