El Getafe salió al partido como lo viene haciendo esta temporada, con el balón, presionando y mandando. Riki no tardó en entrar en calor y trató de sorprender a un adelantado Arnau desde fuera del área, pero el guardameta llegó lo justo para tocar el esférico y desviarlo por encima de la portería.

El Málaga, dormido en el comienzo, despertó de su letargo, y de qué forma. En la primera llegada que tuvieron los de Tapia un motivadísimo Calatayud tuvo que lucirse, con una parada a Anderson que bien valía el 0-1 en el Coliseum.

La defensa del Getafe no supo reaccionar en una contra perfecta y Nacho controló un envío largo en diagonal, fue más rápido que Belenguer y batió de tiro raso ajustado al palo de la portería que defendía el arquero local. Después, el Málaga volvió a desaparecer, en buena parte por mérito del Getafe, que metió de nuevo ritmo a un partido que empezaba a ser bastante aburrido.

Los blanquiaules, de dorado y negro, perdieron en quince minutos la ventaja en el marcador, los mismos que utilizó el Getafe para reencontrase con el gol. Entre Güiza, que no marca pero regala tantos a sus compañeros, y Paunovic, que todo lo que toca últimamente lo mete, batieron a "lo paro todo" Arnau.

Primero el serbio, que aprovechó el rechace de su primer disparo, para poner las tablas en el luminoso. Y luego el gaditano, con una jugada personal en la banda derecha, de la que sacó, en medio metro, un pase en la línea de la portería visitante para Paunovic, que finalmente convirtió un jugador del Málaga en propia meta.

El partido se fue con el 2-1 al descanso, aunque Tapia recargó las pilas a los suyos en el vestuario y tardaron sólo siete minutos en empatar, por medio de Juan Rodríguez.

El pase de la muerte de Hidalgo y la recepción del autor del cuarto gol, sacaron los colores a la defensa azulona, que acusó especialmente la ausencia del argentino Matellán. Luego el juego comenzó a trabarse, fruto de la tensión.

El Getafe volvió a lo de las últimas jornadas: creaba ocasiones, como la de Riki y Güiza, llegaba, pero no transformaba, hasta que apareció de nuevo un Veljko Paunovic en estado de gracia, que sorprendió, con la suerte de su lado, por tercera vez en la tarde a Arnau.