Paloma, una crack del footbag: "Si me pongo con Cristiano doy más toques que él, fijo"

  • Esta madrileña, nacida en México, es la actual subcampeona mundial de footbag, una modalidad deportiva de acrobacias y equilibrios que bebe del hacky.
  • Paloma, la única mujer entre los ocho practicantes de esta modalidad a nivel estatal, se ha marcado como objetivo para 2015 el título mundial, en Copenhague.
  • Descubrió este deporte en la universidad y lo perfeccionó a través de un club: "Desde el minuto uno comprendí que eso estaba hecho para mí".
  • "Me dicen que esto es algo para gente desocupada, para perroflautas… Espero que la gente pueda pasárselo en su vida la mitad de bien de lo que lo hago yo".
La practicante de footbag controla un par de bolas durante una exhibición en la Plaza de Oriente de Madrid, ante el Palacio de la Ópera.
La practicante de footbag controla un par de bolas durante una exhibición en la Plaza de Oriente de Madrid, ante el Palacio de la Ópera.
@footbagspain
La practicante de footbag controla un par de bolas durante una exhibición en la Plaza de Oriente de Madrid, ante el Palacio de la Ópera.

Pasarse un objeto con pies (o manos) sin que caiga al suelo es un entretenimiento de lo más extendido que todos habremos visto, si no practicado, en alguna ocasión. El balón es el útil rey para este fin, también están las palas para la playa, pero el saquito hacky le va a la zaga a las dos. Y de éste último, sin olvidar el primero, emerge el footbag, una versión competitiva y reglada de este complejo equilibrismo con los pies. Aunque lo de serio es un eufemismo.

“Es muy divertido”, proclama Paloma Pujol Mayo, practicante de esta modalidad con muy pocos practicantes en España. “Somos ocho en todo el país y yo soy la única chica. Y ahora que me veo cerca de los 30 años [tiene 28] pienso que es el momento de dar un paso adelante y ser la mejor del mundo”, sonríe. Y motivos tiene para pensar así, toda vez que en los últimos mundiales se proclamó subcampeona mundial. Los próximos, del 26 de julio al 2 de agosto en Copenhague (Dinamarca).

Paloma, con un primer apellido de resonancias futboleras (“pero el mío lleva “jota” y yo soy del Real Madrid”, indica) lleva catorce años practicando footbag. Lo descubrió en el instituto, jugando con sus compañeros. O dio un primer paso. Allí se encontró con el hacky, una modalidad que impulsaron un par de fisioterapeutas californianos como método de rehabilitación y que acabó mutando a su vez hacia el footbag.

“Resultó que era mejor cualquiera de mis amigos y al final me ponían pegas hasta para jugar (ríe). Tenía necesidad por conocer nuevos trucos, por profundizar en acrobacias y un día un chaval me orientó sobre una dirección de Internet. Un día me acerque a una quedada en El Retiro, vi que tenían material especial y todo y desde el minuto uno comprendí que eso estaba hecho para mí. A los cuatro días ya estaba encargando mis zapatillas y mis bolas”, recuerda esta camarera madrileña que estudió Topografía, y por cosas de la vida nació en México, aunque sus padres son españoles.

Paloma, que se entrena unas diez horas a la semana en esta disciplina, y otras cinco con un balón “grande”, es una vieja conocida de la Puerta del Sol, donde despliega con otros compañeros, como Sergio  García, todas sus habilidades. “Sol es como mi segunda casa. Hacemos un show y todo lo que sacamos va para el viaje a los mundiales, explica.

Y es que el footbag no es exactamente como el hacky, con una vitola mucho mayor de pasatiempo.  Las zapatillas son especiales y las pelotas van más allá de un simple saquito: están recubiertas con una tela plástica más resistente y rellenas de bolitas metálicas para sumar entre 40 o 50 gramos, ya que el peso se mueve en este espectro para satisfacer los gustos de los jugadores. Y su elección. Pese a su material específico, sin embargo, una serie de prejuicios acompañan a esta modalidad.

Un gran despliegue físico minusvalorado

“Me dicen que esto es algo para gente desocupada, para perroflautas… Espero que la gente pueda pasárselo en su vida la mitad de bien de lo que lo hago yo entrenándome”, bromea. Y añade: “Yo llevo rastas, piercings, tatuajes y la imagen parece que te lleva por un lado concreto. Ni fumo, ni bebo… ¡Y ni tan siquiera hago vida nocturna para entrenarme bien y de forma descansada!  Me encanta practicar footbag, es como una lucha constante contra ti mismo, una búsqueda de querer superarte en cada entrenamiento”. Y prepararse, garantiza, se preparan.

También está el fútbol con sus largos tentáculos que lo fagocitan todo y es recurrente, llegado el momento, que salga a colación la comparativa de los toques que le pueden ver a un futbolista en pleno posado, por ejemplo. “Somos deportes distintos, con algo en común pero pocas cosas semejantes”, simplifica Paloma, que también se atreve a hacer equilibrios con balones grandes.

“Si me pongo con Cristiano Ronaldo mano a mano, seguro que hago más toques que él, fijo (ríe). Pero es normal: él juega al fútbol y yo hago freestyle. Los toques de un futbolista no son iguales, son distintos. Para mi dar toques es algo muy sencillo. No sabría decirte cuántos doy exactamente, pero sí que puedo estar cinco, seis, siete, ocho, nueve minutos sin parar… El otro día, sentada, daría como 300. Y eso para calentar”, recuerda.

“Para mí un día perfecto s uno con sol en Madrid, en una placita, con música y algo para refrescarnos”, sonríe sobre los mimbres de un buen día de entrenamiento. La plaza de Ópera, Sol, Callao,...  ¿Y sobre la música, existen estilos más adecuados que otros? “Es algo personal, pero tienen cabida todos. Yo misma, por ejemplo, he descubierto que me mola la música clásica para entrenarme. La música electrónica, o con un ritmo más acelerado igual le va mejor para hacer más trucos y la más lenta, al mero disfrute del control”, reflexiona.

Paloma quiere competir en el cuadro individual de los próximos mundiales de modalidad, pero también formará pareja con Sergio García en otra disciplina por parejas mixtas. “Es como una competencia de gimnasia rítmica, también siguiendo una música”, resume Paloma; “Sergio también ha sido campeón mundial, peor la competición de los chicos es diferente. Hay más practicantes y lo que hacen una competición para un nivel, digamos, medio, y otra para un nivel más avanzado. La segunda requiere paso por la primera. Sergio ganó es a primera y en Copenhague asciende”.

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