El guardameta del Real Zaragoza "Miguel" Martínez puso la nota triste en la concentración del equipo aragonés al acabar la rueda de prensa que dio llorando al sentirse maltratado por el club, que quiere fichar ahora otro portero cuando le habían dicho que no era una prioridad.
El intento de contratación del guardameta del Athletic de Bilbao Daniel Aranzubía por parte del Real Zaragoza ha sido el desencadenante de esta situación.
"Creo que tengo el futuro bastante negro. Me da pánico hasta coger un periódico. A ver lo que pasa y si traen otro guardameta la intención es mancharme porque no quiero estar de tercer portero otro año mas pues sería dar un paso atrás", indicó el cancerbero riojano, que añadió que lo estaba pasando mal.
"No veo lógico otro portero. Está claro que si lo fichan yo sería el tercer portero y solo estaría para sentarme en el banquillo en caso de lesión de César. Creo que para eso hay chavales del filial que podrían hacerlo perfectamente porque están capacitados para jugar en el filial y ser el tercer portero", añadió.
Miguel se lamentó de que nadie del club había hablado con él en dos años ni le habían dicho si estaban contentos con su trabajo o si lo estaba haciendo bien o mal: "son cosas que echas en falta y te duelen. No sé si es porque soy de la cantera y me llamo Miguel pero las cosas son así".
Por ello fue él quien preguntó si contaba para ser el segundo portero o el club llevaba la idea de fichar a alguien. La respuesta, según explicó Miguel, fue que no era una prioridad contratar a otro guardameta y que estaban contentos, que querían que se quedase.
Igualmente señaló que si no confiaban en él se lo podían haber dicho antes, porque a las alturas de pretemporada en que se está casi todas las plantillas están cerradas o al menos la inmensa mayoría, con el agravante además de que lleva dos años sin jugar y eso supondrá un freno para los equipos a la hora de contratarle.
"Si me lo dicen a la cara hace tiempo y tengo tiempo para buscarme la vida lo habría aceptado pero ahora la cosas son mas complicadas", se quejó el portero de Logroño.
El cancerbero dijo que estaba cansado de ser "el Miguel bueno, el que nunca protesta" y cuando añadió que lo estaba pasando mal no pudo seguir hablando porque rompió a llorar.
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