Luis León Sánchez se erigió en el gran triunfador de la octava etapa del Tour de Francia tras imponerse al sprint a sus tres compañeros de escapada y redondear su segunda victoria en tierras galas, justo un año después de la primera.

Ese primer éxito en 2008 supuso un antes y un después para  el ciclista murciano:  "Hace un año que gané y cambió mi forma de pensar. Se ha vuelto a ver que cuando confías en ti mismo es todo más fácil, aunque ganar una etapa aquí es muy difícil".

El corredor de 25 años cree que recibe un apoyo adicional desde las alturas: "Mi hermano León me ha ayudado desde el cielo a conseguir la victoria tan importante para el equipo; montaba conmigo en la bici, hicimos los primeros años juntos, luego él renunció a pasar a profesionales y después murió en un accidente de moto. Siempre le dedico las victorias".

"Me acuerdo también de la gente que se ha quedado en casa por los motivos que todos sabéis", añadió, en referencia a Valverde.

Sufrimiento y contrariedades

La vida de Luis León Sánchez, a diferencia de otros deportistas criados entre privilegios, ha estado salpicada de sufrimiento y contrariedades, lo que le ha forjado una personalidad robusta, como se ha podido apreciar en la segunda etapa pirenaica.

Sus inicios sobre la bici no respondieron a una vocación natural. Más interesado en principio en el fútbol, como su hermano Pedro, jugador del Valladolid, el ciclista de Caisse d'Epargne comenzó a dar sus primeras pedaladas regularmente para acompañar a su padre, ex policía nacional víctima de un atentado de ETA en Bilbao que le lastimó la pierna izquierda y le obligó a una dura rehabilitación.

Su hermano fallecido, León, también salía con ellos. Varios años después, en 2005, pereció en el citado accidente. Otro drama familiar que sumar al de la muerte de una hermana al poco de nacer.

Luis León, lejos de arrugarse, continúa su imparable ascensión como ciclista y cada hazaña que firma va en memoria de su difunto hermano.