Largas esperas, incertidumbre, barreras burocráticas... ¿cómo gestionar psicológicamente el proceso de adopción?

  • Los psicólogos consideran que es tan importante prepararse para las cuestiones legales como para la gestión emocional de un proceso que pasa por muy distintas etapas.
  • Es completamente normal tener sentimientos de vulnerabilidad e impotencia, estrés ante la necesidad de toma de decisiones importantes o de invasión de la intimidad.
  • Según un estudio el 77,7% de las familias afirman que su vida ha sido más feliz a raíz de la adopción.
Pareja paseando.
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GTRES
Pareja paseando.

¿Es la adopción un camino hacia la felicidad? Al menos eso es lo que se desprende del estudio realizado hace ya casi una década por la investigadora de la Universidad de Cádiz Yolanda Sánchez-Sandoval entre familias andaluzas con hijos adoptados. De sus resultados destacaba que el 77,7% de las familias afirmaban que su vida había sido más feliz a raíz de la adopción mientras que el 91,9% consideraba positivas sus repercusiones. El 37%, por su parte, opinaba que la vida familiar era algo más complicada en el caso de una familia con hijos adoptados. “A medida que los padres están más satisfechos con la adopción, encontramos hijos más satisfechos también con sus propias vidas”, concluía la investigadora.

Sin embargo, este camino hacia la felicidad no está exento de tensiones ni de momentos donde las fuerzas y los ánimos pueden flaquear. Para empezar, el propio sistema burocrático sigue poniendo demasiadas trabas al deseo de las personas que deciden dar este paso tan trascendental en sus vidas, por no hablar de los largos tiempos de espera y los costes económicos que supone afrontar una adopción.

En el año 2015, España era el cuarto país del mundo con más niños extranjeros adoptados, solo por detrás de Estados Unidos, Francia e Italia. Sin embargo, la cifra de ofrecimientos para adopciones internacionales ha descendido considerablemente desde el 2013. Si ese año la cifra ascendía a 1.887 ofrecimientos en 2018 no llegaba a los 800. Lo mismo ha sucedido con las adopciones nacionales, que apenas superaron los 1.200 ofrecimientos en 2018. Si tenemos en cuenta que ese año España tenía casi 7.000 familias pendientes de asignación (2.658 solicitantes de adopciones nacionales y 4.232 de internaciones), queda claro el gran desfase entre el deseo y la realidad.

Por todo ello, los expertos señalan que en el caso de las adopciones tan fundamental resulta prepararse para las cuestiones legales y burocráticas relacionadas con los trámites como para la gestión emocional de un proceso que pasa por muy distintas etapas y suele prolongarse durante años o meses en el mejor de los casos. Aseguran también que mantener el entusiasmo y la confianza son claves para superarlo con éxito.

Para empezar es importante saber reconocer que al igual que ocurre en otros procesos, como los tratamientos de reproducción asistida, la propia extensión en el tiempo de los mismos van a llevar a los futuros padres a pasar por diversos altibajos emocionales. Momentos donde la moral estará muy alta pero también otros donde la desilusión o la falta de confianza podrían hacerles sentir superados.

Los especialistas recomiendan ser conscientes de las propias expectativas que se tienen de la adopción. Preguntarse, antes de iniciar el proceso, por qué se desea ser padre o madre adoptivos, ya que las investigaciones han demostrado que las expectativas poco realistas o frustradas pueden interferir en el proceso de disolución de una adopción.

En el caso de que la persona o personas que desean adoptar hayan pasado previamente por un tratamiento de fertilidad sin éxito o bien por la pérdida de un embarazo o embarazos, los psicólogos aconsejan atender previamente la sanación de sus propias pérdidas con el fin de iniciar este nuevo viaje de una forma ligera que le permita ofrecer un buen soporte a su futuro hijo adoptado.

Muchas parejas y personas que de forma individual desean adoptar señalan que uno de los aspectos más difíciles de llevar a nivel psicológico es la gestión de la espera. Los especialistas señalan que es fundamental trabajar la paciencia durante ese período, ya que en ningún caso se puede asemejar con el tiempo de espera de un hijo biológico. En una situación donde lo normal es que el proceso se alargue, al menos, entre uno y diez años, dejar que las prisas ganen terreno solo conseguirán provocar estrés y ansiedad.

Montaña rusa

La incertidumbre también está muy relacionada con esa ansiedad. Preguntas como ‘¿y si no nos dan el niño? o ‘¿y si durante el proceso pierdo las ganas de adoptar o cambia mi situación personal o laboral?’ podrían llevar a quien espera a un callejón sin salida. Desde la psicología recomiendan desdramatizar la situación haciéndose otras preguntas ‘¿qué es lo pero que podría suceder si ocurre lo que se teme?’ Para explorar, bien en solitario o bien en pareja, cómo afrontaríamos ese hecho. Es decir exponerse con la imaginación a lo temido para pensar en soluciones o aceptar la posible peor situación.

También resulta muy valioso evaluar de forma realista y con ayuda de expertos la probabilidad de que algo malo suceda. Si dejamos de creer que las probabilidades de que algo salga mal están por encima de que salga bien evitaremos el exceso de preocupaciones.

Los especialistas reconocen que durante esta etapa es completamente normal, además, experimentar sentimientos de vulnerabilidad e impotencia - muchas veces relacionados con determinados trámites burocráticos-, estrés ante la necesidad de toma de decisiones importantes relacionadas con la adopción o de invasión de la intimidad ante el proceso de estudio de viabilidad de los adoptantes, que podría sacar a la luz problemas emocionales no resueltos tanto individuales como de la pareja.

Ante esto, los psicólogos indican que es de vital importancia no sentirse culpable si en momentos determinados fallan las fuerzas o uno se siente desanimado, ya que todo es fruto de la montaña rusa que originan las emociones. Sin embargo, es importante tomar consciencia de que para que la adopción sea un éxito los padres, como figura principal de apego, deben sentirse fuertes y estar convencidos de su capacidad como figuras protectoras y dadoras de afecto.

Hablan también de otras dos etapas fundamentales: la de asignación y primer encuentro con el niño o niña. El primero es un momento muy intenso y de gran confusión o sentimientos encontrados ya que por un lado se cumple en tan anhelado deseo pero por otro surge el miedo a que no se cumplan las expectativas creadas previamente. Por regla general, en esta etapa surgen numerosas preguntas sin respuesta que pueden generar nervios, ansiedad o inseguridad en los futuros padres y relacionadas, generalmente, con si el niño les aceptará, qué pensará de sus futuros padres, y qué experiencias o traumas habrá vivido. Para los especialistas es fundamental que el deseo de conocerle y de comenzar un nuevo viaje vital juntos prevalezca sobre todo lo demás.

Es también normal que durante el primer encuentro surjan todo tipo de sentimientos opuestos: padres que lloran, otros que ríen, otros que quedan paralizados o que sienten pánico por no estar a la altura. En esta etapa también hay que sumar los sentimientos del niño que se sentirá ansioso, indefenso y desconfiado ante quienes todavía son unos desconocidos. Los psicólogos recomiendan crear un clima de relajación, en el que los padres transmitan serenidad, y donde se respeten los tiempos del niño para conseguir que él también se relaje. El juego suele ser uno de los vehículos más idóneos para conseguirlo.

¿Es posible la depresión post-adopción?

Tras meses o años de espera para convertirse en padre o madre y tras el subidón emocional que supone recibir un niño en adopción es completamente posible que este momento álgido dé paso a sentimientos de tristeza en algunos padres. Al igual que pasa en la depresión posparto es posible la depresión post-adopción debido a la nueva carga de responsabilidades, las dificultades para formar lazos afectivos o cuando los nuevos padres se cuestionan sus habilidades para la crianza. Si estos sentimientos no se resuelven en un tiempo prudencial se haría necesario buscar la ayuda de un profesional.

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