Todo sobre la estimulación ovárica: ¿qué se siente? ¿Cuánto tiempo dura? ¿Qué riesgos tiene?

  • La estimulación ovárica es un proceso que se lleva a cabo dentro de los tratamientos de reproducción asistida.
  • Aunque no está libre de riesgos, se trata de un proceso muy seguro y controlado.  
Imagen de un tratamiento de fecundación in vitro
Imagen de un tratamiento de fecundación in vitro
Elena Kontogianni / Pixabay
Imagen de un tratamiento de fecundación in vitro

Cuando una mujer quiere someterse a un tratamiento de reproducción asistida para quedarse embarazada con sus propios óvulos tiene que pasar por una estimulación ovárica, un proceso mediante el que, a través de la administración de hormonas, se estimula al ovario para que produzca muchos más óvulos maduros que en un proceso natural.

Este proceso, en el que intervienen hormonas, inyecciones y la posibilidad de lograr un embarazo, suele generar inquietud, incertidumbre e incluso miedo en las mujeres, que temen por posibles efectos secundarios. Por suerte, cada vez son menos y, puesto que durante el proceso los controles son exhaustivos, los riesgos son mínimos.

¿En qué consiste?

La estimulación ovárica es un proceso al que se deben someter las mujeres que van a llevar cabo una reproducción asistida, ya sea fecundación in vitro (FIV) o inseminación artificial (IA). También deberán pasar por una estimulación ovárica las donantes de óvulos y las mujeres que quieran preservar su fertilidad, es decir, que quieren congelar sus óvulos para tener hijos más adelante.

En caso de que sea un FIV o una inseminación, la estimulación ovárica es la primera fase del proceso y consiste, básicamente, en administrar una serie de hormonas que estimulen los ovarios para maduren muchos más óvulos de lo normal. Si en cada ciclo natural, los ovarios de una mujer maduran completamente uno dos óvulos, con un proceso de estimulación ovárica el objetivo es que maduren muchos más, y en ambos ovarios, no es uso solo.

¿Cuándo dura?

El proceso, que suele durar entre 8 y 13 días, se divide a su vez en varias fases, dependiendo de las hormonas que se administren. Hasta hace unos años, como apunta el doctor Dr. Gorka Barrenetxea en reproducción asistida.org, la estimulación era más larga, ya que, antes de inyectar hormonas para estimular el ovario, se inyectaban otras para ‘dormirlo’ en el ciclo anterior, las agonistas de la GnRH. Hoy día, se administra la píldora y el tratamiento comienza entre los días 1 y 3 del ciclo, hasta la ovulación.

Primera fase: Entre los días 1 y 3 del ciclo (el día 1 es el primer día de la menstruación) se empiezan a administrar a través de inyecciones diarias por vía subcutánea. Las hormonas inyectadas son las gonadotropinas exógenas (Antagonistas de la GnRH) para conseguir un desarrollo folicular controlado, y las FSH, que inducen un desarrollo folicular múltiple. Es decir, que crezcan muchos óvulos.

Segunda fase: Después de controlar ecográficamente a la mujer y ver la cantidad de ovocitos qué están madurando y su tamaño, se administra una inyección de la hCG u hormona gonadotropina coriónica humana, que induce la maduración final de los óvulos. Debe administrarse en el momento exacto, entre 32-36 horas antes de la punción folicular, que es un procedimiento por el que se recogen los óvulos maduros del ovario antes de que se liberen a la Trompa de Falopio y se pierdan. Coincide, más o menos, con el día 14 del ciclo.

En caso de inseminación artificial, la cantidad de hormonas para estimular el ovario es menor para evitar demasiados ovocitos y reducir la posibilidad de embarazo múltiple. Además, se deja que la ovulación se produzca de manera natural, puesto que no hay punción ovárica.

¿Qué se siente durante el proceso?

Durante este proceso es normal que la mujer experimente muchas sensaciones, tanto físicas como psíquicas. A nivel físico, puede notar dolor o hematomas en la zona de la inyección, retención de líquidos, pesadez en las piernas, molestias y opresión en los ovarios debido al aumento de tamaño de estos, el vientre hinchado o dolores de cabezas, entre otros. Estas molestias, se van incrementando a medida que pasan los días y las hormonas van haciendo efecto. Los efectos se notan especialmente tras la administración de la hCG. Son similares a los de la ovulación natural, pero más intensos.

A nivel psicológico, las hormonas pueden provocar cambios de humor, ansiedad, reducción de la libido… Efectos que, además de a las hormonas, pueden deberse a estrés propio de un proceso de reproducción asistida. Hay clínicas que ofrecen servicios de psicología para hacer más llevaderas estas sensaciones.

¿Tiene riesgos?

Como todo procedimiento, la estimulación ovárica no está libre de riesgos, pero cada vez son menos frecuentes. En primer lugar, porque el nivel de hormonas que se administran cada vez está más controlado y va en función de la edad ‘ovárica’ de la mujer, de su masa corporal, etc. y en segundo lugar porque, durante el proceso, las mujeres se someten a varios controles médicos, tanto a través de ecografías como análisis de sangre que controlan que el nivel de hormonas no se dispare hasta niveles peligrosos.

Uno de los riesgos que se pueden producir es la torsión ovárica debido a que los ovarios tiene mucha presión y están muy agrandados. Por este motivo, se recomienda limitar los movimientos bruscos a las pacientes, incluidas las relaciones íntimas, sobre todo los últimos días de la estimulación. Aun así, es muy raro que pase.

Un riesgo más común, pero también cada vez menos frecuente, es el síndrome de hiperestimulación ovárica (SHO), que se produce debido a una respuesta exagerada a las hormonas. Si esto se produce, además de que los síntomas descritos anteriormente serían mucho más intensos, se puede producir un gran aumento de peso en pocos días, riesgo de coágulos, dificultades para orinar o respirar e incluso nauseas y vómitos. En caso de que esto se produjera, para evitar riegos, se suelen congelar los embriones y posponer la trasferencia de embriones. En caso de que se produjera el SHO es raro que se complique, pues se detecta enseguida gracias a las ecografías y los análisis, en los que el estradiol está muy elevado. En caso de una estimulación ovárica por inseminación artificial, puesto que el nivel de hormonas administradas es menor, el riesgo de SHO es aún más pequeño. 

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