La vegetación hecha arte en el Museo del Prado

Visitar con Eduardo el museo del Prado es hacerlo con otra mirada. La que se fija en detalles que para el común de los mortales suelen pasarnos desapercibidos. Pero él es botánico, jardinero, y ahí El Prado también es un paraíso. "El museo del Prado es un universo muy rico en plantas. Aparecen detalles botánicos que son muy cautivadores", nos explica. Y si es cuestión de fijarse, 'El Jardín de las delicias' es una delicia artística... y vegetal. "El Bosco, a través de varias plantas, las unía, para crear una planta única y excepcional", relata Eduardo Barba Gómez, que acaba de publicar 'El jardín del Prado' (Editorial Espasa). De las quimeras del Bosco, a un Patinir que no pierde detalle de la flora. "Nos encontramos iris al pie del estanque, la dedalera, el saúco... Como un personaje más de la escena". 

Almudena ha estado meses restaurando La Anunciación de Fra Angelico que hoy luce como un vergel. "Para restaurar un cuadro es importantísimo conocer todo sobre el cuadro. Toda la profundidad del jardín, toda la colaración de las diferentes flores. Creo que para el espectador transmite mucho mejor que hace unos meses", indica Enrique Quintana, coordinador jefe de restauración y documentación técnica del museo del Prado, que alaba así la colaboración de Eduardo en ese proceso. 

En definitiva, un recorrido distinto, que en 'El descendimiento' de Van der Weyden se detiene en una esquinita, en la milenrama, que cura las heridas. O la chiribita que pasa desapercibida en 'La crucifixión' de Juan de Flandes. Y que pese a su sencillez, a poder encontrarla en cualquier jardín, no está ahí por casualidad. "La chiribita", relata Barba, "tiene una simbología de resurrección. Es una planta que empieza a florecer en la primavera". Con la que renacemos, tras este viaje, a la realidad de la vida y la belleza cotidiana que podemos encontrar.