China da un nuevo paso en la carrera espacial a la Luna: desarrolla un motor más potente que el de la NASA

La intención de China es enviar a humanos a la Luna antes de 2030 con un Long March 9.
La intención de China es enviar a humanos a la Luna antes de 2030 con un Long March 9.
AP
La intención de China es enviar a humanos a la Luna antes de 2030 con un Long March 9.

China ha probado recientemente su nuevo propulsor para su cohete Long March 9, con el que pretende instalar una base permanente en la Luna. Este paso hacia adelante del país asiático es clave en la carrera espacial de las grandes potencias mundiales, sobre todo después de que la NASA haya retrasado el lanzamiento de Artemis I hasta finales de año.

Según informa el diario South China Morning Post, el equipo detrás del diseño del propulsor asegura que la prueba del pasado martes fue un “éxito completo”. En gran parte, el resultado del ensayo se debe al motor, que será la clave para el nuevo cohete pesado asiático que llevará a sus astronautas y la maquinaria necesaria para asentar una base al satélite natural de la Tierra.

¿Cómo es el propulsor?

El motor que han probado para el Long March 9 es el equivalente al RL-10B2 que se encuentra en la segunda etapa del SLS (Space Launch System) de la NASA. De hecho, el propulsor se sitúa también en la segunda etapa del cohete de China, donde no hay aire para quemar combustible, y usa hidrógeno y oxígeno como el motor del SLS.

Las principales diferencias entre el propulsor chino y el de la NASA es que el primero es más grande y cuenta con tecnología más moderna. Por lo tanto, la creación asiática tiene más potencia, con 25 toneladas de fuerza frente a las 11 toneladas del RL-10B2.

Para lograr este resultado en su potencia, el equipo liderado por el ingeniero Chu Baoxin tuvo que superar grandes retos. Según un estudio publicado en Journal of Rocket Propulsion, la presión del hidrógeno es muy difícil de controlar en un motor tan grande a máxima potencia.

Con el objetivo de conseguir buenos resultados, Chu explica que tuvieron que crear “un nuevo intercambiador de calor que consta de muchos componentes en forma de costilla para absorber el calor de la superficie de la cámara de combustión y pasarlo a hidrógeno líquido con una eficiencia sin precedentes”.

El equipo usó nuevas aleaciones de titanio y tecnología de impresión 3D para lograr su intercambiador de calor. Mediante este proceso, Chu detalla que produjeron “una superficie extremadamente lisa que puede acelerar el intercambio de calor mucho más rápido que los componentes tradicionales”.

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