Ana Pérez: "Sigo estudiando porque sé que no voy a vivir de la gimnasia"

La gimnasta Ana Pérez, en Montreal.
La gimnasta Ana Pérez, en Montreal.
EFE
La gimnasta Ana Pérez, en Montreal.

Es la gimnasta española del momento, y ella lo sabe. Con solo 19 años, Ana Pérez está llevando a la gimnasia española a lo más alto. Ahí donde solo llegan las mejores. Como a la final del Mundial de gimnasia artística disputada hace unos días en Montreal, en la que fue vigésima. Un éxito para todos, salvo para ella, que esperaba aún más.

La 20 del mundo, ¿a qué le sabe eso?

Es un buen resultado, pero teniendo en cuenta mi clasificación y que en la final no competí bien del todo, pienso que podía haber quedado mejor. El resultado se me queda un poco corto.

¿Esperaba más?

Sí, porque sé que podía haber competido mucho mejor el día de la final.

Así que no se conformaba por entrar en la final...

Ese era uno de los objetivos, pero, una vez dentro, la intención era quedar lo más arriba posible.

¿Eso no supone más presión a la hora de competir?

Yo soy una persona que se exige mucho. Siempre me dicen que no debo presionarme tanto, pero es algo que no puedo evitar.

¿Y qué hace para sobrellevarlo?

Depende mucho de la competición. Hay que pensar que el ejercicio lo has entrenado cada día, que te sale bien y que no hay que cambiarlo ni por presión, ni por nervios, ni por nada. Es algo complicado, pero hay que hacerlo. Poco a poco voy aprendiendo a competir con esa presión.

¿Cómo ve la situación actual de la gimnasia española?

Vamos para arriba. Este nuevo ciclo olímpico lo hemos empezado con ganas, con nuevas incorporaciones al equipo y, de cara a Tokio, vamos a poder estar arriba luchando con las mejores por estar ahí.

¿Los Juegos son el objetivo?

Sí, la meta principal es clasificarme con el equipo para Tokio 2020.

Eso, en conjunto. ¿Y el suyo personal?

Seguir creciendo deportivamente, aumentar la dificultar y, a la hora de competir, hacerlo bien y lograr los mejores resultados posibles.

Empezó en la gimnasia muy pequeña. ¿Qué le enganchó?

Sí. Empecé porque mi hermano hacía gimnasia y fui a verlo y me gustó. Aluciné con lo que hacían las niñas y yo quise aprenderlo y me acabé enganchando. Este es un deporte en el que hay que empezar muy pronto, porque la carrera de una gimnasta no suele durar mucho. Con 24 o 25 años la gente se suele retirar y para competir a nivel absoluto, con 16 años ya tienes que estar ahí.

Al ser un deporte de poco recorrido, ¿tiene un plan B?

Sí, yo sigo estudiando, porque sé que no voy a vivir de esto. Sigo con mis estudios para tener algo a lo que agarrarme cuando salga de la gimnasia.

Y siempre con el apoyo de su familia...

Tengo la suerte de que tengo una familia que me apoya, me comprende, me anima y que, cuando tiene que regañarme, también lo hace.

¿Gestiona mejor los éxitos o los fracasos?

No es fácil. A lo mejor un día entrenas genial y al siguiente se te queda pillada la espalda y ni te puedes ni mover. Pero hay una cosa que se llama perseverancia y hay que saber trabajando para que acabe saliendo. La gimnasia es un deporte que necesita mucha repetición.

¿Cuál es su principal temor?

Yo creo que el de cualquier deportista: las lesiones. Pueden llegar en el peor momento, cuando mejor estas de forma, y no puedes hacer nada para remediarlo. Además de las lesiones, también está el 'y si'. ¿Y si compito y no me sale bien? ¿Y si fallo y me quedo a las puertas? Es un poco complicado.

Se mudó a Madrid con 16 años ¿Cómo fue dejar su Sevilla natal?

Al principio fue bastante complicado, los primeros meses he de reconocer que lo pasé mal. Dejé allí a la familia, a los amigos, cambié totalmente el sistema de entrenamientos, de clases, a mitad de curso, encima... Fue duro.

¿Cómo es ahora su día a día?

Por la mañana tengo clase. De 11 a 14 horas entreno. Después una horita para comer. Después clase de nuevo y de 17.30 a 21 horas, entrenamiento.

¿Y cómo lo aguanta?

Pues imagínate, es bastante duro. Porque después de todo el día tienes que seguir estudiando, pero llegas a la habitación por la noche y lo que menos te apetece es ponerte delante de un libro (risas).

¿Se permite algún capricho?

Sí. Los domingos sí que solemos salir por las mañanas. Vamos de compras, si se alarga comemos fuera... Pero claro, todo depende de si tenemos que estudiar o de si estás más o menos cansada.

¿Siente que ha madurado más rápido que otras chicas de su edad?

Sí. El hecho de mudarte de ciudad con 16 años, sola, te vuelve mucho más responsable y madurar mucho más que las niñas de esa edad que viven en sus casas y que, a lo mejor, sus padres tienen que estar encima de ellas para que hagan tal o cual cosa. Nosotras no, nosotras nos ponemos nuestro despertador y para arriba sin que nadie te achuche.

¡Por la cuenta que les trae!

Sí, sí (risas).

¿Algún ídolo?

No sabría qué decirte uno en concreto, me gusta el deporte en general y me fijo en todos.

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