Mitos y verdades de la lactancia materna prolongada

  • Que no alimenta o que crea demasiada dependencia son algunos de los mitos más extendidos. 
Archivo - Lactancia materna.
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MEDELA - Archivo
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La OMS recomienda que los bebés se alimenten exclusivamente de leche materna hasta los seis meses y que a partir de esa edad se vaya incorporando la alimentación complementaria sin abandonar la lactancia materna hasta los dos años de edad. A partir de estos dos años, no hay límite, pues este organismo recomienda que la lactancia materna se prologue tanto como la madre y el niño quieran. Todo lo que se amamante a partir de los 24 meses, se considera lactancia materna prolongada, una práctica que, pese a los beneficios probados, apenas se lleva a cabo en los países desarrollados. No hay más que ver los datos de lactancia en España, donde las tasas de lactancia materna en España, aunque están mejorando, no cumplen, ni de lejos estas recomendaciones, pues la tasa de lactancia materna exclusiva a los 6 meses es del 28,53%. y a partir de ahí las cifran bajan.

Además de por problemas de conciliación, muchas mujeres no optan por la lactancia materna prolongada porque todavía giran en torno a ella una serie de mitos. Veamos cuáles son los más comunes.

A partir del año, la leche no alimenta

¿Cuántas veces habéis escuchado que la leche materna a partir del año es poco más que agua? Esta afirmación no solo es falta, sino que es precisamente lo contrario, pues la leche materna a partir de los 12-24 meses tiene más cantidad de grasa, por lo que resulta un alimento completo muy nutritivo para los niños que la toman, mucho que la leche de fórmula o de vacas. De hecho, según afirma a Asociación Española de Pediatría, “se ha visto que un bebé mayor de un año que toma pecho obtiene aproximadamente 1/3 de sus necesidades calóricas y proteicas diarias a través de la leche materna, además de una cantidad muy importante de vitaminas y minerales”.

Es malo para los huesos de la madre

Otro de los mitos más extendidos es que prolongar la leche materna más allá de los dos años perjudica los huesos y los dientes de la madre porque saca de ellos el calcio que necesita para producir la leche. Sin embargo, se trata de otro mito y que, además, resulta ser todo lo contrario. Durante el embarazo, disminuye el calcio de los huesos de la madre para favorecer el desarrollo del esqueleto fetal. Esto es transitorio, y después del embarazo los huesos recuperan su densidad normal. Según un estudio esta recuperación se produce a los 19 meses, tanto si se da el pecho como si no, aunque es cierto que en las mujeres que amamantan tarda más. Sin embargo, a largo plazo, se ha demostrado que, después de la menopausia, las mujeres que han amamantado más tiempo tienen menos riesgo de osteoporosis y fractura de cadera que las que no lo han hecho.

Crea ‘demasiado’ apego, será más dependiente y menos social

La lactancia materna crea vínculos, tanto si es prolongada como si no, pero estos vínculos lo que generan es precisamente lo contrario: confianza en la madre y en él mismo, y es la seguridad en uno mismo y la confianza la que da lugar a vínculos más sanos y, a largo plazo, personas con más autonomía. Además, un niño 2, 3 o 4 años, es normal que necesita a su madre -o a su padre-, todavía no es un ser humano que pueda valerse por sí mismo.

Por otro lado, no hay ninguna evidencia que relacione ningún tipo de riesgo psicológico en niños tomen pecho más allá de los 2-3 años de edad.

Impide quedarte embarazada o perjudica el embarazo

Si la lactancia prolongada se produce de manera frecuente, sí puede ser que pueda interceder de alguna manera en la ovulación y puede dificultar un embarazo, pero no es lo habitual, pues en niños más allá de los dos años la lactancia no es su principal fuente de alimentación y no suele ser frecuente. De hecho, el método MELA, el anticonceptivo basado en la lactancia, solo funciona cuando no pasan más seis horas entre toma y toma tanto de día como de noche, algo que solo suele ocurrir los primeros meses tras el parto.

Tampoco es cierto que amamantar a un niño suponga ningún riesgo demostrado durante el embarazo. Tan sólo en algunos casos determinados, como las amenazas de parto prematuro, podría ser perjudicial. Esto se debe a que al amamantar se activa la oxitocina, hormona que desencadena las contracciones del útero durante el embarazo. Normalmente, estas contracciones no suponen ningún riesgo para el embarazo, pero en mujeres con riesgo más aumentado de parto prematuro la oxitocina sí podría empeorar el pronóstico del embarazo.

Es una práctica ‘moderna’

Nada más alejado de la realidad, pues amamantar a niños más allá de los 1 o dos años no solo no es algo que se ha puesto de moda ahora entre los defensores de tendencias como la crianza respetuosa o con apego, sino que es algo connatural a la especie humana y una práctica habitual hasta entrado el siglo XX. De hecho, como se afirma en un artículo del Comité de Lactancia Materna de Asociación Española de Pediatría, “diversos trabajos en paleofisiología y antropología establecen que la edad del destete espontáneo en Homo sapiens sapiens ocurre entre los 2,5 y los 7 años”.

¿Qué beneficios adicionales tiene la lactancia prolongada?

Los beneficios de la lactancia materna prolongada consienten precisamente en eso, en ‘prolongar’ todavía más los beneficios demostrados para salud tanto de madre como del niño. Aunque necesitaríamos varios artículos para hablar de todos, algunos de los más destacados son: una mayor inmunidad, menos alergias, una microbiota más diversa, menor riesgo de leucemia… y para la madre, un menor riesgo de cáncer de mama, de osteoporosis, de diabetes tipo 2, etc. Un estudio muy reciente, además, relaciona la lactancia materna prolongada con un menor riesgo de obesidad en la edad adulta.

Referencias

-Marta Gómez Fdez-Vegue. ‘Lactancia materna en niños mayores o “prolongada’. Comité de Lactancia Materna de la AEP. 

-U K Møller 1 , S Við Streym, L Mosekilde, L Rejnmark. ‘Changes in bone mineral density and body composition during pregnancy and postpartum. A controlled cohort study’. Osteoporos International. 2012 Apr;23(4):1213-23. 

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