"Es buenísimo que nuestros hijos nos vean meter la pata y rectificar"

El objetivo de la especialista en crianza Sara Noguera, autora del libro 'Ser madre es fácil (cuando no tienes hijos)', es ayudar a las madres (y los padres) a disfrutar de la maternidad sin culpa, con naturalidad y mucho sentido del humor. 
En la convivencia familiar, todos aprendemos, no sólo los hijos
En la convivencia familiar, todos aprendemos, no sólo los hijos
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En la convivencia familiar, todos aprendemos, no sólo los hijos

'Ser madre es fácil'. Así, a priori, el título del libro que acaba de publicar la maestra y especialista en crianza Sara Noguera suena pretencioso. Sin embargo, cuando leemos el subtítulo la cosa cambia: "(cuando no tienes hijos)". Lo primero que intuimos en su portada es que este libro que habla de la crianza real, sin culpas ni disfraces, rezuma sentido del humor. A partir de ahí, y una vez leído de principio a fin, comprobamos nuestro pronóstico, y también su utilidad en lo que respecta a desmontar los tópicos que nos han vendido respecto a la maternidad.

Entre todas las enseñanzas que nos ofrece  la experta en su libro destacan que la crianza no es un proceso perfecto ni estático; que no hay manual de instrucciones que valga; que nuestro mejor arma es la naturalidad y, por supuesto, que el sentido del humor nos guía por el buen camino. Para saberlo todo sobre maternidad, y los recursos que pueden ayudarnos a disfrutarla, en 20minutos hemos entrevistado a la autora.

Tu libro 'Ser madre es fácil (cuando no tienes hijos)' muestra un gran sentido del humor en un tema tan importante como la maternidad. ¿Son dos conceptos compatibles?Deben serlo. Yo no concibo otra manera de comunicar que no sea desde el sentido del humor porque, si no lo practicas, y más en la crianza, te hundes en la miseria.

¿Por qué, junto con la maternidad, viene de serie la culpa?La culpa que sentimos nosotras a día de hoy no es la misma que la que sintieron nuestras abuelas, y nada tiene que ver tampoco con la que sentirán nuestras nietas. Por lo tanto, la culpa no es un baremo objetivo porque no se centra en lo que de verdad necesita el ser humano, nuestros hijos o nosotras, se centra en lo que lo que la sociedad espera de nosotras. Y eso está constantemente cambiando. Por eso es tan importante que aprendamos a tomar nuestras propias decisiones, independientemente de lo que se espera de nosotras en la sociedad, que es lo que realmente trae consigo la culpa.

La culpa tiene que ver con lo que la sociedad espera de nosotras,  
no es un dato objetivo

O sea, distanciarse emocionalmente del entorno y de lo que puedan pensar los demás...Se trata de relativizar. Los niños nos necesitan, porque dependen de nosotros para vivir, pero debemos tener en cuenta que nuestros hijos no somos nosotros. 

Pero luego están todas esas mujeres que piensan que son mejores madres por "vivir por y para sus hijos". Supongo que hay un término medio.No podemos vivir por y para ellos porque llegará un momento en el que tus hijos no te necesiten, y tu vida tiene que tener sentido más allá de la maternidad. Tú antes de ser madre eras muchas otras cosas. No podemos vivir por y para la maternidad porque esa es sólo una parcela de nuestra realidad.

Tu vida tiene que tener sentido más allá de la maternidad

Comentas en tu libro que las madres tienen que estar bien para cuidar bien, ocuparse de ellas también.Muchas veces estamos amargadas porque queremos demostrar a los demás cosas y no porque nosotras estemos amargadas de verdad. Tú pierdes los papeles con tu hijo no porque tu hijo haya hecho algo reprochable, sino porque te pilla cansada, harta de que te miren mal porque le has corregido tres veces, porque has dormido pocas horas… Y  oye, lo que hacemos un día no representa lo que somos. Todos metemos la pata muchas veces. Pero lo que te pasa de forma puntual no representa lo que eres. El día a día va de cagarla y de disimular que la has cagado.

Sara Noguera

Sara Noguera, maestra, musicoterapeuta y especialista en crianza respetuosa

  • La autora del libro 'Ser madre es fácil (cuando no tienes hijos)', Sara Noguera, tiene 4 hijos y ha publicado ya tres libros sobre la maternidad. Los dos primeros fueron autoeditados: 'Enciclopedia para criar y disfrutar del proceso' ofrece recursos prácticos para resolver situaciones cotidianas. El segundo, 'A jugar también se aprende' aclara porqué saber jugar con los niños no es ninguna obviedad, y tiene su arte. Hasta que llegó la editorial Bruguera y le ofreció escribir el que acaba de publicarse, dirigido a las madres, haciendo uso de sus conocimientos como experta en crianza respetuosa.
    ​Sara ha desarrollado su propio método, Kimudi (@kimudi_crianza, 80.000 seguidores en Instagram), con el que pretende ayudar a otras madres sin juicios, acompañarles en la crianza con humor. Además, la autora tiene el podcast 'Crianza con Flow'.

En mi casa decimos que por muy mal que haya ido el día con los hijos, con regañinas y todo lo que haya sucedido, si antes de irse a la cama vienen a darte un beso, es que todo está bien.Mi lema es más heavy, pero va por ahí, sí. Mi primera maternidad fue una locura en casa. Recuerdo uno de esos días en los que todo había ido mal, y cuando estábamos en la cama a punto de dormir, sin poder parar de llorar, me mira mi marido y me dice “Sara, que está viva, tampoco lo estamos haciendo tan mal”. Cuando son bebés nuestra prioridad es que estén vivos. Y cuando crecen un poquito más, que empiecen a ser. Y dentro de eso, nosotros también estamos aprendiendo todo el rato, no pasa nada.

Es que nadie enseña cómo ser madre.Nadie. Aprendes sobre la marcha. Te pueden dar pautas, recursos, trucos, como hago yo con mi proyecto Kimudi, pero a la hora de la verdad depende de tantas circunstancias… Depende del carácter, del entorno, las posibilidades… Hay que ser realistas. Tener lo básico cubierto y tomártelo con humor. Importantísimo.

Otro de los capítulos de tu libro habla de autoridad y autoritarismo, pero este último es una especie de 'pan para hoy y hambre para mañana', ¿no crees?Totalmente. La sociedad tiene prisa. Prisa porque los niños crezcan, porque no estorben, y lo peor que le puedes pedir a cualquier animal es prisa. Porque va en contra del desarrollo, y no solo físico, neurólogico, emocional, social… usamos el autoritarismo porque funciona rápido, pero que funciones rápido no significa que funcione bien.

El autoritarismo funciona rápido, pero no funciona bien

El autoritarismo va de la mano con el miedo, no con el respeto… ¿cierto?El autoritarismo funciona porque tu hijo te tiene miedo, y que cuando tú no estés, como no hay aprendizaje, lo volverá a hacer. La autoridad, que son límites que estás marcando todo el rato, y que es duro, cuesta más. Pero el resultado será que cuando tú no estes,  tus hijos habrán comprendido que tienen que hacer eso que les dices porque les beneficia, no por miedo. 
Yo no quiero que mis hijos no toquen el enchufe porque les voy a dar un bofetón. Yo quiero que no toquen el enchufe porque les puede dar un calambre. Llegará un punto en el que cuando yo no esté no se acerquen al enchufe porque han aprendido que es peligroso, que tiene consecuencias. El autoritarismo siempre se impone cuando hay prisa, cuando nos dejamos influenciar. Es el mal del siglo XXI. 

Yo no quiero que mis hijos no toquen el enchufe porque les voy a dar un bofetón, sino porque han aprendido que es peligroso

Vagones del silencio, hoteles en los que los niños no son bienvenidos… ¿puede que haya cierta animadversión por los niños?Me parece aterrador, porque la gente se está olvidando de que ellos también fueron niños. Y no sólo eso, sino que los niños son tan importantes como ellos en la sociedad. El problema que tiene el niño es que es el único ser humano que no se puede defender por sí mismo. Yo no me canso de decir que no se prohiben personas, se prohíben conductas. El vagón del silencio se llama así, y si tú puedes asegurarte de que tu hijo vaya en silencio, deberíais poder entrar. No podemos decir prohibido niños, porque prohibir a personas va en contra de los derechos humanos. Es casi una aberración. ¡Imagínate que ahora se le ocurriera a alguien prohibir que las mujeres vayamos en el vagón del silencio porque hablamos muy alto! Nos llevariamos las manos a la cabeza. Pero como el niño no puede quejarse solo…

En tu libro también cuentas con mucha gracia una serie de anécdotas que te han sucedido, que pueden parecer increíbles. ¿Cuál ha sido para ti la más loca?Seguramente, cuando compré 9 kilos de salmón on line en plena pandemia. Es surrealista. Una muestra clara de que vivimos con prisas y la realidad luego te estalla en la cara. Sólo recuerdo a mi marido tirado en el suelo muerto de risa, y yo con una caja gigantesca con bloques de hielo encima mientras pensaba: “pero vamos a ver Sara, quién pilota ahora mismo tu cerebro, qué te pasa”. Otra muy loca se refiere a cuando fui al pediatra sin mi hija, se me olvidó en casa. Nos reímos mucho de ésta.

Vivimos con prisa y luego la realidad te estalla en la cara

¿Os reís con la niña, ahora que ha crecido?La niña se parte de la risa. Pero vamos, que es igual que la madre, un despiste con patas.

Sara, danos un consejo para esas madres que viven permanentemente agonizantes en busca de la perfección.Que dejen de seguir cuentas en redes sociales, porque no hay nada peor que compararte con la irrealidad. Ahora mismo con tanta red social (y yo misma me nutro de ellas, ojo, que la mayoría de mi trabajo se desarrolla en redes) se ha creado un aura de perfección en la que muchas madres se intentan reflejar y no son capaces. Eso provoca mucha inseguridad, estrés, angustia, y un ejercicio que tenemos que hacer, en pleno siglo 21, es sentarnos delante de nuestra red social y borrar todo aquéllo que no nos haga sentir bien como madres. Esas cuentas en las que se nos vende que los hijos comen todos los días lo que tienen delante, y piden voluntariamente chips de kale… ¡bórrala!. Esa cuenta en la que te dice una madre que sus hijos duermen todos los días 12 horas y ella se va tranquilamente a la peluquería una vez cada dos días… ¡bórrala! Pero solo si a ti te esta haciendo mal. Porque si estás constantemente insatisfecha es porque te estás comparando mal.

¿Cuál es la mentira más grande que nos han vendido sobre la maternidad?Que esto es fácil, que como se ha hecho toda la vida, cualquiera lo puede hacer. Y que lo tienes que disfrutar todo el rato. ¿Cómo que lo tienes que disfrutar todo el rato? ¿Quién disfruta todo el rato de algo? Hay momentos en los que a mí algún hijo mío me cae mal. Pero como ser humano, no como mi hijo. Cómo voy a estar disfrutando de él si lleva 45 minutos en el coche repitiendo en bucle '¿cuánto falta?' '¿cuánto falta?' 

Hay momentos en los que a mí algún hijo mío me cae mal

Otra cosa es que sean nuestra responsabilidad.Por supuesto, faltaría más. Pero eso no quiere decir que tengas que estar disfrutándolo todo el rato. Habrá momentos mejores y momentos peores.

¿Hay buenas y malas madres?Ufff ! Qué pregunta más compleja. ¡Hay que esforzarse mucho para ser mala madre! Porque tienes que dejar todo de lado demasiado. Sí que hay buenas y malas madres, porque en la sociedad hay blancos y negros, pero yo creo que solo el plantearte si lo estás haciendo bien ya es un síntoma de que eres buena madre… te estás preocupando.

Hay que esforzarse mucho para ser una mala madre

Me gusta especialmente el capítulo en el que dices que los hijos, en realidad, no esperan de nosotros que les agasajemos con mil regalos, que les preparemos fiestas de cumpleaños de mil euros, les llevemos a hotelazos de lujo en vacaciones… Nuestros hijos, de manera primaria, sólo piden de nosotros AMOR.Es un amor que cuando te lo explican, no te lo crees hasta que lo vives. Y si encima tienes dos hijos, hasta que no lo experimentas, te creías que era imposible querer por igual y con la misma intensidad a otro ser humano. Pero es que el amor en la maternidad es de las pocas cosas en las que no tienes que esforzarte, el amor en la maternidad te sale solo. Es dejarte llevar por tu intuición, por el instinto. Aunque todo el mundo hable y opine, fíate de ti. Hemos llegado hasta aquí como especie, no sólo con libros, sino con instinto. 

El amor maternal 
no necesita que te esfuerces, sale solo,  
es puro instinto

¿Y eso de que yo no le dedico cantidad de tiempo a mi hijo, pero sí calidad? ¿Qué opinión te merece esta frase tan manida?Lo del 'tiempo de calidad' es la mayor patraña que nos han vendido, y nos la han metido con calzador. El tiempo es tiempo, y no hay un elemento más democrático. No es cuestión de tiempo de calidad, es cuestión de “cuando estés, ¡estate!”. Si una semana puedes estar todos los días 20 minutos, hazlo. Sin móvil, con los niños, atendiendo, escuchando… Y en esos ratos puede haber broncas, no pasa nada ni significa que el tiempo haya sido peor.

Eso es también aprendizaje.El tiempo en familia, la convivencia, no se nutre sólo de buenos momentos, es aprendizaje para todos, para nosotras también. Aprender que si un día te vas de excursión con tus hijos y todo sale del revés no es porque seas mala madre, es porque estáis aprendiendo a convivir. A mí lo del tiempo de calidad me chirria mucho, y me parece un motivador de culpa brutal. 

La convivencia en familia no se nutre solo de buenos momentos, es aprendizaje para todos

Hablando de tópicos, ¿qué me dices de esa idea de que los hijos son 'nuestros', nos pertenecen?Decir que un hijo te pertenece es compararlo con cualquier objeto inanimado. Un hijo no te pertenece, un hijo es tu responsabilidad, que es bastante diferente. Cuando alguien dice mi hijo es mío me asusta un poco, porque es cuando aparece el autoritarismo, el adultocentrismo, las imposiciones…empezamos a tratar a los niños como objetos. Y eso luego va a repercutir en cómo se comportan ellos.

En el libro dices que "ser madre es un deporte de riesgo". desarróllame esa idea, por favor.Creo recordar que en el libro lo defino como "estar tocando pelotas con cascabeles al lado de un tigre". La maternidad es un deporte de riesgo porque es demostrarte a ti misma que eres capaz de ser otra versión de ti misma, porque nunca has sido madre previamente y tienes que descubrirte en esta faceta. También es presentarte a ti como madre hacia otros adultos, y presentarte como madre a tus propios hijos. Es un deporte de riesgo porque nunca sabes si vas a acertar; lo que te funcionó ayer no te va a funcionar hoy.

La maternidad es un deporte de riesgo, es como tocar pelotas con cascabeles al lado de un tigre

¿Por qué crees que las madres tienen ese empeño en querer abarcarlo todo solas, en creerse invencibles en la crianza, en no pedir ayuda?Nos han engañado, tiene mucho que ver con el falso empoderamiento. Nos han enseñado a acumular pero no a soltar. No es que queramos hacerlo todo, es que nos han dicho que podemos: puedes criar, trabajar, tener tiempo de ocio, estar ideal siempre… Te dicen puedes con todo, pero nadie te dice “oye, que puedes soltar esto otro, no te preocupes"… y vamos acumulando. De hecho te lo afean, porque cuando te vas a tomar algo siempre hay alguna mirada inquisidora tipo: “¿y quién esta con el niño?”. 

No es que las madres queramos hacerlo todo, es que nos han dicho que podemos

¿Es bueno que nuestros hijos vean nuestras debilidades?A mí me encanta. Una cosa es que te pillen en un momento de vulnerabilidad y tú lo vivas con ellos, y otra es que todo el rato estén viendo o les estés buscando para mostrarles sufrimiento. Es buenísimo que nuestros hijos nos vean meter la pata, es buenisimos que nos vean equivocarnos, rectificar… porque eso también es ejemplo. Porque si yo nunca he metido la pata, si yo nunca he discutido… mis hijos no se van a atrever no solo a hacerlo sino tampoco a contármelo. Si tu hijo te ha visto llorar, ¡explícale!. Si te ve discutir con tu pareja, soluciónalo con tu pareja delante del niño, que vea que hay un inicio, nudo y desenlace. Que nos vean vulnerables es un regalo para ellos. Porque hablamos mucho del ejemplo pero parece que sólo sean ejemplo las cosas de las que podemos fardar.

Cuando los educadores habláis de poner límites, ¿hay límites universales o en cada caso son diferentes?Hay algunos límites que son universales, que tienen que ver con la supervivencia (no le dejes al niño comer detergente), pero luego los que son sociales sí tienen bastante que ver con la sociedad en la que vives. Todos, como queremos ser parte de la misma sociedad, acabamos acatando los mismos límites.

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