Tipos de apego y cómo afectan a nuestras relaciones personales

La manera en la que nos criaron y, sobre todo, el vínculo que generaron nuestros padres con nosotros cuando éramos niños determina de manera decisiva quiénes seremos y qué relaciones tendremos.

Existen cuatro tipos de apego: seguro, evitativo, preocupado y desorganizado.
Existen cuatro tipos de apego: seguro, evitativo, preocupado y desorganizado.
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Existen cuatro tipos de apego: seguro, evitativo, preocupado y desorganizado.

De qué manera nos criaron, cómo fue nuestra relación con el mundo de las emociones y los miedos, y sobre todo, qué lugar ocuparon nuestros padres o cuidadores en todo ello, tiene mucho que ver con el apego. En España, cada vez se van normalizando más las cuestiones relacionadas con la psicología y esta teoría desarrollada por los psicólogos Mary Ainsworth y John Bowlby parte de la infancia a la vida adulta.

Para entender bien la teoría del apego, los distintos tipos que existen y de qué manera determinan las relaciones de nuestros 'yo' adultos, hablamos con la psiquiatra Anabel González. La también psicoterapeuta y doctora en medicina considera que es vital no confundir apego con cariño.

Anabel González, psiquiatra y presidenta de EMDR España.
Anabel González, psiquiatra y presidenta de EMDR España.
CORTESÍA EMDR ESPAÑA.

¿Qué es el apego y qué lo diferencia del cariño?

El apego es el vínculo que se crea entre un bebé y los cuidadores que le tocan. Además, insiste en que "no existe una relación matemática entre que tal tipo de crianza fomente tal tipo de apego".

En su último libro, ¿Por dónde se sale?, lo explica así: "Sin una relación segura no podemos desarrollar seguridad interna, al menos no cuando somos pequeños y no tenemos autonomía ni opciones. Los niños lo saben, y por eso desde muy pequeños se mantienen unidos a un adulto que pueda darles protección y cuidado".  

Pero, empecemos por el principio. ¿Cuáles son los tipos de apego?

Apego evitativo/distanciante

Primero definamos el problema: la inseguridad. Todos los apegos que no son seguros, que son tres, enseñan al niño a tener relaciones inseguras en el futuro. El primero de estos tres apegos inseguros se conoce como apego distanciante o evitativo. Su origen está en la ausencia o distancia del adulto cuidador, aunque “no siempre por mala voluntad”, y en la desconexión emocional.

Anabel nos pone un ejemplo: “Cuando el niño intenta abrazarle o contarle un problema, el adulto se aparta, le reprocha que es muy pegajoso o sentimental. Quizás sí se sienta vinculado al niño cuando saca buenas notas o destaca en algo, pero no sabrá estar ahí con las emociones difíciles”.  

Lo que sucede es que el niño aprende que la única solución al miedo es negarlo. “No notamos el miedo, no notamos la necesidad del otro, y vamos dejando de notar gran parte de las emociones”. El resultado a la larga, cuando el niño es grande, es la incapacidad para establecer relaciones íntimas. 

Si una infancia ha sido solitaria, es muy probable que el adulto haya aprendido a ‘apañárselas solo’ y se defina como 'fuerte', aferrándose a esa identidad. Además, le costará confiar en los demás y expresar sus emociones y tomarán las decisiones únicamente 'de cabeza'. 

Apego preocupado/ansioso

En este caso, más que inseguridad, que también, es conveniente hablar de inestabilidad. “Los cuidadores unas veces están y otras no, y el niño no sabe predecir cuándo”, nos explica Anabel.

Por ejemplo, “A menudo, el cuidador está irritado, angustiado o incluso tira del niño para que le calme a él y se preocupe por él”. 

Esto hace que el niño nunca sepa qué va a pasar. No puede predecir cuándo, de qué modo ni en qué condiciones va a llegar esa respuesta. Y a la larga, la preocupación definirá el concepto de amor en esa familia. 

Las personas con este tipo de apego desarrollan una gran dependencia emocional en sus relaciones y esperan y exigen mucha atención y ayuda en los otros. Además, son adultos sensibles a las críticas y muy preocupados por lo que piensan los demás sobre ellos. 

Los bucles, la culpa y la responsabilidad de cómo se sienten los otros son también patrones muy comunes en los adultos con apego ansioso. 

Apego desorganizado

En su libro, Anabel explica que es posible tener tendencia hacia uno u otro tipo de apego inseguro, o tener un poco de todo. Pero, cuando nos resulta imposible encajar en alguno de los patrones anteriores, normalmente se debe al caos. 

Este tipo de apego inseguro es el más extremo, y está cargado de grandes contradicciones. Se da en casos en los que los padres son muy distintos y extremos, o estaban muy perdidos en sus propios traumas sin resolver. También en personas que han sufrido traumas o abusos durante la infancia. 

Los adultos con apego desorganizado son incoherentes e imprevisibles y se mueven en los extremos. 

“Cuando algo activa esos recuerdos, (experiencias traumáticas o pérdidas significativas que no hemos podido asumir) perdemos la capacidad de estar con nosotros mismos, de ser conscientes de lo que sentimos. Lo mismo ocurrirá con el resto de la gente. Cuando una persona nos mire con el gesto de alguien que nos castigó con especial severidad, el miedo tomará las riendas y seremos incapaces de funcionar. Si no hemos resuelto una separación, cualquier pérdida nos dará pánico”. 

Apego seguro/autónomo 

Es el vínculo que generará en el niño las bases seguras para enfrentarse de manera autónoma a la vida. ¿Y cómo se consigue?

Anabel insiste en esto: el niño con apego seguro no ha tenido unos padres maravillosos y sin defectos. No se trata de seguir un manual del ‘buen padre/madre’ sino de estar para nuestros hijos. 

No hay reglas ni indicaciones que seguir para lograrlo, más allá de tratar de entender las necesidades de cada niño y ayudarlo en los momentos difíciles. Pero es humano fallar, y no es una catástrofe, siempre que sepamos reparar el daño y aprender. 

“Lo más importante es tener la mente abierta. Todos tenemos errores, pero lo fundamental es darles la oportunidad de expresarse, de saber cómo se sienten. Y desde luego cada niño requiere un enfoque diferente”. Los adultos con apego seguro generan unas relaciones duraderas y de confianza, y se saben manejar en el terreno emocional.

¿Se puede cambiar el apego? 

Si no lo hicimos de pequeños, podemos desarrollar la seguridad de mayores, sí. Pero, hace falta paciencia y constancia

La doctora Anabel nos recuerda que "no existen los elementos mágicos para quitar el malestar’' y aunque existieran (a veces podemos eliminarlo momentáneamente con ciertas actividades, medicamentos o drogas), no resolverían el problema de fondo. El camino corto es el camino más largo".

Referencias

¿Por dónde se sale?. Anabel González. Editorial Planeta

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