Buenaventura del Charco Olea, psicólogo: "Hemos convertido la felicidad en un producto de consumo"

El psicoterapeuta andaluz publica el libro 'Te estás jodiendo la vida. Olvídate de tu mejor versión y sé tú mismo'. En él, reivindica 'matar' a nuestro juez interior para el que nunca somos suficiente, y al que la industria de la autoayuda ha alimentado tanto en los últimos tiempos.
Buenaventura del Charco Olea, psicólogo sanitario y docente.
Buenaventura del Charco Olea, psicólogo sanitario y docente.
B.C.
Buenaventura del Charco Olea, psicólogo sanitario y docente.

¿Podrían frases aparentemente motivadoras (y machaconas) como 'sé tu mejor versión' o, 'consigue tus objetivos y serás feliz' contener en realidad un mensaje envenenado? El psicólogo sanitario Buenaventura del Charco Olea así lo cree, y lo argumenta ampliamente en su nuevo libro, 'Te estás jodiendo la vida. Olvídate de tu mejor versión y sé tú mismo' (ed. Martínez Roca). España es uno de los países del mundo en los que más ansiolíticos se consumen, y eso indica que algo no estamos haciendo bien. La publicación de Buenaventura  nos invita a parar, y hacernos algunas preguntas imprescindibles que tienen respuestas tan contundentes como que "lo que realmente gobierna nuestras vidas es el miedo a no ser suficientemente buenos".

El autor reivindica recuperar la humanidad (sobre todo para con nosotros mismos) y los valores personales, tratándonos con respeto. De esta manera, podremos hacer frente a los gurús de la industria de la autoayuda que, según su criterio, asocian el valor de los individuos con su productividad y sus logros, deshumanizándolos. Exigirnos cada vez más a nosotros mismos, en un afán por conseguir el perfeccionismo insaciable sólo genera ansiedad, estrés y mucha frustración. "Seamos auténticos y honestos, y dejemos que los demás, si quieren, sigan jodiéndose la vida tratando de mejorar su versión, ante un juez interior imposible de satisfacer".

Todos buscando nuestra mejor versión como locos, y llega ahora un profesional cualificado en la psicología (o sea, tú) a decirnos que nos olvidemos de ella…No tenemos que estar actualizándonos constantemente y mejorando siempre. Nos engañan. Somos seres humanos, no la aplicación de un móvil. Otra trampa que nos han vendido es que tenemos la obligación de desarrollar al máximo nuestro potencial para nuestro crecimiento y para la superación personal. En la sociedad actual no basta con hacer las cosas cuando es necesario; hay que hacerlo a todo lo que dé y todo el tiempo. Esto es lo mismo que decir que si tienes un Ferrari tienes que ir a 290 kilómetros por hora por la ciudad porque esa es la capacidad máxima del coche, no se contempla la posibilidad de que quieras ir despacito. Sólo importa dar el cien por cien, y hay que hacerlo siempre. ¡Es absurdo!

En el libro 'Te estás jodeindo la vida' hablas de la importancia de hacernos preguntas para escapar de la manera en la que nos venden y nos vendemos como si fuéramos un producto.Estamos abandonando la filosofia del sistema educativo y me preocupa muchísimo. Nos automachacamos muchísimo, porque compramos los mensajes de la sociedad de consumo, de los medios de comunicación, de las redes, del negocio que es la industria de la autoayuda… Hasta que no recibes ese mensaje de que 'hay algo mejor', tú estabas contento con tu vida, más o menos. Pero claro, te están creando nuevas necesidades constantemente. Esos mensajes son como la lluvia fina, un goteo constante. Cuando te quieres dar cuenta estás calado, y eres víctima de la autoexigencia y la frustración. Con un buen pensamiento crítico, los psicólogos tendríamos mucho menos trabajo. 

Cuando te quieres dar cuenta el mensaje ha calado, y eres víctima de la autoexigencia y la frustración

¿Qué papel juegan las redes sociales en toda esta frustración constante?Hay algo muy interesante de un filósofo español, Ernesto Castro, muy disruptivo. Él lo llama 'la democratización de la fama'. Antes, cuando veíamos a la Preysler en su casoplón en una revista, existía una distancia, dábamos por hecho que nunca alcanzaríamos eso, era como un mundo paralelo y no te torturabas por ello, lo dabas por hecho. El problema de las redes es que la gente famosa te muestra su cotidianeidad, y esa frontera entre ellos y nosotros se diluye. Ahora te crean una fantasía (y yo tengo pacientes influencer) de cercanía, de espontaneidad… y tú lo interiorizas como algo accesible. Pero no lo es en realidad, y te frustras. Las redes te crean una expectativa con trampa, y encima te lanzan el mensaje de que si a ti no te sale bien es por tu culpa, porque no eres lo suficientemente bueno, porque no te has esforzado, porque no estás comprometido con tu objetivo. Es perverso.

¿Cuál es la pandemia del siglo XXI?La autoexigencia perfeccionista, sin duda. Y la tristofobia. Si te paras a pensarlo estamos en un momento histórico en el que la vida es menos traumática. Antes, una madre tenía 5 hijos, se le morían la mitad, y no había generación que no viviera una guerra. Entonces, ¿por qué tenemos más problemas de salud mental que nunca? En parte porque tenemos más diagnósticos, pero sobre todo por la meritocracia obsesiva, esa dinámica de que somos mejores en función de los objetivos que alcanzamos y no por nuestra esencia como seres humanos. 

¿Dónde queda entonces la maltrecha autoestima?Nos han vendido que para tener autoestima tenemos que explotar las cosas que se nos dan bien, que el amor que tú te tienes depende de lo que consigues. Vincular el amor y el valor de un individuo a su productividad y a sus atributos es una deshumanización brutal, es profundamente perverso. Y eso es lo que la psicología actual imperante nos está vendiendo como autoestima y desarrollo personal. El valor de un individuo depende de cuántos 'like' tiene. Hemos convertido 'cuánto gusta' en una medida oficial de 'cuánto vale'. Esta dinámica puede tener sentido para la economía, pero desde luego aplicado al mundo del ser humano me parece profundamente triste.

Vincular el amor y el valor de un individuo a su productividad es perverso

¿Dónde buscamos entonces la autoestima?Dentro de nosotros, y no fuera. No puede ser que cuando vayas a hacer terapia con un psicólogo, porque tienes problemas de autoestima, te pida que escribas en un papel todas tus virtudes. ¡Amarte no tiene nada que ver con tus virtudes! Amarte es una decisión íntima; no consiste en saber en qué soy bueno. Que yo me ame tiene que ver con tratarme con respeto; con no reprimir mis emociones si estoy mal, con permitirme llorar cuando lo necesito… y con aprender a aceptarme con lo que no me gusta tanto de mí.

Buenaventura del Charco Olea, psicólogo

Buenaventura del Charco Olea

Psicólogo sanitario y psicoterapeuta, combina la actividad docente en distintas instituciones con la práctica clínica. Buenaventura del Charco es profesor en la Unidad de Docencia y Psicoterapia del Hospital Universitario Virgen de las Nieves de Granada. Tiene consulta en Marbella y en Granada. Además, es escritor y conferenciante. Su primer libro, 'Hasta los cojones del pensamiento positivo', ha vendido más de 10.000 ejemplares.

Pero ahora lo que se lleva es 'ver el lado positivo a las cosas'.Cuando una persona tiene un problema, en realidad tiene dos problemas: el problema en sí, y la vivencia del problema. Cuando a mi madre le diagnosticaron un cáncer seis meses después de que se murió mi padre, tenía un problema oncológico y también un problema emocional. Mi hermano y yo empezamos a buscar el mejor tratamiento a través de amigos, algunos en Estados Unidos…movimos Roma con Santiago para todo lo relacionado con el tratamiento. Pero al final una parte importante del problema consistía en cogerle la mano y llorar con ella. Hay que permitirse estar triste cuando hay que estarlo, y no disfrazarlo. Es absurdo.

¿Estamos deshumanizados?¿Qué nos está pasando?Que nunca estamos satisfechos con lo que somos. Y lo peor de todo esto parte de la creencia de que la felicidad depende de los objetivos. Yo estoy seguro de que nuestros abuelos nunca hablaron de objetivos en su vida. No se miraban a la cara y se preguntaban: ¿somos felices, hemos alcanzado nuestros objetivos en la vida? Porque la felicidad no es una meta, sino la consecuencia de llevar una vida coherente. Hemos convertido la felicidad en un objetivo y en un producto de consumo. Continuamente tenemos que mejorar, tenemos marca personal, nos vendemos en redes, nos etiquetamos… somos un producto de consumo. Y no podemos convertir al ser humano en un producto de consumo, es una aberración.

La felicidad no es una meta, sino la consecuencia de llevar una vida coherente

¿A qué te refieres exactamente?A que estamos normalizando el discurso de que la felicidad es un objeto que se compra. Existe una privatización del malestar humano, y eso lo está legitimando la psicología imperante en muchos casos. Hemos asumido la idea de que si tenemos ansiedad es porque no sabemos meditar, ni gestionar nuestras emociones. Hombre, a lo mejor es porque tengo un contrato temporal, o porque tengo 30 años y no puedo independizarme… Hay un continuo hacernos sentir mal por todo, fomentando nuestro miedo a no ser suficientemente dignos de amor.

Aparece en escena el miedo…Así es. Tenemos una dependencia enfermiza del logro, porque cuando consigo el objetivo calmo mis miedos. A mí de pequeño me hacían bulling porque tenía una deformidad importante en la mandíbula. Yo era feo de cojones, como un carro por debajo. Hubo una época en mi vida, en la que estuve en terapia, y después de que me operaron, me pasé 8 años de mi vida en los que mi objetivo era ligar con todas las 'tías buenas' que me encontraba. Se llama 'mecanismo compensatorio', y es en lo que se basa la sociedad actual. Tenemos una herida, y en vez de curar la herida, lo que hacemos todo el rato es intentar hacer algo de signo contrario para calmar los miedos. Tengo un mal día, y lo que hago es subir una foto a Instagram estupendo para que todo el mundo le dé like. Todos jugamos a ese juego.

Tenemos una dependencia enfermiza del logro, que nos ayuda a calmar nuestros miedos

Entonces, cuando hablas de que tenemos que querernos, ¿debemos aceptar nuestros defectos?Hoy en día está muy de moda esa frase presuntamente motivadora de: "pasa, que te dé igual el rechazo de los demás". Y hay otra: "Tus imperfecciones te tienen que gustar para sentirte bien contigo mismo". Pues no, no se trata de eso. Yo en el proceso de este libro he ganado 8 kilos y no se me ocurre pensar "uy, qué atractivo estoy con mi barriga". El truco está en ver mi barriga, y no tratarme mal por ello, ser digno de amor y respeto. Mis defectos son innumerables. Hay que empezar a poder mirarnos de una manera más humana y compasiva, entender que no todo depende de nosotros.

Tenemos que empezar a mirarnos de una manera más humana y compasiva

¿Cómo podemos protegernos de nuestros complejos?El mayor factor de protección de la salud mental son las relaciones sociales, esa amiga con la que te tomas un café, por ejemplo. Sin embargo, a lo que nos mueven todo el rato es a hacer mindfullness, meditación… cuando la investigación científica demuestra que lo verdaderamente útil es el trato con la gente. Pero claro, eso no se puede vender, no es un curso, no se saca ningún rendimiento económico con ello.

El mayor factor de protección de la salud mental son las relaciones sociales

El miedo sí es algo que se venda, como decías anteriormente.Absolutamente. Y lo malo es que los publicistas se han dado cuenta de eso, de nuestro miedo ancestral a no gustar. El ser humano es una animal que si lo miras evolutivamente como especie, su supervivencia dependía de que el grupo le aceptara. Piensa en los anuncios de colonia. Sale un hombre más fuerte que el vinagre, pisa firme, le miran un montón de chicas guapísimas y al final pone 'pour homme'. ¿Me puedes explicar a qué huele ese perfume? No te han vendido el perfume, lo que te han vendido es una sensación de poder, de autoestima, de seguridad, de éxito, y lo están vinculando al producto. Para vendernos cosas tienen que estar haciéndonos sentir poco válidos, por comparación. 

Para vendernos cosas tienen que hacernos sentir poco válidos, por comparación

¿Por qué necesitamos la validación constante del otro?La autoestima tal y como está planteada ahora, corrobora la idea de que tu valor depende de lo que haces. Y no puede ser, porque el amor no tiene nada que ver con la validación externa. Mi padre era el director médico de Incosol, del sha de Persia, de Ernesto de Hannover… un importantísimo médico. Eso, por supuesto, lo pienso con orgullo. Sin embargo, yo no quiero a mi padre por eso. Cuando llega la Navidad y mi padre no está, y me dan ganas de llorar por su ausencia, nunca pienso “uy qué pena, con lo buen médico que era”. Pienso, "con lo bonico que era"… 

Entonces, ¿qué es lo que gobierna nuestras vidas hoy por hoy?Sin duda, el miedo a no ser suficientemente buenos.

¿Y eso tiene algo que ver con que disfracemos nuestros miedos reformulando todo lo que nos pasa en clave positiva?Eso se ha convertido en una auténtica necesidad. En mi opinión, esa dulcificación constante del fracaso es mala, eso de transformar lo malo en bueno por sistema es una mierda. Cuando te pasa algo malo, un cáncer por ejemplo, es normal que estés enfadado, si no… ¡serías una psicópata! Tener un tumor y que lo veas como una oportunidad te convierte en un necio. Lo congruente es cagarte de miedo y enfadarte con la vida.

La dulcificación constante del fracaso es mala

No hemos hablado de la temida (y extendida) ansiedad.Empieza a haber una enfermedad en occidente que se denomina 'muerte por fatiga'. Está muriendo gente porque descansa lo suficiente, porque tenemos interiorizado que llega el fin de semana y hay que aprovecharlo. Nos pasamos el día poniéndonos a prueba, evaluándonos. Y los exámenes dan ansiedad. Una persona que me está atacando todo el día es una amenaza, pero cuando somos nosotros mismos, las 24 horas, los que nos atacamos, estamos permanentemente alerta. Nos convertimos en el verdugo y también en la víctima. Tu circuito de ansiedad está todo el día activándose. 

Cada uno de nosotros somos el verdugo, y también la víctima

España es un país en el que se consumen gran número de medicamentos contra la ansiedad.España es el país del mundo que toma mas benzodiacepinas, por delante de China y Estados Unidos. Tenemos un tercio de la tasa de enfermedad mental en el mundo occidental. 

¿Y qué está pasando con nuestros jóvenes?Es una generación que lo tiene todo, pero al mismo tiempo es la generación más exigida de la historia. Los chavales de ahora viven una continua sensación de que no lo están haciendo bien, y hay cosas a las que no llegan, cosas que se están perdiendo. Viven en una autoexigencia permanente. La depresión tiene dos vertientes: la de no disfrutar de las cosas, no tener energía para hacerlas; y el sentimiento de no ser válido. Esa obsesión por la perfección afecta a los trastornos de la conducta alimentaria, entre otras muchas cosas.

Nuestros jóvenes viven en una autoexigencia permanente

¿Estamos tan alejados del deseable 'aquí y ahora' como parece?Cada vez oigo a más pacientes que dicen que no se entienden. Eso sucede porque viven en lo que quieren ser, y no en lo que son. Espero que mi libro ayude a desautomatizar un proceso en el que estamos inmersos. Ser conscientes del problema ya es un paso que lo debilita. El problema cuando un proceso está en automático es que no puedes dejar de hacerlo. 

Una vez que hemos tomado conciencia de todo esto que nos explicas, ¿qué podemos hacer para solucionarlo?La psicoterapia ha desarrollado una serie de técnicas para buscar soluciones. La primera de ellas es la autocompasión. Suena muy feo, pero es esa parte en la que yo decido que no voy a ser indiferente ante mi sufrimiento. La autocompasión te ayuda a que cuando algo te duele, tu dolor te conmueve y te importa. Parece que no, pero hay un consuelo y un apoyo en el hecho de que nuestro dolor nos conmueva. Si yo lloro por mí, es porque me importo. Y sentirme importante me ayuda a pelear, a provocar cambios. La autocompasión me ayuda a dejar de fustigarme. Mi propia tristeza me ayuda a no ser tan cruel conmigo mismo. 

La autocompasión nos ayuda a dejar de fustigarnos

Hablas de llorar, ¿es bueno hacerlo?Llorar es el mejor ansiolítico, además de que nos ayuda a entender lo que nos está pasando. Para eso, claro, hay que parar, identificar el problema y poner en marcha la solución. Existe muchísima investigación científica que demuestra que la autocompasión es necesaria para la salud mental.

¿Alguna solución más?Sí. La aceptación incondicional de la que habla Carl Rogers, que nos permite desvincularnos de la obsesión por el éxito. Cuando yo aprendo a quererme a pesar de mis defectos, eso me da una libertad increíble. Cuando yo me machaco, no me ayuda a cambiar. Tener una buena rutina, sobre todo de descanso, es fundamental. Y cuidar los vínculos sociales. La soledad y el aislamiento tienen un impacto en la salud, peor que fumar tabaco todos los días. Eso está demostrado.

Si tuviéramos que resumir el espíritu de tu libro…Diría que hoy en día tenemos obsesión por hacerlo todo bien, la autoexigencia absurda, y al final nos perdemos a nosotros mismos en ello. En realidad, en vez de conocernos, lo que estamos haciendo es un 'copia-pega' de otros. Para ilustrarlo, voy a terminar con una anécdota personal. Una de las grandes lecciones que me dio la vida me sucedió en un viaje a Cuba. Mi novia de entonces que llevaba 16 años bailando. Yo llevaba sólo unos meses bailando, y a ella le daba apuro dejarme solo. Bailaba conmigo, hasta que le dije “venga chiquilla, cógete un cubano y date el gustazo de bailar a tope con él”. Al cabo del rato, que yo estaba solo, se me acercó una mulata muy simpática y bailamos. Yo, muy apurado porque no sabía mucho, porque perdí el ritmo varias veces, le dije: “perdona, es que no sé bailar muy bien”. Ella me miró sorprendida y me dijo: “¿te lo pasaste bien, papi?" Le dije que sí. Ella me contestó: “Entonces, sí sabes bailar”. Esa es la esencia que tenemos que reconquistar. 

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