Entrevista

Luisa María Seoane: “A periodos más prolongados de lactancia materna, menos riesgo de padecer obesidad”

  • Luisa María Seoane ha dirigido un estudio que demuestra, en modelos animales, que prolongar la lactancia es un factor protector contra la obesidad adulta. 
Luisa Maria Seoane, investigadora del Instituto de Investigación Sanitaria de Santiago de Compostela (IDIS)
Luisa Maria Seoane, investigadora del Instituto de Investigación Sanitaria de Santiago de Compostela (IDIS)
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Luisa Maria Seoane, investigadora del Instituto de Investigación Sanitaria de Santiago de Compostela (IDIS)

Luisa María Seaone ha dirigido un interesante estudio en el que se evidencia que las crías de roedores que se alimentan con lactancia materna durante más tiempo tienen menos probabilidades de ser obesas durante la edad adulta, incluso expuestas a una dieta rica en grasas. Publicados en la revista Nature Metabolism, los resultados de este estudio, llevado a cabo entre distintos centros organismos, como el Instituto de Investigación Sanitaria de Santiago de Compostela (IDIS) y el CIBER de Fisiopatología de la Obesidad y la Nutrición (CIBEROBN), pueden suponer un importante hito en la prevención y el tratamiento de la obesidad, como nos explica Luisa María Seaone.

La semana pasada publicasteis un estudio en la revista a 'Nature Metabolism' en el que explicáis por qué la lactancia prolongada es un factor protector de la obesidad en la edad adulta. ¿Cómo habéis encontrado esta asociación?Anteriormente ya había estudios en seres humanos que relacionaban la lactancia materna prolongada con menor riesgo de obesidad y otras patologías asociadas, pero es cierto que hay otros trabajos que no encontraban esta asociación, y esto ocurre porque la obesidad es multifactorial. Existen lo que se conocen como ‘factores confusores’ que afectan a la composición corporal, como la propia composición corporal de la madre, los hábitos de la madre y el niño, la genética, el ejercicio… Todos estos factores hacían difícil relacionar directamente la lactancia materna con la obesidad. Para conseguirlo, para este estudio diseñamos un modelo animal en el que todos estos factores confusores están controlados: todos los animales tienen el mismo background genético, sus madres tienen un peso similar y están dentro del normopeso, todos tienen la misma alimentación, se mueven dentro del mismo espacio… Tras controlar estos factores confusores, lo único que hicimos fue prolongar la lactancia en algunos de ellos y compararlos con aquellos que tenían periodos estándar de lactancia.

Lo que habéis descubierto es el mecanismo que interviene en la protección contra la obesidad de la lactancia materna prolongada. ¿Cuál es ese?Sí, lo interesante de este estudio es que encontramos los mecanismos implicados en este factor protector. Observamos que la lactancia prolongada modifica distintos sistemas a nivel de tejidos periféricos, como el hígado o el tejido adiposo, y también al cerebro. En el artículo de Nature, concretamente, comentamos que la lactancia prolongada incrementa la producción por el hígado de una proteína llamada FGF21. Esta proteína es capaz de llegar al cerebro, activar el sistema dopaminérgico y actuar sobre una región muy concreta del cerebro que está relacionada con el peso corporal, provoca una actividad del tejido adiposo pardo y los animales queman más energía. Así, aunque coman lo mismo, los animales que tenían activado este mecanismo, a pesar de llevar también una dieta rica en grasa, quemaban más grasa y tenían menos peso corporal y menos obesidad.

Los animales que tenían activado este mecanismo, a pesar de llevar también una dieta rica en grasa, quemaban más grasa y tenían menos peso corporal y menos obesidad

¿Cuánto prolongasteis la lactancia en este estudio?Nosotros aplicamos el modelo animal y, si lo habitual era que la lactancia durara tres semanas, nosotros la prolongamos una semana más, dejábamos a los animales con la madre cuatro semanas. Solo con una semana, observamos que el efecto de esta proteína perduraba en la edad adulta. Aunque es difícil, haciendo una extrapolación, calculamos aproximadamente, que una semana de estos animales equivale a prolongar la lactancia en humanos unos tres meses. Por supuesto, esto es solo un cálculo, habría que replicar el estudio en humanos para comprobarlo y dar datos más exactos. De hecho, ya estamos iniciando estudios con la unidad de pediatría del hospital clínico de Santiago.

¿Podría afirmarse, según este estudio, que si tuviéramos tasas más elevadas de lactancia materna prolongada, habría menos adultos con obesidad?Lo que no podemos afirmar es que los niños a los que se les ha dado lactancia materna prolongada van a estar protegidos contra la obesidad porque, como te contaba al principio, en la obesidad influyen muchos otros factores, pero sí podemos decir que, según los datos que hemos extraído de nuestro estudio y si logramos extrapolarlos a humanos, sí tendrían un menos riesgo de padecer obesidad. Esa es la idea con la que creemos que hay que quedarse, que a periodos más prolongamos de lactancia materna, existe un menos riesgo de padecer obesidad.

Queremos demostrar, en estudios preclínicos, si podemos revertir la obesidad con alguna de las proteínas que hemos hallado

De probarse en humanos, ¿qué puede suponer este descubrimiento para el conocimiento y el tratamiento contra la obesidad?De confirmarse que este es el mecanismo que interviene también en los humanos, podría servir, por un lado, desde el punto de vista preventivo, para valorar qué niños, en función del tipo y el tiempo de lactancia, estarían más predispuestos a padecer obesidad en el futuro. Y otro lado, podría dar lugar a tratamientos contra la obesidad.

¿Utilizando la proteína FGF21?Sí, eso es lo que queremos probar en estudios preclínicos, si tratamientos a base de esta proteína, o de otras candidatas que tenemos, podrían servir como diana terapéutica para tratar la obesidad en la edad adulta. Otra posibilidad sería, por ejemplo, investigar cómo aprovechar los beneficios de este proceso fisiológico en los niños que, por los motivos que sean, no pueden ser alimentados con leche materna o no pueden prolongar más la lactancia. Esto se podría ser, por ejemplo, enriqueciendo leches en polvo, con suplementos nutricionales… 

¿Cuál es el siguiente paso?Tras los hallazgos en el modelo animal, queremos seguir en esta línea de investigación y tenemos ya candidatos para continuar el estudio con humanos. Además, también queremos ya empezar con los estudios preclínicos en animales obesos adultos para ver si podemos revertir la obesidad administrando alguna de las proteínas que hemos hallado en el estudio con animales. Porque no solo es esta proteína, la FGF21, tenemos más de 100 proteínas que podrán tener este efecto y que queremos probar, pero para eso necesitamos financiación. 

¿Qué otro tipo de investigaciones en torno a la lactancia materna o la obesidad lleváis a cabo en CIBEROBN?En el grupo tenemos distintas líneas de investigación. La de la lactancia materna es una de ellas, pero también trabajamos mucho la relación entre los órganos periféricos, como el tracto gastrointestinal, el hígado, el tejido adiposo…, y el cerebro, y cómo se regula el balance energético y el peso corporal por la relación entre órganos periféricos y el sistema nervioso central… El objetivo de estos estudios es la búsqueda de posibles dianas terapéuticas contra la obesidad. 

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