Todo lo que hay que saber para prepararse para una citología

Ginecólogo.
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La citología vaginal es una prueba fundamental en el diagnóstico del cáncer cervical en las mujeres y de otras enfermedades como infecciones causadas por bacterias, virus u hongos. Se trata de un procedimiento rápido, seguro, sencillo y prácticamente indoloro.

No obstante, cuando el médico nos prescriba este examen, conviene tener en cuenta que hay una cierta preparación previa que debemos observar, aunque es mínima.

¿Cómo hay que prepararse?

Así, las pautas que tendremos que cumplir antes de poder someternos al examen son:

  • Haber finalizado la regla al menos cuatro o cinco días antes.
  • Abstenerse de mantener relaciones sexuales en las 48 horas previas al procedimiento.
  • Realizarse un lavado externo a base de agua y jabón, sin lavado interno.
  • No usar tratamientos tópicos (como óvulos, espermicida, crema vaginal) al menos cinco días antes de la prueba.

¿Cómo se hace?

Cuando acudamos a la consulta del profesional que nos va a practicar la prueba, nos pedirá que nos tumbemos en posición ginecológica. Es importante procurar estar relajada, ya que si la musculatura vaginal está tensa es más probable sufrir algunas molestias.

Con una mano, el médico separará los labios vaginales y con la otra introducirá un espéculo sin lubricante y lo fijará en posición, de modo que pueda visualizar completamente el cérvix.

A continuación, el profesional procederá a tomar tres muestras de lugares diferentes: una del interior del cuello, otra del exterior del cuello y otra del fondo de la vagina.

En total, el proceso apenas dura unos cinco minutos. Una vez finalizada la toma de muestras y la retirada del espéculo, las muestras se colocan en un portaobjetos y se envían al laboratorio para ser analizadas. Generalmente, los resultados están disponibles en el plazo de unos pocos días.

¿Cuándo hay que hacérsela?

Son varias las situaciones en las que se recomienda realizarse una citología. Entre otras cosas, se aconseja, a modo de screening, para la detección precoz del cáncer de cuello de útero, si bien hay que señalar que el resultado no se considera definitivo: si es anormal, se considera indicado realizar una biopsia que termine de confirmar o descartar la presencia de un tumor.

Normalmente, se practica cada tres años entre los 25 y los 30 años de edad y cada cinco entre los 30 y los 65. En casos más excepcionales, como el de las mujeres que den positivo en el virus del papiloma humano (VPH) o que estén inmunodeprimidas.

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