Así habría sido la 'Dune: Parte Dos' de David Lynch: clones, gore y perros explosivos

Toma nota, Villeneuve: el genio de Montana quería batir su récord de delirio en 'El mesías de Dune'. Recordamos sus planes, con SPOILERS.
Kyle MacLachlan y Siân Phillips en 'Dune' (1984)
Kyle MacLachlan y Siân Phillips en 'Dune' (1984)
Cinemanía
Kyle MacLachlan y Siân Phillips en 'Dune' (1984)

Ahora que Dune: Parte Dos está en los cines, es inevitable recordar que David Lynch adaptó al cine la novela de Frank Herbert antes que Denis Villeneuve. Y también de que el filme en cuestión resultó un desmadre del cual el director de Mulholland Drive sigue renegando en el día de hoy, por mucho que supusiera el encuentro con Kyle McLachlan, su actor fetiche.  

Ahora bien: que Lynch se pasase la producción de su Dune dándose de cabezazos con el productor Dino De Laurentiis, amén de padeciendo múltiples desastres en el plató, no implica que no se tomase el trabajo muy en serio. Algo que incluyó su habitual perfeccionismo en la puesta en escena, borradores del guion que acabaron recortados y mutilados... e incluso planes para rodar una secuela. 

La continuación de marras habría adaptado El mesías de Dune, la novela en la que Herbert contó las andanzas de Paul Atreides (Timothée Chalamet en la cinta de Villeneuve) tras los sucesos del volumen original. Y, aunque jamás llegó a rodarse, Lynch llegó a escribir parte de su libreto, que ahora ha salido a la luz: el investigador Max Evry ha encontrado fragmentos de este guion inacabado en los archivos de la Universidad del Sur de California. 

'El mesías de Dune': aún más rara que el original

Para sorpresa de nadie, El mesías de Dune en versión Lynch habría sido una película de lo más extraña. De hecho, sus cotas de psicodelia visionaria habrían dejado al filme de 1984 en mantillas. Aquí lo describimos someramente (vía Wired), avisando de que vamos a soltar SPOILERS sobre el final de Dune y la continuación de la historia. 

Aunque la cinta de Lynch se tomara muchas libertades con la novela, su conclusión era, a grandes rasgos, la misma: Paul derroca al emperador Shaddam IV (al que pronto veremos con el rostro de Christopher Walken) y, apoyándose en el fanatismo de los fremen se convierte en monarca del universo conocido. ¿Un final feliz? Pues va a ser que no, porque, tras llegar al poder, el joven Atreides se convierte (a su pesar) en un tirano aún peor que sus antecesores.  

De esta manera, no faltan quienes conspiran en la sombra para derrocar a Paul y restaurar el orden anterior. Entre ellos se encuentran las Bene Gesserit, la Cofradía Espacial y una nueva facción, la Bene Tleilax, dedicada a la ingeniería genética y la fabricación de clones.

En su descripción de esta hermandad de científicos locos es donde Lynch mete la directa. Porque la contribución de los mismos al plan contra los Atreides consiste en fabricar una réplica de Duncan Idaho (Richard Jordan en la cinta de 1984, Jason Momoa en la versión de Villeneuve) y usarla como agente encubierto para liquidar al nuevo emperador.  

Aquí descubrimos que Lynch tenía planeada su secuela desde el principio, porque el representante de la Bene Tleilax en la conspiración no es otro que el médico del barón Harkonnen. Cuya verdadera identidad, según descubrimos, es la de Scytale, un personaje al que los lectores de Herbert llegaron a conocer bien en El mesías de Dune. 

¿Qué pinta aquí un perro flotante? 

Tras un flashback donde vemos la recuperación del cadáver de Duncan, Lynch se emplea a fondo describiendo el planeta de la Bene Tleilax, "un mundo de metal oscuro con canales de productos químicos y ácidos humeantes" en los que, para más señas, flotan "pequeños animales de laboratorio, rosados y muertos". 

Si esta descripción resulta de lo más lynchiana, ojo a lo que viene ahora: "Los amigos de Scytale ríen y agitan canicas frenéticamente en sus manos mientras ven a Scytale cantar a través de dieciocho bocas en dieciocho cabezas unidas mediante carne que parece una manguera fláccida", escribe Lynch. "Otro hombre suelta un perro flotante que explota en el aire, haciendo que todo el mundo se vuelva diminuto y se pierda entre las fibras de la alfombra". 

Por suerte o por desgracia, el resto de El mesías de Dune en versión Lynch hubiera sido bastante menos demencial, centrándose en las intrigas palaciegas y las conspiraciones. Un material con el que, por otra parte, el cineasta se sentía mucho más a gusto que con la épica y las escenas de masas del primer filme. 

De hecho, el cineasta introdujo también elementos de Hijos de Dune, la tercera novela de Herbert sobre el planeta desértico, sus gusanos gigantes y sus intrigas en torno a la especia Melange. Un volumen que hubiera servido de conclusión (aproximada) a la historia de Paul Atreides y que el director se planteó adaptar como tercer capítulo de una trilogía. 

Sin embargo, Dune resultó un fracaso de crítica y taquilla, mandando estos planes al traste. Así pues, y tras las series estrenadas por Sci-Fi Channel en 2000 y 2003 (fieles al original, pero muy parcas en medios), ahora le toca a Villeneuve llevar esta historia al cine. 

Manteniendo en el reparto a Chalamet, Zendaya, Javier Bardem y Rebecca Ferguson, entre muchos otros, Dune: Parte Dos y la hipotética El mesías de Dune que Villeneuve piensa rodar si la taquilla y el tiempo se lo permiten quedarán como la plasmación definitiva de esta historia. Una plasmación que, sin subestimar al director canadiense, será a buen seguro mucho menos delirante. 

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