El calor extremo podría contribuir al deterioro cognitivo, según un estudio

Una nueva investigación ha arrojado que la exposición acumulada al calor extremo puede empeorar la función cognitiva en personas especialmente vulnerables, como los residentes de barrios con menos recursos.
El calor extremo puede causar problemas de salud como deshidratación o eventos cardiovasculares.
El calor extremo puede causar problemas de salud como deshidratación o eventos cardiovasculares.
Getty Images/iStockphoto
El calor extremo puede causar problemas de salud como deshidratación o eventos cardiovasculares.

Julio de 2023 ha sido el mes más caluroso en todo el mundo desde que hay registros, con olas de calor en algunas regiones del mundo que se extendían durante semanas. Este tipo de fenómenos, además de ilustrar el desafío climático y medioambiental al que la humanidad se enfrenta, suponen un riesgo inmediato y real para la salud de las personas. 

Así, por ejemplo, un nuevo estudio publicado en el medio especializado Journal of Epidemiology and Community Health ha encontrado que el calor extremo sostenido puede empeorar el deterioro cognitivo, un efecto más pronunciado en los grupos particularmente vulnerables incluyendo las personas que viven en barrios más pobres. 

Daño celular, estrés oxidativo, inflamación...

Esta conclusión sostiene los hallazgos de estudios previos que ya habían documentado efectos perniciosos del calor extremo sobre el rendimiento cognitivo de las personas; con todo, mientras que la mayoría de los trabajos sobre la cuestión tendían a fijarse en el estado de las personas en un momento fijo en el tiempo, en este caso los investigadores han querido arrojar luz sobre las posibles consecuencias en el largo plazo de fenómenos atmosféricos como las olas de calor sobre la salud de las personas. 

"El declive cognitivo", explican estos autores "podría no manifestarse directamente después de un solo evento de calor extremo, sino que las exposiciones prolongadas o repetidas podrían resultar perjudiciales. La exposición acumulativa al calor extremo pueden desencadenar una cadena de eventos en el cerebro incluyendo daño celular, inflamación y estrés oxidativo, todos los cuales pueden agotar la reserva cognitiva de uno".

Estos hallazgos parten, como señalan en el mencionado artículo, del análisis de datos de cerca de 9.500 adultos en los Estados Unidos con edades por encima de los 52 años, seguidos durante un período de tiempo de 12 años (entre 2006 y 2018) como parte del estudio Health & Retirement Study llevado a cabo por el Instituto para la Investigación Social de la Universidad de Michigan, que mide la función cognitiva de los participantes a lo largo del tiempo.

Desigualdad manifiesta

Los investigadores también atendieron a cuestiones como las métricas socioeconómicas de los vecindarios en los que los participantes vivían. Adicionalmente, calcularon la exposición acumulada de los participantes al calor extremo (el número de días en los que el índice de calor alcanzó o excedió un umbral específico para cada localización concreta)a lo largo de los 12 años en base a los datos histéricos recogidos por el estudio del Centro de Control de Enfermedades National Environmental Public Health Tracking Network. 

Lo que encontraron de este modo es que efectivamente las altas exposiciones al calor extremo se asociaban con un declive cognitivo más rápido entre los residentes de los barrios de rentas bajas, pero no así entre los barrios de rentas más altas. 

Las razones de esta diferencia son complejas, pero podrían relacionarse con los diferentes recursos en cada clase de zona. Por ejemplo, mencionan estos autores, los barrios acaudalados suelen contar con espacios verdes bien mantenidos, aires acondicionados o centros de enfriamiento, equipamientos a menudo ausentes en los barrios de rentas bajas. De la misma forma, los residentes de estos últimos suelen padecer un mayor grado de estrés crónico, aislamiento social, y contar con menos servicios especializados para el tratamiento de la salud cognitivo; todos estos factores podrían también contribuir a esta disparidad observada. 

En cualquier caso, los investigadores creen que este tipo de descubrimientos evidencian la necesidad de desarrollar políticas y herramientas para identificar a los residentes que son más susceptibles a sufrir las peores consecuencias del calor extremo; de esta manera, será posible enfocarse en reducir la desigualdad y el impacto que las olas de calor extremo suponen para estas personas y para la salud pública en su conjunto. 

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