Susana Perodri: "Creo que la mujer manda más. Somos organizativas, más resolutivas"

Susana Perodri, gerente en PERODRI Joyeros.
Susana Perodri, gerente en PERODRI Joyeros.
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Susana Perodri, gerente en PERODRI Joyeros.

En su tarjeta de visita ('bussiness card', por favor) reza Gerente, pero "siempre digo que aquí hacemos de todo y todos opinan. Somos un equipo". Para ella moverse entre relojes y joyas era algo natural, lo vivió desde pequeña, casi desde aquel mes de octubre de 1975, cuando vino el mundo en Bilbao. Aunque la sangre vasca no abunda en sus venas: su madre es de Burgos y sus abuelos eran de Zaragoza, maestros, les destinaron a la ciudad del Guggenheim y su padre nació allí. En esta ciudad pasaron Susana y su hermano (director de Perodri Joyeros) su infancia y adolescencia, bajo la 'vigilancia' de su abuela, porque sus progenitores se pasaban el día en la tienda-taller que montó su padre: "Le gustaba mucho pintar, dibujar, era muy artista. Se metió de aprendiz de joyero y a los 18 abrió su propio taller. Muy emprendedor". 

Mientras Susana Perodri se vino a Madrid a estudiar en la universidad, con incursiones a los Estados Unidos y Francia, el negocio iba extendiendo sus tentáculos a otros locales, incluso en Santander, Vitoria, Burgos, León y en 1988 en la capital (35 años cumple ese rutilante esquinazo entre las calles Goya y Serrano).

Diseño de joyas, gemología y técnica de ventas, esos son los mundos en los que Susana Perodri se metió de lleno: "Mi hermano y yo ya sabíamos que nos íbamos a dedicar a la empresa. Veía todo el esfuerzo de mis padres que pensaba que si les decía que quería ser veterinaria… les da un soponcio. Y como además me gustaba, no me planteé nunca otra opción". En ese negocio de Bilbao jugaba, merendaba, trasteaba entre piedras preciosas y, ya luego, a partir de 1975, con firmas de relojes como Hublot y Rolex, que fueron las primeras que entraron en los escaparates de Perodri Joyeros. 

Susana Perodri, gerente en PERODRI Joyeros
Susana Perodri, gerente en PERODRI Joyeros
Mario Bernal Cacho

De hecho, el primer reloj que recibió Susana fue un Rolex, a los 18 años, en concreto un Datejust en acero y oro "aún lo tengo, claro. El oro rosa es el que más me gusta, pero en joyería el blanco". Ahora, en sus vitrinas lucen también piezas de Cartier, Longines, Baume & Mercier, Tudor, Oris, Tissot… Aunque su pasión es pergeñar joyas, de hecho ella es la diseñadora de las colecciones de joyería de Perodri: "Yo concibo las joyas con gemas. Hay modelos de oro que son muy 'ponibles' y bonitas, pero para mí la joyería tiene que tener piedras siempre. Me gusta más el diamante, porque imprime luz, y la esmeralda, que me fascina por la dificultad que conlleva trabajarla y porque no hay dos iguales". 

Sin embargo, al ser gerente, le toca bregar con los relojes. "No soy como mi marido o mi hermano. Es verdad que los hombres suelen fijarse más en el movimiento, en entender la mecánica del reloj. Yo me guío un poco más por la estética. A mí me encantan los que llevan diamantes, sobre todo para cuando quiero ir más arreglada". Reconoce que ese cosmos sigue siendo de tinte masculino: "Hay mujeres dirigiendo, pero menos que hombres. En el público también se nota. Las mujeres se compran tres relojes, mientras que los hombres 15… Ellas tienen más caprichos. Adquieren tres bolsos, tres sortijas y cuatro bolsos. El hombre, al final, 15 relojes y algún zapato. Algún coche cuando puede...". 

Susana Perodri, gerente en PERODRI Joyeros
Susana Perodri, gerente en PERODRI Joyeros
Mario Bernal Cacho

Esta afirmación anterior no quita que Susana Perodri reconozca que la palabra 'liderazgo' siempre es femenina: "Creo que la mujer manda más. Somos organizativas, más resolutivas. El hombre al final le gusta dejarse llevar. Si le solucionan el problema... Y 'visibilidad' para mí es comercio. Hacerte ver a ese nivel, que tu producto destaque sobre otro. Aunque en el mundo empresarial lo del liderazgo femenino es complicado, sí. Al final depende de muchos factores que cuesta cambiar. La familia, la conciliación, las bajas por maternidad. Yo como empresaria tengo mucha más mujeres en este negocio, pero no quita que vea esa distinción. La mujer no puede evitar despistarse por temas familiares, los niños… mientas que el hombre se centra en el trabajo y en sí mismo [se ríe]". 

Salta a la vista que bracea en un firmamento centelleante, de brillantes engastados y relojes fastuosos. Sí, es lujo: "No le veo ninguna connotación negativa. Es un arte más. Dentro de fabricar una cosa, hacerla mejor. Me parece algo positivo. No es asociarlo a tirar dinero. Al revés. El lujo es invertir en algo exclusivo porque hay muy pocas personas capaces de realizar un objeto de esa belleza. Un artesano que manufactura una complicación como un tourbillon... No todos los relojeros con capaces de hacerlo. Hay que pagarlo y es lujo. Es un valor añadido y a mí me gusta trabajar en esto". El último reloj que se ha comprado es un Oris calibre 400 de manufactura, con una esfera de tono salmón, "llamativa y distinta".

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