Britney Spears se sincera sobre su efímera experiencia como actriz: "No supe cómo salir del personaje"

La princesa del pop cuenta en su autobiografía cómo fue su paso por la industria cinematográfica y lo que llegó a afectar a su personalidad debido al estrés que afrontaba.
Britney Spears protagonizó 'Crossroads' junto a Zoe Saldana y Taryn Manning.
Britney Spears protagonizó 'Crossroads' junto a Zoe Saldana y Taryn Manning
Paramount Pictures
Britney Spears protagonizó 'Crossroads' junto a Zoe Saldana y Taryn Manning.

En su esperada autobiografía, La mujer que soy (Plaza&Janes), Britney Spears asegura que, cuando canta, se siente dueña de su esencia. De niña, solía canturrear para evadirse de su realidad, la de un padre alcohólico y abusivo que mantenía una relación tóxica con su anormal madre. “Cuando estaba ensimismada en mis pensamientos, mi mente se llenaba de preocupaciones y miedos”, explica. “La música acallaba ese ruido, me hacía sentir segura y me llevaba a un lugar puro donde podía expresarme de la manera exacta en que deseaba ser vista y oída”.

La estadounidense empezó a estudiar canto a los cuatro años y con cinco, tras haber ido a suficientes clases de gimnasia para tener la habilidad de moverse bien, ganó un concurso local de baile. Poco a poco se fue abriendo paso en el circuito de los concursos de talentos hasta que se proclamó vencedora en uno a nivel regional en Baton Rouge. 

“Mis padres no tardaron en descubrir oportunidades más importantes de las que podíamos conseguir recogiendo premios en los gimnasios de los colegios”, dice. “Cuando vieron un anuncio en el periódico de una audición para el programa infantil El club de Mickey Mouse, me sugirieron que me presentara”.

A una niña de Pennsylvania llamada Christina Aguilera y a ella les informaron de que no habían pasado el corte, pero que tenían talento. El director de casting comentó que seguramente entrarían en el programa cuando fueran un poco mayores y tuvieran más experiencia. “Le dijo a mi madre que creía que podía ir a la ciudad de Nueva York a trabajar”, explica. “Nos recomendó recurrir a una agente que a él le gustaba y que ayudaba a jóvenes artistas a empezar en el mundo del teatro”.

Al poco de aquello, Britney fue fichada por una agencia de talentos de manera oficial. No tardaría en recibir una oferta de trabajo: un papel de actriz suplente en el musical del off-Broadway Ruthless!, inspirado en La mala semilla, Eva al desnudo, La tía Mame y La reina del Vaudeville. Britney interpretaba en la obra a una estrella infantil sociópata llamada Tina Denmark —la otra suplente era una joven actriz con talento llamada Natalie Portman—.

Chica Disney

“En cierto sentido, la experiencia fue un reconocimiento, la prueba de que tenía el talento suficiente para lograr algo en el mundo del teatro”, cuenta en sus memorias. “Pero el horario era demoledor [...]. Tenía que estar en el teatro todas las noches hasta nada más y nada menos que la medianoche, por si había que sustituir a la Tina principal, Laura Bell Bundy. Tras un par de meses, ella se marchó y yo fui la protagonista, pero ya estaba agotada”.

Con semejante experiencia en el bolsillo, Britney volvió a hacer la prueba para El club de Mickey Mouse. Esta vez sí consiguió el trabajo. En sus memorias apunta que rodaba con sus compañeros —entre los que estaban Christina Aguilera y el actor Ryan Gosling— en Disney World, en Orlando, y que estar en el programa fue “como un campo de entrenamiento para la industria del espectáculo: había completos ensayos de baile, clases de canto, clases de interpretación, tiempo en el estudio de grabación y las clases escolares entre media”.

Ryan Gosling y Britney Spears (abajo) coincidieron en 'El club de Mickey Mouse'
Ryan Gosling y Britney Spears (abajo) coincidieron en 'El club de Mickey Mouse'
Disney

Aunque acabó regresando a su Kentwood natal, Britney supo desde ese momento que quería dedicarse a lo que hacía en aquel programa: cantar y bailar. A los quince años consiguió un contrato de grabación con Jive Records, y en octubre de 1998, con apenas dieciséis, el sencillo de Baby One More Time llegó a las tiendas. Al mes siguiente se estrenó el videoclip de la canción y de repente empezaron a reconocerla allá donde fuera.

“La cultura de masas había ido creciendo de manera exponencial a lo largo del siglo XX”, apunta el periodista Juan Sanguino en su biografía ilustrada One More Time, “y justo cuando este llegaba a su fin apareció ella, culmen y producto de esa cultura; era a la vez Marilyn Monroe, Madonna y Laura Palmer. Iconos pop que permitían a la sociedad hablar abiertamente sobre temas tabú. Britney era a la vez Shirley Temple y Pamela Anderson. Y en una cultura popular cada vez más cínica, resabiada y autoconsciente, Britney Spears fue la última estrella del pop que se lanzó al show business sin saber dónde se estaba metiendo”.

Una experiencia complicada

El 12 de enero de 1999 apareció el álbum, que vendió más de diez millones de copias en un periquete. Britney debutó en el número uno de la lista Billboard 200 en Estados Unidos y se convirtió en la primera mujer en debutar con un sencillo y un álbum números uno a la vez. Ese mismo año hizo un cameo en la serie española Médico de familia, donde aparece sacando una lata de Coca-Cola de una máquina expendedora —curiosamente, al poco fue contratada por Pepsi para aparecer en sus anuncios—

Ya en 2001 recibió una oferta para protagonizar su primera película, Crossroads: Hasta el final, escrita por Shonda Rhimes y dirigida por Tamra Davis. La princesa del pop interpretaba en aquel fracaso de crítica a una chica buena, llamada Lucy Wagner, que escribía poemas diciendo que ya no era una niña pero que todavía no era una mujer, y emprendía un viaje a Hollywood con dos amigas de la infancia.

La artista recuerda en sus memorias que aquella experiencia no fue nada fácil para ella: “No tuve ningún problema con las personas implicadas en la producción, sino con lo mucho que actuar me afectó al cerebro. Empecé a actuar siguiendo el método, pero luego no supe cómo salir del personaje. Me convertí realmente en aquella otra persona. Muchos actores siguen el método, pero la diferencia es que ellos suelen ser conscientes de que están actuando. Yo no sabía separar ambas cosas”.

Los proyectos que nunca llegó a realizar

A excepción de la grabación de algún cameo, el rodaje de Crossroads fue el principio del fin de la carrera de Britney como actriz y, según confiesa ella misma, se sintió aliviada por ello. Lo que pocos sabían hasta ahora es que la estrella estuvo a punto de rodar cintas como El diario de Noah (2004), de la que Rachel McAdams y ella fueron las finalistas para el papel protagonista. “Me alegro de que no me eligieran”, asegura en su libro. “Si hubiera sucedido, en vez de trabajar en mi álbum In the Zone hubiera actuado día y noche como si fuera una rica heredera de la década de los cuarenta”.

También rechazó una oferta para actuar en la película musical Chicago (2002), donde pudo haber encarnado a una villana que canta y baila mientras mata a un hombre. “No quería que nada me distrajera de la música”, ha apuntado al respecto. “Estaba feliz con lo que estaba haciendo. Pero ahora, echando la vista atrás, cuando pienso en Chicago siento que debería haber aceptado. Por aquel entonces tenía poder: ojalá hubiera sabido utilizarlo más a conciencia, ojalá hubiera sido más rebelde”.

La estadounidense está convencida de que gran parte del problema se debía a que Crossroads fue su primera experiencia como actriz. “Supongo que hay intérpretes que se han enfrentado a algo similar, que han tenido dificultades para separarse del personaje”, reflexiona en sus memorias. “Pero tengo la sensación de que siempre consiguen mantener la perspectiva. Espero no volver a verme expuesta a ese riesgo laboral nunca más. Vivir de esa manera, siendo mitad tú misma y mitad un personaje de ficción, es muy caótico. Al cabo de un tiempo ya no distingues entre lo que es real y lo que no”.

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