
Funeral rainiero - entierro
La sobriedad y la emoción contenida han marcado los funerales en Mónaco. Un total de 61 delegaciones han asistido a las exequias del Príncipe Rainiero. El Soberano ha sido enterrado junto a su esposa en la más absoluta intimidad.

Funeral rainiero - hermanos
El semblante grave de su hijo y sucesor, Alberto II, reflejaba el sentimiento de todo su pueblo, poco dado a exteriorizar sus emociones, mientras las princesas Carolina y Estefanía mostraban el dolor en sus rostros y de sus ojos emanaba una inmensa tristeza.

Funeral rainiero - llora
Los tres hermanos tuvieron que contener varias veces el llanto, que Estefanía reprimió como pudo al final de la ceremonia, al igual que Alberto cuando fue leída una oración a petición de Rainiero -"protege a nuestro príncipe"- que simbolizaba el relevo de padre a hijo.

Funeral rainiero - nietos
De los nietos de Rainiero asistieron al entierro los tres hijos mayores de Carolina. Charlotte, Andrea y Pierre.

Funeral rainiero - entierro
Odin, el perro de seis años y medio del desaparecido Príncipe Rainiero, un regalo que recibió en el 50º año de su reinado, caminó detrás del féretro durante la procesión del funeral del Príncipe.

Funeral rainiero - rey solo
Tras visitar la capilla ardiente Don Juan Carlos, que acudió solo al entierro, expresó sus condolencias a Alberto y las princesas Carolina y Estefanía.

Funeral rainiero - rey
El rey Juan Carlos de España, que entró en el Palacio a las 10.40 horas locales, y los demás invitados han rendido un último homenaje al soberano de este micro Estado, fallecido el pasado día 6 a los 81 años, con una inclinación ante sus restos en la capilla palatina.

Funeral rainiero - panoramica
En total, 61 delegaciones internacionales, entre las cuales figuran nueve jefes de Estado, van a asistir a las exequias en la Catedral de Mónaco, donde será inhumado esta misma noche en la más estricta intimidad.

Funeral rainiero - entierro 1
A pesar de que se esperaba la presencia de unos 3.000 habitantes en el lugar, finalmente los monegascos, poco dados a exteriorizar sus emociones, han preferido seguir por televisión los actos de despedida, que además están rodeados por unas draconianas medidas de seguridad, sin precedentes en Mónaco.