Es sin duda uno de los pueblos más bonitos de Cádiz... y mira que los tiene esta provincia andaluza. Vejer de la Frontera se erige sobre un monte de 200 metros, dispone de costa y su centro histórico está amurallado y declarado conjunto histórico-artístico. Tiene unas increíbles vistas de la costa, el Estrecho de Gibraltar y, en los días de poniente, incluso de la costa africana. Y además, una oferta gastronómica fabulosa.
La gastronomía estacional está basada en productos silvestres como las tagarninas (cardo), alcachofas y caracoles recolectados en su término municipal. Un protagonismo especial tiene el pescado y marisco de su costa bañada por el Atlántico. Son famosos los arroces marineros y el pescaíto frito.
Pero también sus carnes: la de retinto ecológica (raza de vacuno autóctona), la ternera de la Janda y los productos derivados del cerdo (lomo de manteca, morcillas, chorizos, longanizas y morcones). Y sus guisos, como el almuerzo campero o la berza de tagarninas.
Pero, ¿y si apetece dulce? Pues en ese caso está la repostería artesanal, donde destacan los "camiones", el pan duro, los roscos y las tortas vejeriegas. Con estas últimas nos vamos a quedar.
Las tortas vejeriegas de La Exquisita
La pastelería La Exquisita está en la calle Altozano, en el centro del pueblo. Fundada en 1942 por José Galván, presume de ser el origen de este dulce de Vejer. Hoy en día son sus hijos y nietos los que siguen con la tradición heredada de su abuelo. Especialmente Pepe Galván hijo, que con sus 71 años sigue siendo el encargado de elaborar las tortas en el obrador del sótano.
Pero estas tortas se elaboraban ya antes. De hecho, sin tener local, en 1920, Galván las elaboraba para hacer venta ambulante. Antiguamente, era frecuente obsequiar a familiares y amigos con unas tortitas vejeriegas para la merienda, según cuenta Tubal en su blog.
Dulce sencillo, las tortas vejeriegas están hechas con manteca, canela, azúcar y harina. Se amasan los ingredientes; se hacen porciones y con un aro se les da forma redonda; finalmente, pasan al horno donde está unos 10 minutos.
El resultado son unas pequeñas tortas con una masa parecida a los polvorones, aunque mucho más suaves. En tiempos de escasez, cuando era imposible conseguir azúcar, se hacían con miel.
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