Cómo influye poseer objetos que nos gusten con el estrés y la felicidad

Con unos pendientes bonitos, una cara bonita o un maquillaje bien hecho seremos más felices que con lo contrario

A nadie le amarga un dulce, por muy espartanas o pragmáticas que seamos. Tener cosas bonitas nos gusta a todas, aunque sirvan para lo mismo que las feas. Esto no lo decimos nosotras, está demostrado que tener cosas físicamente atractivas nos hace ser 'un poquito' más felices.

Le hemos pedido a la psicóloga Alicia Martos Garrido que nos ayude a entender por qué ocurre esto y nos ha quedado con una claridad 'meridiana'.

"Aunque no nos guste reconocerlo, estamos programados para juzgar el libro por la portada. La apariencia importa y uno de los mecanismos inconscientes que se activan en este proceso es el efecto halo, esto nos ocurre con las personas y con los objetos.

Si un atributo es positivo a simple vista, por ejemplo, una cara bonita o un envoltorio original y atractivo, generalizaremos atribuyendo otros rasgos deseables. Es decir, si una persona es guapa, también creemos que será confiable, exitosa e inteligente; si el packaging de un set de maquillaje es bonito, pensaremos que el producto tiene mejor calidad, es más duradero, con mejores ingredientes y, en general, más útil y valioso".

Esto no significa que seamos materialistas, derrochones, poco listos... Simplemente indica que somos humanos y como tales desarrollamos una serie de mecanismos incontrolables ante unos u otros estímulos. Esto también lo explica muy claro nuestra 'psicóloga de cabecera', Alicia Martos

Las emociones, esas viejas conocidas

"También entran en juego nuestras emociones a la hora de elegir un artículo y aquí nuestra química es la única responsable de nuestra felicidad y bienestar.

Contemplar la belleza a nuestro alrededor nos genera oxitocina, la hormona del placer y del amor, esta produce un tremendo impacto emocional positivo, tiene la capacidad de aumentar nuestra autoestima y es muy beneficiosa para la salud, ya que refuerza el sistema inmune y reduce los niveles de estrés (cortisol).

Nuestro circuito del placer se activa al observar cosas obvias y otras no tan obvias. Estamos biológicamente programados para generar dicha oxitocina al admirar una puesta sol, una obra de arte, o la carita de nuestro bebé, pero a través de la experiencia también somos capaces de originar oxitocina con las pequeñas cosas de nuestra rutina diaria, con la decoración de nuestra casa, al ponernos ese abrigo que nos encanta, o al abrir nuestro cajón o armarito de maquillaje y perfumes", explica Alicia.

Siendo becaria

No importa en qué forma, según los estudios neurocientíficos, todas las modalidades de belleza que se te ocurran activan la misma parte del cerebro emocional, el cual no entiende de grandes cosas o pequeñas cosas; podemos pensar que el sistema de recompensa y placer que nos proporciona el sexo, la comida, la música o un precioso packaging de maquillaje se siente de forma muy distinta, sin embargo, "las señales eléctricas de las regiones específicas del cerebro son las mismas", continua Alicia.

Esa armonía de la belleza estética nos proporciona una intensa satisfacción, porque no olvidemos que los estímulos que percibimos a través de la vista y el olfato son los más evocadores de sensaciones y, por tanto, los que más nos marcan y mejor recordamos.