Descongelar los alimentos antes de cocinar también nos ayudará a ahorrar energía.
Descongelar los alimentos antes de cocinar también nos ayudará a ahorrar energía.
Gas Natural Fenosa

Mejora la eficiencia energética de tu hogar con un plan doméstico de gestión de la demanda

La gestión de la demanda es el manejo de la energía desde el punto de vista de las necesidades, y no del gasto. La idea básica de nuestro plan de gestión de la demanda, que nos permitirá ahorrar mucha energía, es dejar de pensar en términos de kilovatios-hora o litros de gasoil, y empezar a considerar cuantos lúmenes, calorías o frigorías necesitamos. Este simple cambio de enfoque, según se ha comprobado, supone ya una considerable mejora de la eficiencia energética.

Por ejemplo, a la hora de adquirir un calentador de agua es buena idea sumar todos los consumos en un día medio: si no superan una limpieza de vajilla y dos duchas, entonces un modelo pequeño (por ejemplo un termo eléctrico de 30 litros) es más que suficiente.

Lo mismo ocurre cuando vamos a la tienda a encargar un frigorífico. Los modelos de dos puertas y 400 litros de capacidad son muy seductores, pero si necesitamos guardar la comida de solamente dos personas, un modelo de 180 litros será el adecuado. Sin embargo, si vivimos en el campo y tenemos familia numerosa, un arcón congelador será imprescindible.

Si estamos dispuestos a poner en marcha nuestro plan de gestión de la demanda, tenemos dos opciones: elaborarlo por nuestra cuenta o dejarnos asesorar.

Cómo hacer un plan doméstico de gestión de la demanda

Si nos hemos decidido a realizar una completa auditoría energética de nuestra casa por nuestra cuenta, es aconsejable revisar los siguientes aspectos de nuestra vivienda:

Fugas de temperatura. La oscilación de la llama de una simple vela encendida nos ayudará a detectar fugas de calor en puertas y ventanas. En este punto deberemos plantearnos hasta dónde queremos llegar en la mejora del aislamiento térmico de la casa, desde unos simples burletes a una instalación completa de paneles aislantes.

Utilización de calor y frío que generan los sistemas de calefacción y aire acondicionado. Revisaremos las pautas de uso como horarios de encendido y apagado, temperatura de confort elegida en verano e invierno, etc. También comprobaremos si vale la pena cambiar los aparatos por otros más modernos y eficientes (como un calentador antiguo por una caldera nueva de condensación, etc.).

Iluminación. Observar las necesidades de sustitución de lámparas obsoletas de incandescencia por fluorescentes o LEDs y reubicar las lámparas existentes para que iluminen mejor con menos gasto.

Agua caliente. Conviene revisar si se pueden modificar sus pautas de uso, reduciendo la temperatura de salida y si se debe o no cambiar de caldera.

Electrodomésticos. Comprobar si merece la pena la sustitución de aparatos viejos por versiones A+++ y también mejorar sus pautas de uso.

El truco principal de una revisión energética de una casa es buscar los "yacimientos de energía derrochada", explican desde Gas Natural Fenosa.

Un ejemplo típico es el viejo refrigerador que todavía funciona en la cocina, del cual nadie se acuerda de la fecha en que fue comprado. Su sustitución por un modelo clase energética A+++ garantiza 400 kWh, unos 100 euros, menos en la factura eléctrica anual.

Lo mismo se puede decir de una ventana grande y mal ajustada, de cristal simple. Su sustitución por una de doble cristal y cierre hermético supondrá una buena reducción en el gasto en calefacción. La idea consiste en detectar los puntos donde podamos conseguir más ahorro con menos coste y empezar por ellos. En ocasiones, colocar un simple faldón en una puerta puede reducir significativamente nuestro gasto de energía.

Nuestro plan de gestión de la demanda también debe tener en cuenta las condiciones exteriores de la casa, la posibilidad de tener vegetación en balcones y terrazas para amortiguar los extremos de temperatura, usar los patios de ventilación para refrigerar a ciertas horas, etc. Así como las sinergias positivas o negativas que se puedan presentar entre los diferentes sistemas que consumen energía de la casa, por ejemplo la posibilidad de conectar a la lavadora una toma de agua caliente del calentador de gas.

Una auditoría energética profesional

La otra opción es dejarse aconsejar. Las ESE (Empresas de Servicios Energéticos) pueden ser imprescindibles si se trata de llevar a cabo la modernización energética completa de una casa grande o una comunidad de propietarios.

Se encargan de revisar todos los sistemas energéticos, recomendar y supervisar las medidas a tomar y evaluar los ahorros de energía conseguidos. Tienen una modalidad de pago de sus servicios que resulta muy interesante: el cliente no tiene que desembolsar dinero extra, sino simplemente pagarles con un porcentaje de la reducción de sus facturas de luz y gas.

Una auditoría energética profesional suele incluir medidas de la estanqueidad y de las fugas térmicas de la vivienda, así como una evaluación de las facturas y de los usos de la energía para detectar posibles puntos o pautas de consumo inútil.

¿Cómo sabes si tu casa es eficiente?

Todos aquellos inmuebles que se pongan en venta o alquiler deben contar con un certificado de eficiencia energética. Se trata de un documento técnico que refleja el consumo energético de una vivienda, local, oficina o edificio. Tiene una validez de 10 años y el propietario es el responsable de solicitarlo. Tener un certificado es obligatorio para la venta o alquiler de un local o vivienda y su ausencia puede incurrir en una multa.

Se asigna a cada edificio una Clase Energética de eficiencia, que variará desde la clase A, para los energéticamente más eficientes, a la clase G, para los menos eficientes. El certificado de eficiencia energética sirve de información para futuros inquilinos y compradores.

Informa sobre el comportamiento energético de un inmueble, es decir, cuanto mejor sea este comportamiento, más bajas serán las facturas de luz y gas. Además, incorpora un número suficiente de medidas, recomendadas por el técnico competente, para que el inmueble consuma menos y se reduzcan los importes de las facturas.