Algo que suele soslayarse cuando se afirme que “tras un gran hombre, siempre hay una gran mujer” es que, en muchas ocasiones, esta gran mujer está parapetada tras un hombre que en modo alguno es grande. Es el caso de Mercedes Fernández en Cuéntame cómo pasó. Después de 23 temporadas, los espectadores siguen preguntándose qué tipo de hombre es Antonio Alcántara. ¿Se trata de una persona bienintencionada y generosa, a la que no siempre le salen bien sus planes? ¿De un egoísta para el que el resto del mundo, incluida su familia, no es más que una audiencia? ¿De ambas cosas al mismo tiempo?
Con el personaje interpretado por Ana Duato, caben menos dudas. Desde e 13 de septiembre de 2001, cuando se emitió el primer episodio de Cuéntame cómo pasó, esta albaceteña ha sido la auténtica piedra angular de los Alcántara. Cada vez que el piso de la Travesía de Tito Fernández corría peligro de desmoronarse, ella ha sido la encargada de apuntalarlo. Cada vez que su marido ha caído, ella lo ha levantado. No obstante, Mercedes no es un “ángel del hogar” al uso franquista, sino una mujer que le ha sacado varios años de ventajas a todos sus conocidos. Y esta ha sido su vida.
La Seca
En Sagrillas, el imaginario pueblo de Albacete cuna de los Alcántara, no habría muchas mujeres altas y rubias como Ana Duato, lo que le valió a Mercedes el sobrenombre de La Seca. Su novio Antonio tampoco estaba exento de apodos. El suyo era El P’arriba. Con lo que La Seca y El P’arriba se casaron, tuvieron dos hijos (Inés y Toni), se trasladaron a Madrid en cuanto Antonio encontró trabajo como ordenanza y estrenaron la ciudad con un heredero más, durante más de diez años, el último, Carlos, a la postre cronista de sus biografías.
El padre de Mercedes había muerto en los 40 y su madre, Herminia (María Galiana), no podía quedarse sola en el pueblo, así que La Seca la empujó hasta el coche familiar y la llevó consigo hasta Madrid. Y en Madrid se quedó: doña Herminia, que había nacido en Sagrillas en el siglo XIX, murió a comienzos del tercer milenio en la capital de España.
Merche, emprendedora
Hacer las camas, barrer el suelo, preparar la paella de los domingos y esperar, mano sobre mano, a que su marido regresase del trabajo podía ser la vida para muchas mujeres de su época, pero no para Mercedes. Apurada por la feble economía familiar, el personaje de Ana Duato contribuye con algunas pesetas a la hucha de los Alcántara cosiendo y arreglando pantalones en su casa y, entre agujas, acericos y bobinas de colores, Mercedes descubre que aquello se le daba bien.
Junto a algunas amigas del barrio, compran una boutique, cuyo fondo de armario ella se encarga de diseñar. Su ojo para los negocios está mejor calibrado que el de su marido y la boutique empieza a crecer. Sin embargo, la prometedora hinchazón de la burbuja atrae a una piraña con nombre y don: don Pablo, el antiguo jefe de Antonio Alcántara, al que había arrastrado a centímetros de la cárcel en una estafa empresarial. Mercedes detesta a este hombre, interpretado por José Sancho, pero Antonio siente debilidad por él. En este pulso, el personaje de Ana Duato sale perdiendo, y don Pablo se convierte en socio mayoritario de la boutique.
La crisis económica engulle a la tienda de Mercedes y espanta al amenazante don Pablo. Empezaba así una nueva época para los Alcántara: El P’arriba estrenaba infidelidad con una oficinista, La Seca vuelve al pueblo y, allí, es consciente de que las pérdidas de apetito que sufre últimamente y la debilidad general no se deben a la anemia. Está embarazada.
La universidad, la política y el cáncer
María fue la última hija de los Alcántara Fernández. Su imprevista llegada saneó, en lo posible, la relación entre Mercedes y Antonio, y la primera, cuando se encontró con fuerzas, tomó la decisión de ingresar en la universidad para estudiar Economía. Aunque en la familia el político siempre había sido Toni (y eso, contando con que Antonio estuvo en UCD), Mercedes se contagia de los amortiguados ambientes revolucionarios de la academia y milita en un grupo feminista universitario.
Los exigidos bolsillos de los Alcántara fuerzan la siguiente aventura laboral de Mercedes, esta vez en una inmobiliaria, un negocio que había estado cerca de arruinar a la familia cuando el que se adentró en él fue Antonio. Sin embargo, Mercedes no es su marido, y acaba cobrando cierto prestigio en este ramo, pero la bonanza se esfuma cuando, en un viaje a Valencia, se percata de que tiene un bulto en el pecho. Un tumor.
Matrimonium interruptus
Una mastectomía ahuyenta al cáncer, pero los problemas no remiten. Su marido la engaña por segunda vez y, en esta ocasión, ella lo descubre y lo echa de casa. Antonio, aturdido, parece no saber qué ha ocurrido ni qué ha hecho mal. Y esta percepción se agrava cuando Mercedes lo insta a que firmen los papeles del divorcio. La Seca y El P’arriba separaban sus caminos tras 40 juntos.
No tardaron en unirlos de nuevo, aunque la causa fue trágica: Antonio y Mercedes viajaron a Marruecos porque creían que su hijo Toni había muerto allí. No resulto ser de esta forma y la lúgubre excursión derribaría la primera ficha en una reacción en cadena que acabó con los Alcántara y los Fernández uniéndose de nuevo.
Aunque aún ignoramos una etapa en la vida de Mercedes, entre el 2001 y el 2020, sí sabemos, gracias al salto temporal de la serie durante la pandemia, que La Seca sobrevivió a su marido y, en principio, continúa entre nosotros. Al menos, en espíritu.
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