Polémica con la traducción de 'El juego del calamar': ¿qué es la posedición y por qué se quejan los traductores?

El subtitulado de la serie coreana ha sido realizado por posedición, una técnica que merece la pena explicar.
Fotograma de 'El juego del calamar'
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Netflix
Fotograma de 'El juego del calamar'
Tráiler de ‘El juego del calamar’, el inesperado éxito de Netflix
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Esta semana hemos sabido que el éxito de El juego del calamar ha ido tan lejos como para batir el récord que poseía Los Bridgerton como la serie más vista de la historia de Netflix, sumando 111 millones de espectadores antes de que se cumpliera el mes de disponibilidad en su catálogo. 

Previamente, claro, ya había quedado confirmado que la serie surcoreana desarrollada por Hwang Dong-huyk se había convertido en todo un fenómeno cultural, con su creador y equipo teniendo que afrontar una enorme visibilidad mediática. La cual, por su parte, ya ha derivado en las controversias de rigor, con acusaciones de plagio o las quejas por que Netflix no incluyera una advertencia antes de un episodio que incluía efectos estroboscópicos.

¿Dejas ver a tus hijos pequeños la serie 'El juego del calamar'?

Por no hablar de aquel número de teléfono aparecido en la serie que pertenecía a una persona real (con las inconveniencias correspondientes), pero en las últimas horas hemos sabido de una polémica más amarga, que afecta al gremio de traductores de España y apunta a unas prácticas algo irregulares por parte de Netflix. Y es que ha trascendido que los subtítulos en castellano que acompañan a El juego del calamar han sido fruto de la traducción poseditada: un modelo que afecta a varias producciones extranjeras y que suele derivar en unas tarifas mucho menores para los susodichos traductores mientras la compañía distribuidora y sus intermediarios conservan las ganancias.

Pero, ¿qué es exactamente la traducción poseditada? El mecanismo no tiene mucho misterio: se reduce a, una vez en posesión del guion en inglés, pasar sus frases por alguna herramienta de traducción automática estilo Google Translate, y posteriormente enviar el resultado a otra persona que haga los ajustes necesarios y que tenga sentido. El traductor humano, así las cosas, se convierte en corrector y ve disminuido su caudal de trabajo acompañado de una remuneración irrisoria, afrontando además que algunas agencias de subtitulación instan a tocar “lo menos posible el texto”. La calidad de los subtítulos, evidentemente, se ve afectada, y el texto publicado tiende a ser pobre y ortopédico.

El juego del calamar llegó a Netflix el 17 de septiembre, de forma que ha tardado cerca de un mes en saltar esta práctica a la luz, denunciada entre otros organismos por ATRAE (Asociación de Traducción y Adaptación Audiovisual en España). “Exijamos traducciones HUMANAS de calidad”, ha publicado en Twitter, paralelamente a un extenso comunicado donde critica con dureza a Netflix por contribuir a precarizar de este modo la traducción, y lo contrapone con el reciente anuncio de que a partir de ahora las tarifas estándar y premium van a ser más caras, poniendo en duda que esto obedezca a una mejora del servicio para los usuarios.

La reacción de ATRAE

El poseditado es habitual en el mundillo, y se emplea sobre todo para series cuyo idioma original no es el inglés. “Como traductores no entendemos cómo se puede dejar no solo esta, sino cualquier obra, en manos de un algoritmo de traducción que produce resultados deficientes que, posteriormente, tiene que corregir un profesional por una tarifa irrisoria”, se lee en el comunicado de ATRAE, que identifica la traducción de El juego del calamar como “un clavo más en la precarización del sector”. “No solo hay que sufrir a intermediarios que se quedan con porcentajes pantagruélicos de lo que pagan las distribuidoras, sino que ahora además delegan en una máquina el grueso del trabajo y después pasa el (deficiente) resultado a un humano para que haga lo que el software no ha podido y por un precio considerablemente menor, claro”.

“Desde ATRAE urgimos a las plataformas a que hablen con sus proveedores para que dejen de utilizar la traducción automática poseditada y confíen en el talento humano de los traductores, que es grande, abundante y la única manera de que las producciones de Netflix o cualquier distribuidora lleguen a los espectadores con la calidad que merecen”, insisten sus portavoces. “Lo contrario solo lleva a unos resultados deficientes que, invariablemente, desembocarán en una pérdida de reputación, clientes y dinero para las distribuidoras, un servicio deficiente para los usuarios y una precarización aún mayor del sector. Pan (duro y reseco) para hoy, hambre para mañana”. Y termina con una petición para la audiencia.

“A los clientes les animamos a que hagan saber su descontento con la calidad de la traducción, tanto de forma pública (en redes, etc) como haciendo uso de la opción ‘informar de un problema’ en el perfil de Netflix”. El comunicado está teniendo mucho movimiento en redes, sin que por lo demás haya generado aún una respuesta por parte de la plataforma de streaming (cuyos responsables se niegan a hacer declaraciones), aunque sí extensas conversaciones e hilos sobre los problemas del poseditado. Herminia Páez Prado, por ejemplo, señala que las distribuidoras pueden pedir a una empresa concreta que traduzca su serie hasta 35 idiomas, partiendo siempre de un “idioma puente” como sería el inglés.

Paula Mariani, por su parte, alerta sobre cómo el poseditado puede contribuir a "matar la creatividad" del traductor, pues implica que este tiene que trabajar con un texto mecánico y aséptico, siendo prioritaria la corrección de errores antes que una buena localización. 

La polémica de El juego del calamar, por lo demás, acapara los titulares algunas semanas después de que CINEMANÍA entrevistara a Jordi Naro, encargado de la traducción para el doblaje en castellano de la serie. Durante este encuentro Naro declaró que “la traducción de los subtítulos iba por una vía diferente” a la que él trabaja, y apuntó que “cuando son series o películas en otro idioma, Netflix incluye un guion traducido al inglés”.

“Lo hacen para agilizar; primero traducen ellos al inglés y luego lo pasan. Así que yo tengo el guion el inglés y en el idioma original, además del metraje original”. Es posible que esta versión inglesa sea la materia prima del poseditado, que por muy automatizado que esté parece difícil que cumpla los requisitos que marcaba el propio Naro para una buena traducción: “En mi opinión, siempre debe tener prioridad que ninguna palabra te saque de la serie o película. Que veas algo y te sumerjas en ello sin pensar que está doblado”. En el caso de El juego del calamar, si alguien llegó a notar algo raro con los subtítulos, ya sabe por qué.

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