Un mínimo de dos cepillados al día, de dos minutos de duración cada uno. Estos son los requisitos básicos que, según los expertos, contribuyen a tener una correcta higiene bucodental. Las razones para cumplir con esta rutina van más allá de lo estético, puesto que, aunque a todos nos gusta lucir una sonrisa limpia y reluciente, evitar el mal aliento y las caries para no tener que visitar al dentista más allá de lo recomendado también nos animan a prestar especial atención al cuidado de nuestros dientes. Junto a estos problemas dentales, la formación de sarro y placa es otro de los aspectos que más nos preocupan.
Para luchar contra ello, además del cepillado, muchos acudimos a enjuagues bucales u otras soluciones que, sin embargo y para ser efectivas, no se deben usar después de lavarnos los dientes. Pero, ¿sabías que hay una solución muy efectiva para eliminar el sarro y la placa con la que no tienes que echar mano de otros productos? Se trata de los cepillos eléctricos, unos dispositivos que, gracias a su acción, consiguen estos resultados de forma más eficaz.
En Ebay, han rebajado un pack de dos cepillos eléctricos de Oral B un 43% para que puedas comprobar por ti mismo su efectividad. Estos modelos cuentan con hasta 10 días de autonomía y ofrecen una limpieza 3D, con la que su cabezal oscila, rota y pulsa para conseguir el mejor de los resultados. ¿Te animas a pasarte al cepillo eléctrico?
Cómo utilizar bien tu cepillo eléctrico
- De fuera a adentro. Con el cepillo eléctrico bien cargado (para que no nos abandone a mitad de la limpieza) y después de haber pasado el hilo dental, hay que comenzar frotando mediante suaves movimientos circulares la cara externa de los dientes. Hay que procurar que el cabezal pasa de pieza a pieza y desde la encía a final del diente, para eliminar la suciedad superficial. Una vez completado este paso, repetirlo, pero, esta vez, desde la cara interna de la boca.
- Incidir en las superficies masticatorias. Estas zonas, las más habituales para la aparición de caries, requieren de una limpieza específica y de, al menos, un minuto. Así, hay que cerciorarse de que en los molares inferiores y superiores no queda ningún resto, cepillando con algo más de presión la superficie y llegando hasta la parte posterior.
- A por las encías. Con más cuidado que con los pasos anteriores, toca cepillar con mimo la encía, asegurándonos así que está limpiar y que no hay ninguna zona que tienda a sangrar (motivo, más que suficiente, para acudir a nuestro dentista. De atrás a adelante, siguiendo la línea de los dientes, repasar con movimientos circulares que siempre tiendan a finalizar bajando a las piezas, para arrastrar, con cada gesto, los posibles restos de comida. La legua y el paladar tampoco deben pasar desapercibidos al cepillado.
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