Normalizar la situación y buscar el momento adecuado. Claves para explicar a un niño que va a ir al psicólogo

  • El niño tiene todo el derecho del mundo a saber dónde va y la decisión de no comunicárselo por miedo a cómo reaccionará puede convertirse en un remedio peor que la enfermedad.
  • Hay que dejarle claro que no se trata de un castigo ni se le lleva porque los padres han tirado la toalla con él.
Contarle a un hijo que va a ir al psicólogo suele ser una de las situaciones que da más respeto a los padres.
Contarle a un hijo que va a ir al psicólogo suele ser una de las situaciones que da más respeto a los padres.
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Contarle a un hijo que va a ir al psicólogo suele ser una de las situaciones que da más respeto a los padres.

Contarle a un hijo que va a ir al psicólogo es una de las situaciones que suele dar más respeto a los padres. El miedo a no saber explicarle de forma adecuada la situación se une a la preocupación porque el pequeño no entienda esta decisión y reaccione mal o se enfade. Los expertos coinciden en que la clave está en afrontar este hecho con total naturalidad - transmitirle al niño o al adolescente la sensación de que la terapia es una herramienta eficaz y usada habitualmente- y, sobre todo, ser honesto y no intentar maquillar la noticia. Estos son algunas de sus recomendaciones:

Normalizar la situación

Uno de los primeros consejos que se debe tener en cuenta antes de que el niño acuda a la primera consulta es que no se puede edulcorar la noticia. Lo que debe hacerse realmente es normalizar esta situación por otro lado habitual para muchas familias. No demos falsas informaciones al niño: ni va a ir a ver a una amiga, ni una persona especial, ni a un médico de la cabeza (la palabra médico probablemente le imponga más respeto todavía) ni a un profesor.

El niño tiene todo el derecho del mundo a saber dónde va (algo que habrá que explicarle de distinta manera según su edad) y la decisión de no comunicárselo por miedo a cómo reaccionará puede convertirse en un remedio peor que la enfermedad. Si nosotros lo vemos y transmitimos como algo normal, el niño lo aceptará también con naturalidad.

Buscar el momento adecuado

Cuando ya tengamos claro qué debemos darle la noticia es fundamental también buscar el momento adecuado y mas tranquilo para decírselo. No lo hagamos si el niño está cansado, si está nervioso por algún acontecimiento importante para él - ya sea éste un cumpleaños o un partido de fútbol- o bien si ha tenido algún conflicto en el colegio u con alguien. Por supuesto, tampoco hay que hacerlo cuando una o ambas partes están enfadadas. El niño podría asociar que tiene que ir a la terapia como un castigo.

Cómo decírselo

El tercer paso sería el de cómo exponerle al niño la situación. Hay que mencionarle y poner nombre a esa dificultad por la que creemos está pasando y explicarle que como padres queremos ayudarle para conseguir que su estado anímico sea el mejor.

Hablarle del psicólogo

A continuación habría que dar un paso más y comentarle que existen personas que pueden ayudarle a él (y también al resto de la familia) a solucionar este tipo de dificultades que tiene que ver con los sentimientos. Aprovechemos para explicarle de forma sencilla en qué consiste el trabajo de los psicólogos: una persona que utiliza la conversación y los juegos para ayudarnos a resolver problemas. Si sabemos cómo es el psicólogo, conocemos algo de su trayectoria o tiene una web o un blog podemos aprovechar esta información para compartirla con el niño.

Explicarle cómo serán las sesiones

Es importante recalcarle al niño que aunque los adultos van a asistir a una primera cita con el psicólogo para explicarle qué le ocurre, el resto de las sesiones las hará él solo con el psicólogo y que este respetará en todo momento la confidencialidad (antes de comunicar nada a padres o profesores deberá pedirle permiso). Asimismo, el niño será quien imponga su ritmo, hablando solo cuando así lo desee y se sienta realmente confiado.

El psicólogo ayuda a toda la familia

Aunque la terapia se haga o se centre solo en el niño, éste debe ser consciente de que sus dificultades son también las dificultades de sus padres y el resto de su familia. Que todos forman parte de un mismo equipo, comparten sus inquietudes y van a trabajar juntos para ponerle remedio cuanto antes. Nunca debemos hacerle pensar que tiene un problema o que éste es el origen de tensiones en la familia.

No es un castigo

Evitar que el niño crea que va al psicólogo porque su familia ha tirado la toalla con él, porque creen que no hay otra forma de solucionarlo o como una especie de castigo. Esto no hará más que desanimarle de cara al trabajo con el psicólogo. Se trata de empoderarle para que tome las riendas de la situación y la solucione, no de hacerle sentir culpable por lo que le ocurre.

Ir al psicólogo no es malo

Al contrario, nos va a aportar herramientas y enseña habilidades para estar mejor porque es un aliado. Hay que transmitirle que cualquier persona puede necesitar ir al psicólogo en diferentes momentos de su vida y que no tiene nada de malo que lo haga un niño.

La edad sí importa

Con carácter orientativo es fundamental adaptar la información que transmitimos al niño a su edad. Si es menor de seis años le explicaremos que va a ir a un lugar donde va a divertirse y donde va a poder hablar con el psicólogo de sentimientos, las cosas que le gustan y no le gustan, sus amigos... 

Entre los seis y los 13 años el niño ya tiene más capacidad de entendimiento. Se le puede explicar al menor que hay una situación que le puede estar provocando algún sentimiento negativo: tristeza, enfado, miedo... y que el psicólogo sabe cómo ayudarle. A partir de los 13 casi con toda probabilidad lo que más le preocupe es que el psicólogo guarde la confidencialidad y cómo le va a aportar herramientas para mejorar su situación.

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