Cuando la persona es devorada por el personaje: maneras de gestionar la fama

  • El éxito y la fama suponen factores de riesgo de inestabilidad emocional y mental que pueden desembocar en ansiedad, problemas en el estado de ánimo y consumo de alcohol y drogas.
  • Aprender a no tomar las opiniones y críticas de una forma personal y seguir manteniendo relación con el círculo cercano de familia y amigos son fundamentales para mantener los pies en la tierra.
La protagonista de 'Tú a Londres y yo a California’, cuando no se está mordiendo las uñas, tiende a tener una mano muy cerca de la boca.
La actriz Lindsay Lohan es un buen ejemplo de como la fama puede acabar por devorar a una persona.
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La protagonista de 'Tú a Londres y yo a California’, cuando no se está mordiendo las uñas, tiende a tener una mano muy cerca de la boca.

Muchas personas darían lo que fuera por tener éxito y reconocimiento, o al menos, esos 15 minutos de fama que Andy Warhol consideraba le correspondían a todo hijo de vecino. Y quizás 15 minutos serían mas que suficiente, porque lo cierto es que el mundo está plagado de famosos que se dejarían cortar el dedo meñique por vivir en el anonimato otra vez.

Los casos en los que la fama ha sido mal digerida por sus protagonistas darían para escribir una enciclopedia exclusiva del tema: desde Marilyn Monroe a Lindsay Lohan, pasando por Macaulay Culkin, Charlie Sheen o los trágicos finales de Heath Ledger o Amy Winehouse.

La fama es un arma de doble filo y uno de ellos es tan afilado que puede acabar por hacer mucho daño  si no se está lo suficientemente preparado para recibir el corte. Los expertos aseguran que el éxito y la fama suponen factores de riesgo de inestabilidad emocional y mental cuando no existe autoconocimiento por parte de la persona efectada, lo que puede desembocar en ansiedad, problemas en el estado de ánimo y consumo de alcohol y drogas.

Por otro lado, a medida que aumenta la fama es posible que también lo haga el aislamiento, la tristeza y la soledad. Para quien vive la fama es fácil sucumbir al canto de sirenas de sus seguidores, aparentemente todo el mundo le ama y busca estar cerca de él o ella pero la realidad es que muchas personas populares acaban preguntándose si esto ocurre por como son en realidad, porque adoran al personaje que han creado o solo por el glamour y el dinero que les rodea.

El famoso vive en una especie de realidad paralela y esto es todo un desafío para su ego. Por un lado, disfruta del reconocimiento que como personaje público tiene pero por otro, puede acabar sepultado por éste y por la percepción que los demás tienen de él, que en la mayoría de los casos dista mucho de la persona que hay detrás.

Se establece una lucha entre el yo ‘normal’ y el yo ‘famoso’. Le invade un sentimiento egocéntrico y narcisista que le hace sentir bien, se convierte en el centro de atención, cuenta con privilegios que antes no tenía... pero los especialistas advierten que esta impresión es artificial y cuando no terminan por cumplirse las expectativas el batacazo puede ser enorme y es entonces cuando suelen aparecen la ansiedad y el estrés.

Ese bofetón de realidad, además, suele ser todavía más fuerte según el tipo de fama al que nos enfrentemos. No es lo mismo la fama que llega a base de esfuerzo y por el reconocimiento profesional como la de un pintor, un cantante, un actor o un deportista - que suele asimilarse de una forma mas progresiva y tiene mucho más recorrido-, que cuando ésta llega de la noche a la mañana por fenómenos mucho más fugaces como un reality de la televisión o las redes sociales -donde permanecer en el candelero va a ser muy costoso y mucho mas sencillo volver a caer en el olvido-.

¿Cómo podemos gestionar este éxito manteniendo de la mejor manera posible la estabilidad mental? Los expertos hablan de agarrarse y tomar como referencia a una serie de aspectos:

Todo lo que viene se va. Una de las mejores maneras de gestionar la fama es ser consciente de que ésta puede ser temporal, que tal como vino puede irse y hay que saber adaptarse a la situación en cada momento. La capacidad de resiliencia es fundamental.

Rodearse de personas de confianza. Aquellos que nos conocen desde antes de ser famosos: los amigos de siempre, la familia... son quienes mejor van a saber ponernos los pies en la tierra y los que van a ser más honestos. Se trata de apostar por esas relaciones reales que no se basan en el éxito que se tenga o se deje de tener y que ofrecen la oportunidad al famoso de encontrarse consigo mismo y no con la figura pública.

Mantener hábitos de vida saludables. Más allá de las apariciones públicas, las entrevistas, los eventos... hay que intentar mantener unas rutinas regulares que ayuden a liberar el estrés y separarnos de la vida caótica: pasar tiempo a solas, una buena alimentación, hacer ejercicio, horas de sueño adecuadas, cumplir con responsabilidades (desde llevar de paseo al perro, los niños al colegio, hacer la compra...). La clave está en el equilibrio entre lo excepcional y lo normal.

Aferrarnos al trabajo y los proyectos. Sea cual sea la razón o la actividad que nos ha llevado a la fama, lo ideal es mantenerse centrado y ocupado en esas capacidades - ya sean artísticas, empresariales... - por las que hemos logrado el reconocimiento y menos obnubilado por el éxito que hemos conseguido gracias a ellas.

Mantener a raya el ego. Toda persona, consciente o inconscientemente, tiene una parte que ama el poder y puede ser muy sencillo dejarse seducir por éste. La solución pasa por no dar por sentado que la posición de la que ahora se disfruta va a a ser eterna, no aprovechar ese lugar de poder para tratar mal o menospreciar a los demás, y sí utilizarlo para contribuir a mejorar la vida de otras personas.

Aprender a no tomar las opiniones y críticas de una forma personal. Quizás este sea el punto más complicado ya que la fama provoca, entre otras cosas, la sobreexposición a todo tipo de comentarios, tanto positivos como negativos. Conviene aceptar que las críticas forman parte de este juego, relativizarlas y nunca interiorizarlas. También es fundamental entender que uno no se tiene que convertir en todo lo que su público espera de él. Hay que intentar cumplir nuestras propias expectativas, nunca las de los demás por mucho que nos admiren.

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