Sobrepasar los límites establecidos es una de las principales causas de la siniestralidad en las carreteras de España. Hay que recordar que al ir a una velocidad superior a la máxima de la vía empeora las consecuencias al sufrir una accidente de tráfico, además que es una situación muy peligrosa para el resto de los usuarios.
Con el objetivo de que los conductores cumplan la normativa, la DGT utiliza varios instrumentos para penalizar a quien se salte los límites de velocidad. El principal sistema son los radares, que pueden ser fijos o móviles, estos aparatos están presentes en muchas carreteras y miden la velocidad de los vehículos que circulan por ellas.
La ubicación de los radares fijos es pública y accesible para todo el mundo, mientras que la de los controles móviles suele conocerse gracias a las comunidades de conductores que van publicando la posición de estos cinemómetros conforme se los van encontrando o a través de los grupos de WhatsApp. Por lo que Tráfico trata de ir evolucionando en sus sistemas de detección de excesos de velocidad.
Este contexto hace que sea más fácil correr en carretera y evitar multas frenando justo antes de llegar a la posición del radar, volviendo a recuperar velocidad una vez pasado el punto del control. Sin embargo, la DGT dispone de un mecanismo para evitar que este tipo de técnicas para queden impunes, los radares de cascada.
¿Cómo funcionan los radares de cascada?
Se denominan así porque llevan a cabo una combinación de un radar fijo con uno móvil. Antes o después de la posición de un aparato fijo se coloca uno móvil, detectando así cuando el conductor frena o acelera y registrando la velocidad real de circulación.
¿Cuál es la sanción por frenar antes de un radar?
Además, poner en práctica esta técnica de evasión de radares puede acabar en multa, más allá de la correspondiente por exceso de velocidad. Según el reglamento de circulación, pegar un frenazo brusco de manera injustificada estará considerado una infracción grave y sancionado, por lo tanto, con 200 euros de multa.
El artículo 53 explica que, "salvo en caso de inminente peligro, todo conductor, para reducir considerablemente la velocidad de su vehículo, deberá cerciorarse de que puede hacerlo sin riesgo para otros conductores y estará obligado a advertirlo previamente del modo previsto en el artículo 109, sin que pueda realizarlo de forma brusca, para que no produzca riesgo de colisión con los vehículos que circulan detrás del suyo".
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