Una goleada ante un rival tan débil como Liechtenstein (8-0) no debe, desde luego, hacer que la euforia se desate, pero la nueva España de Lopetegui sí deja sensaciones que permiten que el aficionado se ilusione con esta nueva etapa. Ocho goles y una gran segunda mitad hacen que el proyecto de la selección española arranque con éxito y buen sabor de boca.

Eso sí, la primera mitad dejó ciertas dudas. Pese al dominio abrumador de la Roja y el gol tempranero de Diego Costa, que remató muy bien de cabeza una falta lateral botada por Koke, se vio a una España excesivamente plana, sin ideas, creando poco peligro ante un rival que se limitó a defender atrás, muy atrás.

Además del gol de Costa, solo hubo una clara ocasión más, en un disparo de Koke que un defensor rival sacó bajo palos. Escasísimo bagaje, sin duda, viendo el rival.

Pero el paso por los vestuarios, unido a la salida al campo de Nolito, revolucionó a España. Con dos jugadores puros en las bandas, las ocasiones empezaron a llegar una tras otra, con Liechtenstein desbordada ante el vendaval que se le vino encima.

Primero fue Sergi Roberto, que ocupó el lateral derecho, el que aprovechó un gran pase del propio Nolito. Después Silva culminó una gran jugada de Vitolo, y un minuto después Vitolo una de Silva. Y Diego Costa completó su doblete con otro cabezazo a rechazo de su propio tiro. En apenas cuarto de hora, España había pasado del exiguo 1-0 al impresionante 5-0.

La buena actuación de Diego Costa dio paso a la de Morata, que salió en sustitución del hispano-brasileño y marcó dos goles aprovechando la mala noche del portero luxemburgués Jehle. Y la fiesta la completó Silva, al que le anularon un gol y a continuación marcó el 8-0.

Inmejorable manera de iniciar la reconquista del Mundial perdido hace algo más dos años en Brasil, con buenas sensaciones, goles y jugadores ganados para la causa como Diego Costa.