¿Qué daños puede provocar una ola de calor a la salud?

Un hombre pasea con su bicicleta por un parque de Madrid.
Un hombre pasea con su bicicleta por un parque de Madrid.
Jorge París | Jorge Paris
Un hombre pasea con su bicicleta por un parque de Madrid.

Una gran parte de la península ha vivido estos últimos días una importante ola de calor con temperaturas máximas de hasta 42 grados. Se trata de un fenómeno que, según han constatado innumerables científicos, es cada vez más frecuente en España a causa del cambio climático.

Además, en este caso la situación se vuelve más sangrante por los altos precios que ha alcanzado la factura de la luz (esta semana alcanzó su máximo histórico) tras la reforma hacia el modelo de tramos horarios, unos costes que alejan la climatización de la vivienda del alcance de muchas personas.

Ante olas de calor como esta, es muy importante protegerse de las temperaturas extremas, especialmente colectivos vulnerables como personas con enfermedades crónicas, niños o personas mayores, ya que pueden ocasionar daños muy severos a nuestra salud o incluso pueden costarnos la vida.

Por ejemplo, la exposición durante cierto tiempo (dependiendo del perfil y el estado general de la persona) a altas temperaturas (entre 32 y 40 grados aproximadamente y dependiendo de la humedad ambiental) puede empezar por provocar síntomas leves y temporales como náusea, mareo, fatiga, cefalea y sudoración profusa. Si la exposición continúa o las temperaturas son más elevadas (entre 40 y 54 grados) se puede sufrir agotamiento por calor, un cuadro caracterizado por una sensación de debilidad, cefaleas, calambres musculares, desmayo y malestar generalizado.

Si, de nuevo, la exposición continúa aún más o elevamos la temperatura por encima de los 54 grados, se puede sufrir un golpe de calor, cuando el cuerpo alcanza los 40 o 41 grados. Sus síntomas son sed intensa, aceleración del pulso, piel seca, mareos, náuseas, vértigo, calambres musculares, malestar, dolores de estómago y de cabeza, confusión, desorientación, pérdida de conciencia y finalmente la muerte. Además, en caso de supervivencia, el golpe de calor severo puede provocar daños permanentes en el cerebro, el corazón y los riñones.

Una forma concreta de sufrir el golpe de calor es la insolación, que se refiere a los golpes de calor provocados por la exposición al sol. Esta forma, particularmente grave, afecta principalmente a la cabeza y produce síntomas como náuseas, vómitos, cefalea, somnolencia, alteración en las fibras musculares y hasta convulsiones en casos particularmente graves. Además, es frecuente que vaya acompañada de importantes quemaduras solares, que tienen numerosos efectos negativos a corto y largo plazo para la salud.

Si sufrimos o presenciamos un golpe de calor, es conveniente avisar al servicio de emergencias para ser atendido lo más rápidamente posible y tratar de refugiar a la persona afectada del calor. El tratamiento, en este caso, consistirá en enfriar rápidamente al paciente con baños de hielo y otros dispositivos para que la temperatura del cuerpo retorne a niveles normales.

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