El optimista, en el fondo, es un realista

Amigas riendo en una fuente.
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El optimista no es un "cantamañanas" sino un "realista". Así lo afirma el psicólogo, pedagogo y escritor Bernabé Tierno, quien advierte de que las emociones negativas "afectan a las defensas y al sistema inmunológico".

Somos y nos convertimos en lo que pensamos y en lo que sentimos

No es alguien que cree "que la vida es un jolgorio", sino un realista que no pierde ni un minuto en lamentarse y "concentra toda su energía en solucionar los problemas", aclara.

"Somos y nos convertimos en lo que pensamos y en lo que sentimos", asevera, de ahí que el sistema inmunológico se resienta ante los pensamientos y sentimientos negativos y que, "quien se instala en el negativismo, enferma".

El optimismo es una emoción positiva y determinante que aglutina la ilusión, las ganas de vivir y el júbilo, y que condiciona la vida del ser humano.

Es posible "reprogramar la mente" a través del análisis o la meditación para romper la rutina negativa a la que se acostumbran los circuitos neuronales y "conectarlos al positivismo", asegura Tierno.

En la vida hay dos clases de personas: tónicas y tóxicas. Las primeras se facilitan la vida a sí mismas y a los demás, mientras que el segundo estereotipo crea problemas.

Un optimista vital es aquél que ante problemas como padecer una grave enfermedad o quedarse en paro no se instala en la queja y en el lamento y busca soluciones.

Tierno recalca que el optimismo tiene "muy mala prensa" y que los medios de comunicación tienen predilección por la información sobre hechos negativos, lo que hace que parezca que la vida también lo es.