Desmontando la enfermedad mental que se transmite por redes sociales: "Es difícil sostener su verosimilitud"

Una mujer estresada.
Una mujer estresada.
Andrea Piacquadio de Pexels.
Una mujer estresada.

Recientemente, un grupo de psiquiatras de la Escuela Médica de Hannover (Alemania) publicaba un artículo en el medio Brain, de Oxford Academic, en el que informan de lo que, argumentan, sería una nueva forma de enfermedad psicogénica que podría transmitirse... a través de las redes sociales.

En su documento, los autores defienden que se trataría de una enfermedad sociogénica (o psicogénica) de masas. Es decir, un trastorno con origen psicosocial que lleva a un grupo de pacientes con una serie de características comunes a manifestar síntomas de una enfermedad sin que exista una causa orgánica identificable.

La particularidad, en este caso, y siempre según los investigadores que firman el estudio, estaría en la forma de transmisión de esta enfermedad, que sería a través del visionado de contenidos específicos en redes sociales.

El caso de Jan Zimmermann

Para caracterizar esta supuesta nueva enfermedad, estos autores se basan en la llegada a lo largo de los últimos dos años de un número no especificado de pacientes jóvenes a la clínica especializada en el síndrome de Tourette del centro al que se encuentran adscritos. Tal y como explican, a estos jóvenes se les habría diagnosticado "erróneamente" síndrome de Tourette después de mostrar una serie de síntomas.

Estos síntomas coincidirían de manera más o menos exacta con los que muestra en sus vídeos un youtuber llamado Jan Zimmermann, que lleva el canal Gewitter im Kopf - Leben mit Tourette (traducible a algo así como 'tormenta en el cerebro'), al que los investigadores califican como el "segundo creador de Youtube más exitoso de Alemania a fecha del 19 de julio de 2021" con algo más de 2,20 millones de suscriptores y más de 300 millones de visualizaciones en aquel momento (a 20 de septiembre contaba con 2,22). Según el ranking que elabora la web Nox Influencer, actualmente Zimmermann no estaría en el segundo puesto ni cerca de él: en número de suscriptores, Gewitter im Kopf se encontraría en el puesto 98.

Sea como sea, los autores señalan que, aunque Zimmermann afirma en sus vídeos que sufre síndrome de Tourette, "basándonos en sus vídeos" sólo padecería "una forma leve de la enfermedad" y en cambio muestra "movimientos, vocalizaciones, palabras, frases y conductas extrañas" que aunque "afirma que son tics" son "claramente funcionales en su naturaleza".

Concretamente, explican, "un experto en el síndrome de Tourette puede fácilmente ver la diferencia", ya que las conductas que exhibe el joven creador "son complejas y estereotipadas e imitan los síntomas que los legos en la materia típicamente asocian con el síndrome de Tourette". Lo cierto es que, tal y como apuntan, al menos dos asociaciones de pacientes de síndrome de Tourette alemanas se han distanciado públicamente de la figura de Zimmermann.

"El diagnóstico correcto"

Según esta línea argumental, y teniendo en cuenta que los síntomas de los jóvenes pacientes (que incluirían gritar frases como "Heil Hitler" o "eres feo" y supuestamente les impedirían realizar obligaciones en el colegio y en casa y sin embargo remitirían completamente al realizar sus actividades favoritas) coincidirían "en parte exactamente" con los de Zimmermann, a estos pacientes no se les habría realizado el diagnóstico "correcto" de trastorno funcional del movimiento ni en ningún caso se habría "reconocido" la "interrelación y la influencia de las redes sociales".

Los investigadores defienden en cambio que estos jóvenes padecerían un trastorno funcional del movimiento nuevo que dan a llamar "enfermedad masiva inducida por las redes sociales" del que existiría "un brote en Alemania actualmente", y que vendría propiciado por "el reemplazo general de la comunicación cara a cara por el uso de herramientas de redes sociales" y el "aumento del uso de las redes sociales durante las cuarentenas y confinamientos por COVID-19.

Las (importantísimas) limitaciones del artículo

Lo cierto es que el documento presenta limitaciones muy importantes. Los autores no aportan ningún tipo de evidencia empírica que sustente las afirmaciones que están realizando, y ni siquiera aportan datos concretos como el número de pacientes en los que supuestamente se están basando para justificar la conceptualización de esta hipotética "nueva enfermedad".

Es más: el artículo ni siquiera establece la metodología seguida ni ninguna descripción medianamente desarrollada de las características clínicas del trastorno que teóricamente están definiendo, aunque anuncian que esto último "está en preparación para su futura publicación".

De hecho, el concepto mismo de enfermedad sociogénica de masas, en el que se apoya toda la argumentación contenida en el texto y cuya veracidad los autores toman como premisa básica resulta muy controvertido en la comunidad científica y ni siquiera se incluye en el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales que edita la Asociación Estadounidense de Psiquiatría, considerado el texto de referencia en el campo de la psiquiatría para realizar diagnósticos fiables (siempre acompañado del juicio clínico de un profesional cualificado).

"No deja de ser interesante la discusión de origen"

Con todo, no necesariamente hay que descartar por completo las tesis contenidas en el texto. "Tiene elementos más especulativos y otros valiosos", explica a 20Minutos Antonio Andrés Pueyo, Catedrático de la Universidad de Barcelona y Director del Departamento de Psicología Clínica y Personalidad.

"En el fondo, no es fácil sostener la verosimilitud en este momento", explica, "porque además le ponen (los autores) un tinte de epidemia".

Sin embargo, reconoce, "lo que esto refleja es que hay ciertas enfermedades físicas que tienen su origen en causas mentales", algo que "sigue siendo un reto para la psiquiatría". "El hilo conductor que es interesante atender es cómo los social media son capaces de funcionar igual que sucede con otros tipos de estímulos sociales capaces de generar enfermedades físicas".

"Estamos muy lejos de evidenciar una relación causal nítida y clara, si es que en algún momento podemos", continúa Pueyo. "Pero sí sabemos que la influencia de las pantallas no es sólo simbólica: hay muchas enfermedades cerebrales (por ejemplo la epilepsia) que pueden ser provocadas simplemente por la interacción con ellas".

"No deja de ser interesante la discusión de origen: la capacidad que pueden tener de generar enfermedades de tipo físico o mental los social media", concluye el experto.

Respecto al modo correcto de informar sobre esta cuestión, Pueyo opina que "informar es importante, pero siempre con rigor y pensando a qué público esto va dirigido". "Hay que situarlo en el margen de lo que son las anécdotas y conocimientos no del todo verificados. Puede ser tomado como una hipótesis a la espera de encontrar un mecanismo causal, aunque posiblemente un estudio riguroso no lo soporte", finaliza.

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