"Río de Janeiro no estaría como hoy sin los Juegos como catalizador (...) La historia hablará de una Río de Janeiro antes de los Juegos y de una ciudad muy distinta tras los Juegos", declaró Bach pese a la dura crisis política y económica que atraviesa Brasil.
Las preocupaciones por los Juegos han sido constantes mientras el país se hunde en una severa recesión y los actos de corrupción en la asignación para las obras de las instalaciones olímpicas se hacen evidentes. Mientras, un 60% de los brasileños cree que la cita generará más daños que beneficios al país, de acuerdo a un sondeo.
Además, la ciudad de Río de Janeiro, responsable por un 25% de los 12.200 millones de dólares (10.800 millones de euros) de gastos destinados a los Juegos, declaró la emergencia fiscal en junio, por lo que recibió fondos federales para pagar a sus empleados y a los jubilados.
"Ha sido un recorrido difícil. La crisis política y económica en el país no tiene precedentes", destacó Bach, que reconoció que los organizadores pasaron por siete duros años de preparativos desde que el COI designó a Río como sede de los Juegos.
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