¿Duermen bien nuestros jóvenes? Así afecta el insomnio a su salud mental

Mantener una correcta higiene del sueño es fundamental no sólo para estar bien físicamente, sino también por cuestiones emocionales de gran importancia como la ansiedad o la depresión.
Utilizar dispositivos electrónicos antes de ir a dormir dificulta una correcta higiene del sueño
Utilizar dispositivos electrónicos antes de ir a dormir dificulta una correcta higiene del sueño
Getty Images
Utilizar dispositivos electrónicos antes de ir a dormir dificulta una correcta higiene del sueño

El desarrollo de la salud durante el periodo de la adolescencia tiene efectos a largo plazo que se manifiestan en la edad adulta. Y el sueño no es una excepción. Dormir bien es uno de los pilares de la cultura del bienestar, tan importante como una correcta alimentación o la práctica asidua de ejercicio.

Como explican a 20minutos expertos de la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia, "en los últimos años, los adolescentes y la sociedad en general han instaurado una cultura en la que se deteriora el sueño y su calidad, sacrificando horas de él que deberían formar parte del descanso en favor de disponer de más tiempo para el ocio. Esta circunstancia hace que se esté generando una deuda con el sueño que deja una huella profunda en nuestra salud y nuestras relaciones sociales".

Nuestros jóvenes duermen poco

En los adolescentes de nuestra sociedad se produce, según los doctores de la SEMG, un balance negativo del sueño, puesto que la mayoría duermen menos de las 8-10 horas recomendadas. En el último estudio de la Fundación Gasol, se evidencia que la mitad de la población infantil y adolescente española (entre 12 y 16 años) no cumple con la recomendación de horas de sueño nocturnas. 

Un joven en la cama
Un joven en la cama con el móvil
ISTOCK - Archivo

Esta situación está teniendo "graves consecuencias para su salud y su vida diaria, impactando directamente en su funcionalidad diurna tanto en el plano emocional (aumento de irritabilidad y tolerancia, ideación suicida), como social (dificultades para relacionarse, alteraciones del comportamiento, agresividad, consumo de sustancias). Por lo que respecta al rendimiento cognitivo se pueden producir problemas de atención y memoria, rendimiento deficiente e, incluso, fracaso escolar.

Por si fuera poco, esa falta de tiempo y calidad del sueño tiene consecuencias sobre la salud general de los más jóvenes, generando, entre otros problemas, ansiedad, distintos grados de depresión, diabetes y un mayor riesgo de padecer obesidad. ¿Lo peor de todo según los expertos? Que el contexto sociocultural en que vivimos no favorece que sean conscientes de la importancia de salvaguardar su higiene de sueño.

Recarga de la energía para el día

En palabras de la doctora Odile Romero, jefe clínico de Neurofisiología de la Unidad del Sueño del hospital Vall d'Hebron, "el sueño es absolutamente necesario para vivir y mantener un correcto estado de salud. Se trata de una función vital para reponer la energía que hemos consumido a lo largo del día, limpiar nuestro organismo y conseguir tener la energía renovada para hacer todo lo que tenemos que hacer al día siguiente".

Una joven estudiando.
El descanso nocturno es básico para tener energía con la que afrontar el día.
PIXABAY

Urge educar a la población, especialmente en las edades más tempranas, sobre la importancia que tiene el sueño en nuestra salud general, y en la mental en especial. Como explica el doctor Lorenzo Armenteros, miembro Alianza del Sueño, "conseguir un sueño de calidad y cantidad suficiente se prepara durante el día, y cómo lo hagamos afecta directamente a la energía que tenemos para poder hacer deporte, estudiar y memorizar… Además, esta circunstancia afecta también a nuestro patrón alimenticio".

La luz azul no ayuda

El aumento exponencial de la presencia de pantallas que exponen a nuestros jóvenes a la luz azul de los dispositivos electrónicos, sitúa las cifras en 6 de cada 10 menores que superan las 2 horas recomendadas de uso entre semana. A su vez, 8 de cada 10 superan la recomendación en fin de semana, que establece 5 horas al día como máximo.

Esta pésima tendencia ha impactado de lleno en los patrones circadianos de los adolescentes, alterando sus ciclos de sueño y vigilia. El estado de ánimo de más de la mitad de los jóvenes es especialmente irascible, y su nivel de energía más bajo de lo normal como para poder practicar ejercicio físico.

Imagen de archivo de un joven jugado a videojuegos en el ordenador.
El uso de pantallas con luz azul antes de acostarse provoca insomnio.
RON LACH / PEXELS

“El uso creciente de las pantallas y la luz azul hace que se engañe al cerebro y que éste piense que aún es de día, por lo que hace que se inhiba la producción de melatonina. Este hecho dificulta el inicio del sueño y provoca problemas a la hora de conciliar el descanso. Es fundamental concienciar a nuestros adolescentes sobre no usar dispositivos móviles en las horas previas a la hora de irse a dormir porque producen una hiperactivación cerebral que afecta negativamente en la cantidad y calidad del sueño”, explica la doctora Romero. Además, hay que evitar las cenas copiosas, las bebidas excitantes por la noche, y hacer ejercicio intenso en las últimas horas del día.

Educar para descansar

Tratar de establecer una hora fija para acostarse todos los días es uno de los primeros hábitos que los jóvenes deben aprender. También es importante que eliminen 'distracciones' de la habitación para que el sueño llegue de manera natural. Los expertos de SEMG aconsejan "consultar con el médico de cabecera en cuanto aparezcan los primeros síntomas de insomnio, antes de que el problema se agrave" y desencadene las enfermedades asociadas (físicas y mentales) de las que ya hemos hablado. 

Una joven acude a la consulta del médico.
Ante los primeros síntomas de insomnio hay que acudir al médico de familia para evitar que se agraven.
EUROPA PRESS/SESCAM

Por desgracia, se trata de una dinámica poco o nada establecida en nuestra sociedad, y la mayoría de los adolescentes, lo que hacen, es buscar fuentes de información poco aconsejables así como recurrir a sustancias sin un aval científico que no les ha prescrito ningún médico para intentar conciliar el sueño.

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