10 gestos casi inconscientes que te harán sentir bien en vacaciones (y por qué)

Mujeres cantando en el coche con vistas al mar
Mujeres cantando en el coche con vistas al mar
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Mujeres cantando en el coche con vistas al mar

El mundo se divide en dos clases de personas: las que adoramos el verano y las que están deseando que se acabe. Vale, sí, respeto ambas posiciones pero no entiendo del todo a los que quieren decir adiós a esta maravillosa estación del año. Siendo realistas, sabemos que no podemos vivir en un verano infinito (ojalá) y, por ello, quizá, muchas de nosotras lo valoramos (al menos durante el tiempo que dura). Por su parte, el segundo grupo de la población (sí, aquellos que son más de invierno), se refugian en que hace un calor insoportable. Y, eso es innegable porque, efectivamente, las temperaturas que se alcanzan durante estos meses parecen sacadas del mismísimo infierno. Sin embargo, el verano sigue compensando y eso es por una razón de peso: las esperadas vacaciones

Según explica Alicia Martos, psicóloga y autora del libro Se hizo el silencio, "la conquista del verano se proclama a los cuatro vientos como un lapso de tiempo excepcional, un respiro de la asfixiante rutina, sin embargo, este enfoque no es el correcto. Las vacaciones no son una escapada, volvemos a lo que siempre hemos sido, a lo que nuestro cerebro reptiliano (el más animal e inconsciente) necesita para funcionar y sobrevivir". 

La importancia de vivir el momento

En este sentido, tener presente el 'aquí y ahora' en básico para la experta. Para entenderlo pone el ejemplo de su pequeña: "Observo sorprendida a mi hija de año y medio a quien todo le entusiasma. Celebra ver moverse las hojas de los árboles por el viento, poder chapotear en el agua, encontrarse un bonito grafiti en la pared de una calle, mirar y saltar las olas del mar, descubrir animales o hundir las manos en la tierra", detalla. "Suena poético, pero tampoco lo es, se trata de nuestra esencia real, la de ser curiosos... Pienso, ¿en algún momento soy tan consciente como ella del 'aquí y el ahora'? La atención plena de lo que nos rodea sin juzgar, sin pensar, ni decidir". 

Todo esto se puede asociar a la técnica 'mindfulness', muy recomendada para adultos pero que no todos sabemos practicar y que tenemos que aprende y trabajar, porque "nacemos con esta habilidad pero la perdemos por el camino", según explica la experta. 

En pleno mes de agosto probablemente ya hayas disfrutado de tus vacaciones, estés en ello o a punto de hacerlo. Sea como sea, es cierto que hay muchas cosas que solo podemos disfrutar durante la época estival pero que, muchas veces, por el ritmo frenético de vida que llevamos, no valoramos como se merecen. Aquí un recopilatorio de cosas que nos producen inconscientemente placer durante las vacaciones y por qué. 

1. Dormir sin despertador (aunque luego te despiertes temprano)

Los madrugones forman parte de nuestro día a día y de nuestra rutina, excepto en vacaciones. "Respetar los ciclos de descanso naturales que nuestro organismo necesita para funcionar se ha convertido en todo un lujo. Normalmente, las obligaciones sociales y profesionales interrumpen nuestra verdadera rutina de sueño, la ciencia ha demostrado que esta alteración de forma continua en el tiempo puede ser perjudicial para nuestra salud, potenciando por ejemplo la depresión, la diabetes tipo II o enfermedades cardiovasculares", detalla la psicóloga. 

Las vacaciones se convierten en la excusa perfecta para olvidarte de la hora y centrarte en el ahora. Puede parecer una 'tontería' pero el simple hecho de acostarse en la cama sin tener que poner la alarma es un gesto muy placentero. Y si luego nos levantamos pronto es porque nuestro cuerpo ha descansado lo suficiente. ¿Se te ocurre algo mejor?

2. Ponerte la sudadera cuando se va el sol en la playa y bajan las temperaturas

Da igual que veranees en el norte o en Cádiz. Un momento que suele encantar durante las vacaciones, si eres de las que va a la playa, es el de ponerse la sudadera cuando empieza a irse el sol y bajan las temperaturas. Por debajo sigues llevando tu bikini, pero por encima vas lo suficientemente abrigada para no pasar frío y disfrutar de la brisa. Maravilla. Pero, ¿por qué nos produce placer esto?

"Sentir fresco en verano nos evoca una sensación de consuelo y alivio, nos hace sentir privilegiadas por un instante, conscientes del calor y agobio que experimentaríamos en otras circunstancias, en plena hora punta del metro, por ejemplo, o esperando en la parada del bus a pleno sol para ir a trabajar", explica Martos. 

3. Dar un paseo sin ir a ninguna parte (y comiendo un helado, a ser posible)

Ya sea por un pueblo con encanto, por el puerto de un destino costero o simplemente por la ciudad, cuando llega la noche y bajan de verdad las temperaturas, el mejor plan es dar un paseo. Puede ser en familia, en pareja o sola pero el principal cometido de esta salida no es llegar a ningún destino como tal, simplemente disfrutar del momento. Y si puede ser, es mejor dar el paseo saboreando un buen helado, ¿o no? 

Para entender por qué este momento nos hace sentir bien, Alicia Martos explica que "el propósito es un concepto protagonista en nuestro día a día, y está genial, realizar acciones con una finalidad es beneficioso para desarrollarnos y conseguir nuestras metas. Pero también es necesario de vez en cuando perderlo para hacer las cosas porque sí, para nada, por nadie. Simplemente disfrutar de que nuestro cuerpo funciona, explorar, perderse, dejar que el cerebro desconecte del propósito". 

Es necesario vez en cuando perder los propósitos para hacer las cosas porque sí, para nada, por nadie

4. Ponerte morena (de forma saludable)

Hay una realidad que no se puede negar: ponerse morena sube el guapo. Por ello, los meses de vacaciones (independientemente de si los disfrutas en la playa o en la montaña) son la ocasión perfecta para coger el tono de piel deseado (aunque, ojo, siempre con protección solar para no dañar nuestra piel). Y, sí, cuando te das una ducha y ves tu marca de la ropa o del bikini da mucho placer pero, ¿cuál es la razón? 

"Se trata de una razón estética, porque el bronceado unifica el tono de la piel y difumina las imperfecciones, el contraste con los colores de la ropa nos sienta fenomenal y nos percibimos a nosotras mismas dentro del estereotipo de belleza actual. Y esto ha dependido de las modas, en otra época se veneraba la piel blanca de porcelana como signo de alto estatus y el bronceado se asociaba a los trabajadores que se exponían largas jornadas al sol". Esto, sin embargo, en la actualidad es muy diferente. "Una persona de piel morena proyecta que se lo ha pasado fenomenal en vacaciones, se relaciona con el disfrute, las actividades y los deportes al aire libre, en definitiva, con personas sanas y activas", añade. 

No hace falta tomar mucho el sol para lucir un bronceado natural y bonito.
No hace falta tomar mucho el sol para lucir un bronceado natural y bonito.
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5. Disfrutar de un buen aperitivo 

El aperitivo al sol es de los mejores momentos que existen, especialmente en buena compañía. Piénsalo: una buena tortilla con una cerveza fresquita, unas patatas con mejillones, unos berberechos... ¡Delicioso! "En vacaciones nos damos esos caprichitos gastronómicos que mantenemos a raya durante el año", afirma la psicóloga. "Según la ciencia, cuando un alimento nos resulta especialmente apetecible nos lanzamos a comerlo en cantidades superiores a las necesarias porque segregamos más dopamina, el neurotransmisor que nos aporta felicidad". 

6. Poder quedarte hasta ver el atardecer sin ninguna prisa

"La prisa, la puntualidad, la vida acelerada, el ‘tener qué’ incrementan notablemente los niveles de cortisol en el cerebro, es decir, nos causa estrés y estamos del mal humor. El placer de hacer lo contrario es indescriptible, quedarnos hasta que nos apetezca con el único objetivo de ver algo tan simple pero tan especial como la puesta de sol", explica Alicia. 

Tengas el paisaje que tengas delante, el atardecer es un regalo de la naturaleza que en muchas ocasiones no apreciamos como realmente se merece. ¿Por qué no hacer tiempo y esperar sin prisa a que caiga el sol? Merecerá la pena.

7. Ir cantando en el coche cuando vas de camino a tu destino vacacional 

Metes las maletas en el maletero y lo cierras. Te montas en el coche y pones rumbo a tu próximo destino. Sonríes y estás feliz porque sabes lo que te viene por delante... Y, claro, todo ello con una banda sonora inigualable que te pones a cantar inconscientemente. Y, por supuesto, no podemos olvidarnos del momento en el que por fin llegamos y bajamos las ventanillas para disfrutar del nuevo clima. "Solemos bajar las ventanillas para captar los estímulos sensoriales de ese instante, notar en la cara la humedad, la brisa del mar o el aire puro de nuestro pueblo, los olores, los sonidos… No queremos perdernos nada y cómo lo gozamos… ¡Endorfinas en vena!", afirma Martos. 

Mujeres cantando en el coche
Mujeres cantando en el coche
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8. Meter la cabeza en al agua

Tanto si estás en el mar como en la piscina, hay un  gesto que no podemos pasar por alto: el de meter la cabeza en el agua (o como se dice en Murcia o en Almería, 'capuzarse'). ¡Esas personas que no se mojan el pelo no saben lo que se pierden! 

"Los beneficios físicos de nadar y sumergirnos en el agua son bien conocidos, pero también hay numerosísimas investigaciones que relacionan el agua (sobre todo fría) con la salud mental, mejorando incluso los cuadros más graves de ansiedad y depresión", detalla la autora del libro Se hizo el silencio

Hay investigaciones que relacionan el agua con la salud mental

9. Echarse la siesta

Suena a tópico pero si te paras a pensarlo, las vacaciones son el mejor momento para echarse la siesta. Comes, te sientas un rato y notas como empiezan a cerrarse tus ojos... Déjate llevar y descansa. Ya habrá tiempo para no dormir cuando estemos trabajando. 

"Los estudios científicos revelan que echarse la siesta tiene múltiples beneficios. De hecho, los seres humanos somos de las pocas especies de mamíferos que dormimos en un solo periodo al día, si tienes mascota en casa sabrás que los animales alternan momentos de sueño/vigilia durante todo el día. Desconectar nuestro cerebro, aunque no sean muchos minutos, permite relajarnos y eliminar tensiones, compensar la falta de sueño de nuestra rutina diaria (las que nos quita el despertador) y potenciar la memoria y la productividad", detalla. 

10. No hacer nada

Y este punto es importante, no hacer nada también está bien. Y no, no tenemos que sentirnos mal por ello. "Poner en práctica lo que los italianos denominan 'il dolce far niente' (lo dulce de no hacer nada) y es que, a veces, tenemos la sensación de necesitar vacaciones de las vacaciones porque no hemos parado de hacer planes frenéticos para quedar con gente, ver muchas cosas, ir a 27 conciertos, coger aviones y no perdernos nada. Al final, todo es igualmente estresante que en el periodo de no vacaciones. El no hacer nada, darnos el placer de aburrirnos, potencia nuestra imaginación y creatividad, estimula el recuerdo y la producción de nuevas ideas. ¡Quizás sin hacer nada consigamos mucho!", finaliza.

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