La repentina muerte de Manolo Preciado ha conmocionado al mundo del fútbol, en particular, y del deporte, en general.

El exentrenador del Sporting y futuro del Villarreal (el viernes iba a ser presentado) ha fallecido en Valencia a los 54 años víctima de un infarto.

Este visceral cántabro tuvo una vida marcada por las tragedias familiares.

En 2002, su esposa Puri fallecía debido a un cáncer de piel. Solo dos años después, y sin apenas haberse recuperado de la muerte de su mujer, su hijo Raúl perdía la vida en un accidente de moto con solo 15 años. Pero la vida le tenía deparado otro duro golpe. En abril de 2011, su padre moría víctima de un atropello.

Una vida, por lo tanto, marcada por la tragedia y con la muerte siempre muy presente. Por todo eso, y, sobre todo, por su forma de ser, Preciado era muy querido en el fútbol español.

Con un carácter visceral, tuvo algún que otro encontronazo con sus colegas de banquillo. El más recordado fue el cruce de declaraciones que tuvo con Mourinho, técnico del Real Madrid. Un enfrentamiento que al final quedó en nada, ya que ambos hicieron las paces.

Siempre fue considerado uno de los entrenadores más carismáticos del fútbol español, ya que se había granjeado el cariño de aficionados, profesionales del fútbol y medios de comunicación por su cercanía, su temperamento y su afabilidad.