'The Continental': Final explicado y crítica de la serie que expande el universo 'John Wick'

[SPOILERS] La precuela sobre la juventud de Winston es una valiosa adición al mundo del Keanu Reeves asesino gracias a su negativa a explicar más de lo necesario (y a un Mel Gibson desatadísimo)
Colin Woodell como Winston en 'The Continental'
Colin Woodell como Winston en 'The Continental'
Cinemanía
Colin Woodell como Winston en 'The Continental'

[Contiene SPOILERS de 'The Continental' T1]

Fastidiarla era facilísimo. El universo de John Wick está tan basado en su voluntad de estilo que The Continental podría haber tropezado con su viaje en el tiempo a los años 70 para contarnos la juventud de Winston, ese impecable gerente del hotel para asesinos al que Ian McShane ha dado vida en los filmes y al que vemos ahora con los rasgos del estadounidense Colin Woodell. 

Sin embargo, esta miniserie de formato ambicioso (tres episodios de hora y media cada uno) se sobrepone a esa dificultad, y también a la falta de Keanu Reeves en el reparto. Aunque no estemos ante un producto intachable, el show resulta una prolongación muy satisfactoria de los filmes de  Chad Stahelski, quien participa como productor ejecutivo junto a su antiguo socio David Leitch (Deadpool 2) y el guionista Derek Kolstad. 

Como es fácil perderse en los pasillos de The Continental, llenos de puñaladas traperas y tortazos míticos, te ofrecemos a continuación el final explicado de la serie. Y también una crítica con nuestra opinión acerca de sus logros y sus carencias. 

'The Continental': final explicado

Tras haber perdido a su hermano Frankie (Ben Robson) a manos de Cormac O'Connor (Mel Gibson), su mentor abusivo y actual gerente del Continental de Nueva York, Winston Scott clamó venganza, aunque eso supusiera desafiar a la Alta Mesa. El clímax de la serie nos muestra la consumación de su plan, la cual requiere que el protagonista, sus amigos y sus aliados asalten ese hotel lleno de máquinas humanas de matar. 

A un gran coste (incluyendo la muerte de Lemmy -Adam Shapiro- y el descubrimiento por parte de Lou (Jessica Allain) del oscuro pasado de su familia), Winston parece haberlo conseguido. Incluso ha conseguido ganarse la lealtad de Charon (Ayomide Adegun), su futuro socio, que hasta ahora había estado dividido entre su odio por Cormac y la esperanza de sacar a su padre de Nigeria.   

Asimismo, Winston ha descubierto por qué la policía KD (Michel Prada) está obsesionada con darle caza: ella es la única superviviente de una familia que murió abrasada en el incendio provocado por Winston y Frankie cuando ambos eran niños, como parte de un macabro rito de iniciación impuesto por el jefe del Continental. 

Cuando los protagonistas están a punto de cantar victoria, un O'Connor demenciado revela su último as en la manga: la Defensionem. O, lo que es lo mismo, el mecanismo de autodestrucción que puede convertir al hotel en un cráter. Durante un último encuentro lleno de suspense, Cormac parece haber triunfado sobre Winston... hasta que KC acaba con el a tiro limpio, reconociéndole como el auténtico culpable de la masacre. 

Esto no debería ser el final, puesto que la Defensionem del hotel está ligada a un mecanismo biométrico que solo Cormac puede desactivar. Pero, en el último momento, Winston resuelve la situación de modo expeditivo: cortándole la mano al cadáver del villano y usándola para cancelar la detonación. 

De esta manera, solo queda un escollo por salvar: cómo se tomarán la Alta Mesa y su Adjudicadora (Katie McGrath) que un don nadie como Winston sea ahora el dueño del recinto sagrado. Para someter a Winston, la agente le revela la verdad: ella le encargó a Frankie que robara esa prensa de monedas que ha servido de macguffin a la historia, para así facilitar la caída de Cormac. 

Pero resulta que Winston se ha adelantado a la siniestra organización, descubriendo que Frankie ocultó la prensa en el maletero del coche donde ambos dormían de niños. Dicha reliquia está ahora bajo la custodia de Mazzy (Zainab Jah), la Reina del Bowery, lo que convierte al protagonista y sus aliados en intocables. 

Así pues, como no le gusta tratar con intermediarios, Winston mata a sangre fría a la Adjudicadora (dejando así pasmado a su sicario -Kirk Ward-) y deja claro que, si la Alta Mesa quiere negociar la nueva situación del Continental, tendrá que tratar directamente con él. Nuestro antihéroe se convierte así en la máxima autoridad entre los asesinos de Nueva York, y nos despedimos de él mientras contempla sus nuevos dominios. 

Marty, John, Bruce y los demás

Desde su primera entrega, cuando era un proyecto de serie B tramado por los amigotes Reeves y Stahelski, la saga John Wick ha destacado por ser un caramelo visual para los amantes de la acción, las artes marciales y el noir. El submundo de la historia está forjado a base de referencias a estos géneros y sus obras capitales, algo que los creadores de esta serie (Greg Coolidge, Shawn Simmons y Kirk Ward) han tenido muy presente.

La sorpresa más agradable de The Continental es su forma de superar este desafío. La serie es un viaje en el tiempo a la cultura pop de los 70, pero sus homenajes no se quedan en lo evidente, sino que apuntan a los aspectos más tenebrosos y over the top de aquella década (y de su cine, sus cómics, su música, etcétera).

De esta manera, en esta ficción hay policías de gatillo fácil, veteranos de Vietnam sonados, criminales con traje y corbata y chicas de inmenso pelo afro que practican un kung fu incompatible con la vida. Todos ellos moviéndose por una ciudad que bajo cuya mugre apocalíptica se ocultan bases secretas llenas de gadgets, y bajo una puesta en escena que distingue con sabiduría lo rancio de lo clásico. 

Si entras en su juego, pues, The Continental resulta una delicia donde coexisten las malas calles neoyorquinas de Martin Scorsese, la fantasía urbana y cínica de John Carpenter, el auge del cine de artes marciales (con Bruce Lee a la cabeza) y el cine blaxploitation con el atrevimiento de una entrega de James Bond rebosante de sangre y carente de miedo al ridículo.

Esto se ve reflejado en una banda sonora cuyos mimbres (de Black Sabbath a las españolas Baccara, pasando por Yes, Santana, James Brown, The Stooges o Pink Floyd, nada menos) hará que algunos exclamen "Ok, boomer", pero que a nosotros nos hace pensar en cuántos millones habrá costado asegurar tantos derechos mientras subimos el volumen a tope.   

El reparto: Mel, desencadenado

Machista, homófobo, racista, iracundo, drogadicto y, para colmo, también un capillitas ultracatólico. ¿Estamos hablando de Mel Gibson, de Cormac O'Connor, o de ambos? Aceptando el rol de villano en The Continental, el autor de Braveheart se ha puesto en la piel de un personaje que más bien parece su propia caricatura. Algo que podría revelar, bien el estado actual de su billetera, bien el hecho de que 'Mad Mel' tiene sentido del humor, después de todo.  

Mel Gibson en 'The Continental'
Mel Gibson en 'The Continental'
Cinemanía

Volviéndose más y más histriónico conforme avanza el metraje, Gibson es una de las mejores cartas de una serie cuyo elenco no siempre está a la altura. Algunos de sus personajes, como esos asesinos gemelos (Marina Mazepa y Mark Musashi) que parecen salidos de la Factory de Andy Warhol, quedan desde ya como algunas de las figuras más fascinantes de la saga John Wick, pero esta no es la tónica general.  

El punto más débil de este armazón, sentimos decirlo, es Colin Woodell como Winston. Si bien emular a Ian McShane es una misión casi imposible, y aunque el protagonista se las apañe para ir hecho un pincel en todas las escenas, echamos de menos ese carisma que a su predecesor le salía por los poros cada vez que miraba a Keanu de medio lado y le llamaba "Jonathan" mientras se servía una copita. 

Muchos tortazos, pocas explicaciones

Sin embargo, The Continental se sobrepone a esta carencia por dos razones. Y la primera, claro, es la violencia. Aunque tenga más intriga que las películas originales, también entrega un crescendo de duelos a muerte que culmina en un tercer capítulo dedicado casi por completo a servirnos una tremenda ensalada de hostias.    

La segunda gran virtud de la serie es explicar lo menos posible sobre el mundo de los asesinos. Los capítulos del show, menos mal, se centran en seguir a sus personajes y no en atiborrarnos con un world building siempre presente, pero nunca explícito. Quienes quieran detalles sobre el funcionamiento del Continental o la historia de la Alta Mesa tendrán que buscar en otra parte... o tirar de su propia imaginación para atar los cabos sueltos. 

The Continental remata estos logros con una dirección muy sólida (a cargo de Charlotte Brändström -The Witcher- y el veterano Albert Hughes) y con detalles menores pero sabrosos, como sus guiños al fandom LGTB de la saga (más abundante de lo que pensarían algunos). Además de sutiles referencias a los filmes originales, que requerirán a veces un doctorado en wickología para detectarlas.  

De esta manera, The Continental nos recuerda que todo cabe en el universo de 'John Wick', siempre que en ese "todo" haya espacio para el crujir de huesos y las lluvias de balas. Algo que podrán aprovechar futuros spin-off de la saga, suponiendo que los haya: a nosotros nos queda la alegría de haber disfrutado con una serie de lo más aprovechable que fecunda los mejores aspectos del original sin degradarlos ni diluirlos.  

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