Netflix ha esperado una semana para revelar su fortuna con Berlín. La precuela de La casa de papel ha sido, prácticamente desde que la serie original se despidió, uno de los productos más esperados de la plataforma. Sin embargo, a medida que la fecha de estreno se iba acercando, sorprendía la relativa discreción con que Netflix promocionaba el que debía ser el as de su baraja. Cundió el pánico: ¿Y si la serie no había convencido al gigante del streaming? ¿Estaba preparado el público para una decepción de este calibre?
A juzgar por las críticas, es evidente que la historia en solitario de Berlín no puede igualarse a La casa de papel, aunque esta es una partida que Netflix no ha pretendido jugar en ningún momento. La casa de papel es un símbolo del audiovisual español e internacional, y contra los símbolos sólo se puede perder. En lo que respecta a las audiencias, la plataforma puede estar de enhorabuena: con más de 11 millones de espectadores, Berlín ha sido la producción más vista de la semana. ¿Mantendrá Netflix en suspenso durante mucho tiempo, antes de confesar que, evidentemente, habrá segunda temporada de la serie protagonizada por Pedro Alonso?
Una evolución de ‘La casa de papel’
Aunque su personaje murió en la segunda temporada de La casa de papel, Pedro Alonso nunca ha dejado de formar parte de la banda. Los flashbacks garantizaron su presencia en las últimas temporadas de La casa de papel y, con Berlín, el actor gallego certifica un contrato blindado con Netflix. A pesar del disparatado encanto de su personaje, Berlín no lo tenía fácil para sobrevivir al recuerdo de su antecesora, como ha explicado Alonso en una entrevista concedida a María Guerra en La Script.
“Con la estela tan fuerte de La casa de papel, haber evolucionado de esta forma es un acto de coraje”, apuntaba el actor. A diferencia de la serie en la que lo conocimos, Berlín se mueve ahora en el terreno de la comedia romántica, y la posibilidad de que el atracador perdiera su esencia durante esta incursión era muy alta. Para evitarlo, Alonso señala que “nos hemos metido por un agujero de gusano y estamos en otra galaxia estilística”.
Después de subrayar que “en términos actorales, ha sido como estar en el alambre", Pedro Alonso remataba su entrevista descubriendo un atraco que, quizá, ha pasado por alto a la audiencia, el metacinematográfico, ya que si “a los americanos le robamos el género de robos [por La casa de papel], ahora le hemos robado a los franceses el romanticismo”.
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