La razón por la que se nos puede pegar la frustración y negatividad de los demás según la ciencia

Las opiniones y sentimientos negativos que nos rodean tienden a hacernos cambiar nuestro punto de vista y emociones, contagiando ese pesimismo y haciendo que nos sintamos menos positivos. Esto tiene una explicación y la ciencia nos aclara por qué la negatividad es contagiosa.

Un anciano cansado y estresado con la mano en la cabeza.
La frustración y la negatividad son contagiosas.
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Un anciano cansado y estresado con la mano en la cabeza.

Seguro que en alguna ocasión te has visto a ti mismo sonriendo en grupo porque los demás están riendo, incluso cuando no sabes el motivo que ha llevado a esta explosión de alegría, una experiencia ideal cuando los sentimientos que reflejamos son positivos, pero que también sucede cuando estos no son tan buenos. Esto no es un fenómeno aislado, podemos pensar que solo nos pasa a nosotros o solo sucede en España, pero se trata de un fenómeno universal.

Las actitudes y los estados de ánimo se contagian y también las opiniones tienen peso sobre los demás, pero lo hacen con mayor rapidez e intensidad si estas son negativas. Existen numerosos estudios que recogen esto, que reflejan cómo una persona negativa en nuestras vidas tiene más peso sobre nuestras emociones que varias positivas. La negatividad se contagia, y lo hace más fácilmente de lo que pensamos.

La negatividad y la felicidad se contagian, pero no por igual

La felicidad depende, en buena parte, de uno mismo, pero también nos pueden ayudar a conseguirla las personas que nos rodean. No obstante, depender de una sola de ellas no será nada bueno para nosotros.
La frustración y la negatividad son contagiosas.
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Esto puede ser algo que ya sabíamos, o mejor dicho, suponíamos, pero la ciencia lo avala. No es raro que las personas que tienen una actitud negativa ante la vida, que siempre comparten las cosas malas que les suceden y nunca se centran en las buenas, acaben generando a su alrededor un ambiente negativo también.

Según un estudio de la Universidad de Harvard, existe un ‘patrón de propagación’ en estas emociones, similar a los que se ven con los virus, y que los focos de contagio son mayores en las emociones negativas que en las positivas. Sus conclusiones señalaban que cada amigo feliz aumenta nuestras posibilidades de ser felices en un 11%, pero con un solo amigo triste, nuestras probabilidades de ser infelices se duplican.

Igual que sucede con la tristeza, la negatividad y la frustración también son contagiosas. De hecho, se han realizado estudios en los que se ha notado cómo, ante actitudes rudas o groseras, la persona tiende a reflejar esa misma energía. Captamos esa hostilidad y, automáticamente, cambiamos nuestra manera de percibir el mundo, esto se denomina contagio emocional.

¿Qué es el contagio emocional?

En ocasiones se tiende a confundir el contagio emocional con la empatía, pero no son lo mismo. La empatía es la capacidad que sentimos de ponernos en la piel del otro, de comprender sus sentimientos, pero sin dejar de lado los nuestros; el contagio emocional es esto último, absorber los sentimientos y emociones que están experimentando los demás y hacerlos propios y sufrirlos como tal.

Grupo de jóvenes amigas disfrutando de comida en el restaurante al aire libre riendo
La frustración y la negatividad se contagian.
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Son las ‘neuronas espejo’ las que hacen que sintamos empatía por los demás, estas neuronas nos ayudan a reconocer lo que sienten los demás y así distinguir las emociones que nos rodean, gracias a ello podemos socializar de un modo más efectivo. Esto nos ayuda a tener en cuenta las emociones del otro, pero no hay que confundirlo con dejarnos contagiar por las emociones del otro. Hay personas que tienen una mayor capacidad para transmitir emociones o para contagiarse de las demás.

La frustración y la negatividad son contagiosas, ¿se puede evitar?

Evitar el contagio emocional no siempre es sencillo, pero tampoco es imposible, también es importante, porque puede acabar difuminando los límites entre tus emociones y las de los demás. Escoger la compañía de personas positivas puede ser un buen punto de partida, aunque no siempre es posible, pero aumentar la cantidad de estas personas, ayudará a conseguir un mejor equilibrio.

También es importante aprender a entender las emociones propias, comprender que cuando nos contagiamos de otra persona suele ser porque nos reconocemos en ese sentimiento. Conocer nuestras emociones nos ayudará a distanciarnos de las de los demás, haciéndonos ver que es su camino, sus problemas y son sus emociones, y no conviene que sean las nuestras, podemos ayudar, pero no andar su camino.

Esto no es sencillo, el contagio emocional puede afectarnos más de lo que pensamos, por eso en muchas ocasiones es necesario el apoyo de profesionales que aporten las herramientas adecuadas para enfrentarnos a estas situaciones y conseguir así una empatía sin contagio. 

Referencias

Herrando, C., & Constantinides, E. (2021). Emotional Contagion: A brief overview and future directions. Frontiers in Psychology, 12. https://doi.org/10.3389/fpsyg.2021.712606

Molina, D. (2023). Contagio emocional. Psicólogo Emocional Online. https://psicologoemocionalonline.com/gestion-emocional/contagio-emocional/

Suarez, J. D. (2021, 13 octubre). La negatividad es contagiosa: rodéate de quienes saquen tu mejor versión. Rincón de la Psicología. https://rinconpsicologia.com/negatividad-es-contagiosa/

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