Javier Urra, psicólogo: "El suicidio no es una cuestión de valentía o de cobardía, sino de sufrimiento extremo"

Este domingo 10 de septiembre se celebra el Día Internacional de la prevención del suicidio, primera causa de muerte no natural en España y un gran problema de salud pública que encuentra su dramático pico en los jóvenes entre 20 y 27 años. 
Javier Urra, director clínico del centro Recurra Ginso y primer Defensor del Pueblo de la Comunidad de Madrid (1996-2001)
Javier Urra, director clínico del centro Recurra Ginso y primer Defensor del Pueblo de la Comunidad de Madrid (1996-2001)
R. G.
Javier Urra, director clínico del centro Recurra Ginso y primer Defensor del Pueblo de la Comunidad de Madrid (1996-2001)

El suicidio es un tema tabú que constituye un grave problema de salud pública con severas consecuencias para las familias, más aún cuando en España ocupa el primer puesto de la mortalidad por causas no naturales, por encima de los accidentes de tráfico. Los expertos advierten de que nuestros jóvenes necesitan un objetivo a largo plazo por el que merezca la pena vivir, y eso sólo puede conseguirse mediante el debate social y la concienciación.

Las personalidades suicidas encuentran su etapa más peligrosa en las personas entre los 20 y los 27 años, según nos cuenta el psicólogo clínico Javier Urra, y la principal razón que les lleva a culminar su objetivo de quitarse la vida es una profunda desesperanza y mucho sufrimiento insoportable. 

Este domingo 10 de septiembre es el Día Internacional de la prevención del suicidio, por lo que 20minutos ha entrevistado al que fuera primer Defensor del Menor en la Comunidad de Madrid hasta 2001, y ahora director clínico de Recurra-Ginso, clínica de salud mental infarto-juvenil, Javier Urra.

Este 10 de septiembre se celebra el Día Internacional de la prevención contra el suicidio pero, ¿se puede prevenir realmente?Todos podemos pensar en un momento dado en que queremos quitarnos de en medio; la diferencia es que unos lo llevan a cabo y otros no. La clave está en el momento en que se forja el carácter de una persona. Y esto no son palabras baladíes. Esto es irte al hospital de parapléjicos de Toledo y ver a gente impedida que te dice que la vida no tiene sentido, que les ayudes a morir porque ellos solos no pueden quitarse la vida, y en contraposición ver a otras personas en su misma situación física que tienen ilusiones, razones para vivir… En la infancia es cuando se forja la salud mental, y ahí es donde se debe empezar a trabajar.

En la infancia es cuando se forja la salud mental, y ahí es donde se debe empezar a trabajar

¿Es una cuestión de armarse con suficientes herramientas para afrontar lo que la vida nos depare?El tema del suicidio tiene dos partes. Una cognitiva, de pensamiento, y otra volitiva, que es la capacidad de decisión. Un niño que está siendo acosado en el colegio y llega a su casa machacado emocionalmente, ridiculizado, que es perseguido a través de las redes sociales, acosado también en la intimidad de su habitación, llega un momento en el que se siente desbordado y se desespera, no ve salida. Cuando se quita la vida nos llevamos las manos a la cabeza, pero es que ese niño no podía sufrir más, y probablemente no tenía las herramientas suficientes para combatir la vejación.

Un niño acosado en el colegio, perseguido, vejado, se suicida porque no podía sufrir más, no tenía las herramientas

¿Por qué llega una persona a tomar la decisión de quitarse la vida?Por desesperanza. La principal razón que lleva a las personas al suicidio es la desesperanza. Ese estado emocional puede llevarte a una depresión y, de ahí, a no encontrar solución.

En España, el suicidio es la primera causa de muerte no natural. ¿Somos líderes en esta pésima noticia?Las cifras de suicidio han aumentado en los últimos años. Hasta ahora, España era un país en el que no había grandes cifras de suicidio, al menos no comparado con otros países del entorno como Lituania o Suiza. No somos líderes en esto.

¿Eso significa que somos un país más 'saludable' en este sentido?No exactamente. Mucho salir a la calle, tomarnos la tapita y el tinto de verano, pero lo cierto es que España lleva tres años siendo el primer país del mundo en consumo (proporcionalmente) de antidepresivos, ansiolíticos e hipnóticos. Preguntémonos porqué la gente en nuestro país toma tantos psicofármacos.

España lleva tres años siendo el primer país del mundo en consumo de antidepresivos

¿Por qué nos sucede esto?Porque la gente le pide a la vida lo que la vida no puede dar. Si yo quiero a otra persona pero esa persona no me quiere a mí, no debería frustrarme. Pero para eso, alguien debería haberme enseñado que no puedo obligar a nadie a quererme, por ejemplo. Hay que aprender a perder, es el ABC emocional, porque la única certeza que tenemos es que todos nos vamos a morir. Vivimos en una sociedad en permanente búsqueda de la felicidad a costa de lo que sea.

¿Qué pasa cuando se suicida alguien de nuestro entorno?Que te conviertes en superviviente del suicidio, y tienes que aprender a vivir con ello. Es una situación terrible, porque si se ha quitado la vida voluntariamente tu pareja, tu hijo o tu padre, siempre te vas a culpabilizar, y a repetirte: ¿pude haber hecho algo más? Es un sentimiento de culpa muy injusto, hay que eliminar esa culpa.

Javier Urra, psicólogo clínico

Javier Urra, director clínico de Recurra-Ginso y doctor en Psicología

  • Javier Urra es director clínico y presidente de la Comisión Rectora de RECURRA-GINSO (clínica de salud mental infanto-juvenil y centro terapéutico). Doctorado en Psicología con especialidad de Clínica, pedagogo y terapeuta, fue el primer Defensor del Menor en la Comunidad de Madrid desde 1996 hasta 2001. Ha sido llamado como experto por el Congreso y el Senado Español y ha representado a España en multitud de foros internacionales. Urra es además autor de varios libros y colabora en programas de radio y televisión.

¿Existe alguna manera de saber si en nuestro entorno una persona está planeando suicidarse?El 70 por ciento de los suicidas, antes, han enviado alguna señal previa de sus intenciones. Los psicólogos forenses hacemos lo que denominamos 'autopsia psicológica'. Consiste en rastrear con quién se han comunicado, emitido algún mensaje, escrito algo… para confirmar que ha sido un suicidio. Cuando tú lo ves a posteriori, atas cabos, y lo ves bastante claro. Pero antes, es difícil si no eres un profesional. Porque en el día a día, cuántas personas repiten eso de "si es que no sé si merece la pena vivir", o "no puedo más". En la mayoría de los casos no le damos importancia. 

Hay quien dice que si alguien 'amenaza' con quitarse la vida a menudo, en realidad sólo quiere llamar la atención y no lo hará. ¿Es eso cierto?El error de la sociedad es pensar que si alguien ha dicho que se va a quitar de en medio no lo hará, precisamente porque lo ha manifestado. Sólo por el hecho de pensarlo y verbalizarlo, ya tenemos un problema. Que luego habrá personalidades que se sobrepongan a ello, pero habrá otras que lo lleven a cabo.

¿Qué puede hacer entonces el entorno cercano en este caso?Lo primero, escucharle. Lo segundo, acompañarle. Lo tercero, llevarle a un psiquiatra o un psicólogo clínico, fundamental. Aún así, casi el 70 por ciento de los que lo tengan pensado, acabarán suicidándose.

¿Entonces...?Si sucede y te culpabilizas, preguntándote ¿qué más podía haber hecho por él o ella?, la respuesta es 'Nada'. Porque quien ha intentado suicidarse una vez, que a lo mejor has conseguido frenar o ha fallado en sus cálculos, lo más probable es que vuelva a intentarlo.

¿Existe alguna diferencia entre hombres y mujeres en el tema del suicidio?Sí. Las mujeres fallan mucho más. Ellas lo intentan ocho veces más y lo consiguen mucho menos. Y esto sucede porque el hombre es mucho más violento, con respecto a otros hombre y desde luego consigo mismo (en algunos casos también con las mujeres, de ahí la violencia de género) y busca métodos más agresivos y certeros como lanzarse al vacío o ahorcarse. Cuando una mujer piensa en suicidarse se toma un montón de pastillas pero llama a su amiga, y ésta avisa a emergencias, que le salvan la vida. Es un ejemplo, pero el modus operandi va por ahí.

Las mujeres lo intentan ocho veces más, pero lo consiguen en muchos menos casos que los hombres, que son más certeros por su violencia

¿Hasta qué punto tenemos que hablar del suicidio en los medios? ¿Es bueno o es contraproducente?Hay que hablar de ello, claro que sí. ¿Hay que exponer y detallar al milímetro cómo se ha llevado a cabo cada caso? Rotundamente, ¡NO! Es útil hablar de si la persona actuó bajo los efectos de alguna droga, de si tenía una patología mental, de la etiología. Pero el morbo no aporta absolutamente nada, todo lo contrario. No es que vaya a producir el efecto llamada si no tienes predisposición a ello, pero hay que tratarlo con cuidado, es delicado. 

Si la vida se nos tuerce en exceso, ¿todos podemos ser portadores de ideas suicidas?De ideas, sí; pero no de ejecución. Si tenemos familiares que se han suicidado, tenemos que tener especial cuidado porque estamos más predispuestos. Lo mismo que sucede si tienes antecedentes de infarto en la familia, o de esquizofrenia, por ejemplo. Mucha gente dice "esta persona, que era una bellísima persona, adoraba a sus hijos… ¿cómo ha podido ahorcarse sin pensar que sus hijos lo iban a presenciar?". Ese comentario es no entender la desesperanza, no alcanzar a imaginar el inmenso sufrimiento y el dolor del que estaba siendo víctima. Esa persona, naturalmente, nunca querría generar ese shock en los suyos, pero seguramente estaba tan desbordada por las circunstancias que no se ha sentido capaz de pensar en las consecuencias.

Tú estás acostumbrado a ayudar a jóvenes con este grave problema…En la clínica trabajamos con chicas y chicos que intentan suicidarse de manera continuada, que se autolesionan, se tragan hojas de afeitar… una manipulación muy compleja. Mira, hay una chica con intentos reales de suicidio, que no tiene ninguna ilusión por vivir, y mi movimiento clínico ha sido hacerla sentir útil. Le he ofrecido hacer una guía contando su realidad para poder ayudar a otros jóvenes, y en ese caso se ha volcado. No he puesto el foco en ella, puesto que no tiene ningún interés por vivir, pero sí le mueve sentirse útil.

¿Qué está pasando con nuestros jóvenes, por qué hay tantos problemas mentales entre ellos?La sobreprotección tiene mucho que ver. Yo he escrito un libro sobre esto, porque los seres humanos aprendemos tropezando, cayendo y levantándonos. Sólo así aprendemos a vivir. Si a tu hijo le dejas los ruedines de la bicicleta para siempre, nunca aprenderá a soltarse, estás cortando su autonomía. Otra causa grave es que las redes sociales transmiten los anti-valores, son muy peligrosas porque a través de ellas, los jóvenes se van generando personajes irreales, y luego se sienten desdichados por comparación. La tercera pega es que vivimos en la sociedad del 'yo'. Yo, mi¡, me, conmigo. Yo tengo derecho, yo quiero, yo exijo… y entonces me pregunto: "y tú, ¿qué haces por los demás, por esas personas que están peor que tú… por qué no los ayudas?"

La sobreprotección paterna, las redes y la cultura del 'yo' son culpables de muchos problemas mentales de nuestros jóvenes

Cuando tú ayudas, en realidad te estás ayudando. ¿Esa es la idea?Es importante salirse del 'yo' y valorar el 'tú', efectivamente. Los profesionales sabemos lo que está pasando. La sociedad transita por carreteras de ruptura, de ansiedad, de incertidumbre, y ponemos demasiado el foco en los problemas propios.

¿Ha contribuido la pandemia a esta cultura del 'yo'?La pandemia nos demostró que el mundo se puede quedar paralizado, que el planeta sigue girando, que los animales no nos echan de menos, y que somos vulnerables. También sirvió para darnos cuenta de que el ser humano es capaz de cooperar, coordinarse y traspasar fronteras para ayudar. Somos adaptativos. En este contexto, los jóvenes se comunicaban a través de las nuevas tecnologías, y eso estuvo muy bien. Vieron e interactuaron más con sus padres, con la familia… parecía que habían sufrido menos de lo que nos hemos dado cuenta después que han sufrido. En el fondo se ha generado una inseguridad de la que la sociedad no quiere hablar, y ese poso queda.

En la pandemia, los jóvenes sufrieron más de lo que en principio parecía

O sea, que aquéllo que se decía al principio de que la pandemia iba a sacar lo mejor de nosotros…Cuando a mí me preguntaron si la pandemia iba a conseguir que fuéramos mejores personas, dije que no, rotundamente. Nosotros hicimos un estudio con 4.000 personas, antes y después del COVID, y comprobamos que las creencias, lo esencial, no ha cambiado nada.

Parece increíble que el pico más peligroso de edad con respecto al suicidio sea entre los 20 y los 27 años.Hay muy poco suicidio infantil, escaso en la adolescencia (excepto el motivado por acoso escolar), y es en esa etapa de los 20 a los 27 años cuando dejan de ser niños pero no han alcanzado la estabilidad emocional ni económica aún cuando todo se complica. Eso, aderezado con el consumo de alcohol y otras drogas, y la impulsividad que les lleva a pasar rápido a la acción, lo agrava. Yo, Javier Urra, si estoy preocupado por algo, me voy a la cama y mañana será otro día. Los jóvenes quieren respuestas y soluciones inmediatas. Pero en la vida a veces hay que dejar pasar el tiempo, reposar.

La edad en la que se producen más ideas suicidas ronda los 20 años.
La edad en la que se producen más ideas suicidas ronda los 20 años.
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Los jóvenes quieren respuestas y soluciones inmediatas, pero en la vida a veces hay que saber reposar

¿La mentalidad suicida es, por definición, premeditada, o tiene que ver con un impulso?Es premeditada, algo que se prepara. No se trata de un trastorno mental transitorio, ni de una situación puntual que te desborda.

¿Es oportuno mostrar a nuestros hijos nuestra vulnerabilidad?Depende de la edad de los hijos, cuándo y cómo. Un niño, lo que necesita es amor y seguridad, por lo que no puede tener enfrente unos padres inestables e inseguros. Sería un horror. Luego ya, en la adolescencia, cuando tiene mayor capacidad de discernir, hay más libertad, y hay que utilizar el sentido del humor, que es muy útil. Si lo haces bien, tus hijos van a afrontar la vida con coherencia y con criterio. Si se hacen las cosas bien, los riesgos se minimizan mucho. 

Hablas de la utilidad del sentido del humor. ¿En casos tan graves como el que nos ocupa también?Absolutamente. Yo lo practico todo lo que puedo, a pesar de que he sufrido dos infartos de miocardio, llevo 6 stents, sigo trabajando, tengo 66 años y un equipo de 119 personas. Yo me río mucho, y me rodeo de gente que tenga sentido del humor. No me fío de la gente que no tiene sentido del humor, no son inteligentes, no han entendido de qué va la vida.

No me fío de la gente que no tiene sentido del humor, no han entendido de qué va la vida

Y hay que saber reírse de uno mismo.Exacto. Si no te ríes de ti mismo has perdido la humildad y eso es peligroso. Si no tuviéramos sentido del humor, ni optimismo, ni esperanza, a pesar de que tratamos temas tan delicados como el suicidio cada día, no seríamos buenos profesionales.

¿Algún consejo práctico para detectar esos signos de alarma que nos lleven a actuar?Yo soy uno de los 52 expertos del Pacto de Estado contra la violencia de género, y sólo un 5 por ciento de las denuncias vienen de alguien que no sea la víctima. Ahí tenemos una deuda como sociedad. En cuanto a los síntomas de una personalidad suicida, podemos observar la dejadez, cambios conductuales que nos llamen la atención, problemas para dormir, esa actitud de los jóvenes que están en contra de todo pero que pueden estar solapando una depresión… En cuanto sospechemos que algo le pasa a nuestro hijo, debemos llevarle a un profesional, que es quien va a saber discernir. 

¿Hay que ser valiente para suicidarse?No creo que sea una cuestión de valentía o de cobardía, es cuestión de sufrimiento extremo. Me preocupan especialmente las quedadas de suicidios ampliados: dos o tres jóvenes quedan para quitarse la vida en grupo porque les va mal, y cada uno se da valor en el otro. Son casos puntuales, pero asustan.

Para terminar, ¿cuál sería tu mensaje en este Día Internacional de la prevención del suicidio?Yo quitaría el peso de la culpabilidad a padres y familiares. Ellos no son responsables ni culpables de que una persona entre en bucle y se desespere. Lo que sí puedo asegurar es que el ser humano necesita esperanza. Puede tener dolores, sufrimiento, una economía baja… pero necesita algo que le dé esperanza. Ese es el mensaje que tendríamos que trasladarle a nuestros jóvenes; que más allá de sus dificultades para integrarse tienen que tener un objetivo, una razón para vivir. La espiritualidad es muy importante. Si no crees que va a haber un mas allá es más difícil encontrar a tu deambular existencial una razón. Quiza ahí estemos fallando.

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